⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀꒦꒐꒐

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⠀Me había pasado la mayor parte de mi vida pensando, un constante souvenir de instantes que me otorgaban una famelica necesidad de tener entre las palmas de mis manos control. Una exigencia por tener algo que, aunque hubiera definición, quizá no existía. No en nosotros, no en el ser humano como tal. Un día alguien podía limpiar con empeño su habitación y al siguiente aunque sea un polvo tocaría los muebles. Quién se empeñaba en limpiar día por día, quizá hora por hora, se perdía del disfrute de tenerlo todo pulcro. Entonces esa inmaculada área se distinguía sola y elaborada en vano.

⠀¿Qué era el control si cuando lo tenías no había nada de que disfrutar en ese momento?, el control se podía pasear entre las palmas de una persona y, una vez distinguido, orgulloso y altanero se desvanecería entre sus falanges.

⠀Me la había pasado buscándolo, bajo situaciones desesperantes y sobre momentos de calma total. Lo tenía por momentos y, después de segundos, escapaba de mi persona. Osaba de reflejar control con altanería. Si alguien me permitía ser honesto sin obtener montones del verbo juzgar, entonces exclamaría con total valentía que todo lo que me conformaba tomaba parte de mí, si, pero en niveles más bajos, en cantidades más destrozadas. Por lo menos no con la seguridad que reflejaba.

Tapar el sol con un dedo no nos ocultaba de su luz, lo ocultaba a el de la muestra.

⠀Control.

⠀No lo tenía yo, el me tenía a mí. Lo sentía claro. Y aunque me encantaba simular autoridad sobre cada una de mis emociones, tenía la total seguridad de que la mayoría del tiempo las emociones terminaban ganando. Y no lo disfrutaba, solo ultimaba siendo algo con lo que tenía que lidiar de manera obligatoria.

⠀Lo obligatorio me debastaba el alma y clavaba un puñal en mi orgullo. Lo necesario se acercaba a aquello y lo opcional me desesperaba el pensamiento.

⠀—¡Jungkook!, ¡¿qué carajo?!

⠀El grito de Jimin apenas y formuló coherencia en mi mente, ni siquiera yo supe si habría tenido respuesta para aquel cuestionamiento que más que nada buscaba expresar desespero y desconcierto mezclados. Y aunque de verdad hubiera sido formulado para obtener una respuesta, no lo hizo. No en el momento en el que despojé la puerta del seguro y la abrí con rapidez.

⠀—¡Jungkook, mierda, te juro que yo no pienso bajar!

⠀La voz del pelinegro resonó vacía y lejana en mis oídos, mi corazón pareció acelerarse en tan solo cuestión de segundos, segundos en los que parecí perder de alguna manera la cordura entre sentimientos atropellados. Tal vez ni tres minutos habían pasado en lo que abandonaba el auto, había olvidado colocar el cinturón alrededor de mi torso y aquello pareció facilitarme el trabajo, ese que había sido de todo menos planeado. Entonces corrí, lo hice como si mi vida se estuviera escapando frente a mis propios ojos, como si fuera agua corriendo y disipandose entre mis dedos. No era fácil hacer que perdiera el aliento, toda mi vida había estado acostumbrado a los deportes y a todo lo que según mi padre caracterizaba la fuerza de un verdadero Alfa. Pero justo en estos momentos, mi corazón parecía correr con fuerza, transportandose desde mi pecho hasta el inicio de mi garganta y quizá más allá, obstruyendo la entrada y salida del oxígeno a mi cuerpo.

⠀Mis pies rozaban el suelo como si estuviera volando, pero mi cuerpo se sentía tan pesado como si por cada paso las plantas de mis pies se fueran enterrando contra el asfalto de manera brusca. El viento chocaba con fuerza contra mi rostro, mis hebras oscuras obstruían mi vista de vez en cuando, por momentos nulos. Y esos momentos se sentían como instantes chocando palmas con la incertidumbre y el peligro.

Viesins ; KookTaeWhere stories live. Discover now