18.- Por el meñique

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Dereck.

Estaciono el auto justo frente a la casa de Gema, me aseguro de tomar el par de obsequios que compré antes de venir y bajo del auto.

Gema está en el jardín, diciéndole algo a Austin en el momento en el que voltea, y se percata de mi presencia.

—Dereck, hola —se apresura a abrir la reja—. Austin, ve quien vino de visita.

—¡Dereck! —corre hacia mí y me inclino para recibirlo.

—Hola, pequeñín —sonrío incorporándome, lo sostengo con uno de mis brazos y le entrego el empaque de galletas de mantequilla—. No son tan buenas como las de tu madre, pero sé que te encantan.

—¿Te quedarás a jugar? —inquiere con emoción.

—Me temo que no, he venido a despedirme —informo—. Hoy tengo que viajar a la universidad.

Una mueca decepcionada se apodera de su rostro.

—Pero te llamaré, lo prometo —lo coloco sobre el césped otra vez, y miro a Gema—. ¿Noah está dormido?

—No, ven —Austin me toma de la mano, apenas consigo darle el otro obsequio a Gema antes de que él tire de mi cuerpo hacia el interior de la casa. No nos detenemos hasta que me ha conducido hasta la habitación que imagino comparten.

—Oh, pero miren quien está perfectamente despierto —me acerco a la cuna, inclinándome con ligereza para conseguir tomarlo en brazos—. ¿Qué tal hombrecito?

Los ojos de Noah me enfocan y sonrío, el parecido con Gema se acentuaba más con cada mes que trascurría, y a sus casi cinco meses, es un bebé tan despierto y saludable como puede esperarse.

Lo acomodo entre mis brazos, permitiéndome mirarlo por varios segundos. Es extraño ser hermano de algo tan pequeño, sentía un grado mayor de responsabilidad por él.

—¿Eres un buen hermano mayor? —inquiero hacia Austin.

Él asiente con frenesí, dedicándome una sonrisa que enseña los dientes.

—Soy tan bueno como tú —me señala.

—Pero debes de ser mejor —me inclino con ligereza hacia él y dejo un toque en su nariz—. ¿Lo prometes?

—Lo prometo —dice y vuelve a sonreír—. ¿Por el meñique?

—Por el meñique —respondo mientras entrelazamos los dedos.

Austin sale de la habitación después de eso, y yo me quedo con Noah en brazos.

—Vamos a echarte de menos —volteo cuando escucho la voz de Gema—. Pero estoy feliz por ti. Aún recuerdo cuando mencionaste Roseburg, me da tanto gusto ver que ahora puedes ir al sitio que mereces.

—Ha habido ciertos cambios —respondo con una sonrisa—. Al final resultó todo bien, ¿no lo crees?

Ella asiente, mira a Noah por un par de segundos, y luego enfoca la mirada hacia mí.

—Margarita me llamó —dice y mi cuerpo se tensa—. Dijo que le gustaría hablar contigo, preguntó si sabía cómo contactarte.

—¿Y qué le dijiste?

—Que no, que, si no le respondías el teléfono, tus razones debías de tener —camina hasta apoyarse en la cuna—. ¿No planeas volver a hablar con ella?

Giro, consiguiendo quedar frente a la cuna y me inclino, dejando con suavidad a Noah en el interior.

—Solo vino a mí cuando todo iba bien —musito—. Cuando tuve el apellido de Luke, cuando el trastornó estaba desapareciendo, pero antes...cuando la necesité...cuando no tenía a nadie, cuando lo único que tenía era a ella, no le importó. Nunca le importó.

Antes de que el fuego se extinga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora