Fiesta para el arreglista II

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- Perdón por la demora - les dijo Linda.

- No tenemos mucho tiempo aquí nosotros así que no se preocupen- comenta William.

Enseguida llegan personas repartiendo bebidas, comienza el ambiente, aparece un pastel de cumpleaños perfectamente decorado, entonces comenta Linda:

- No hay cumpleaños sin pastel.

Linda y el arreglista se paran a bailar, Mildred va sola al tocador, desafortunadamente al salir se encuentra a la única persona que no esperaba encontrarse ahí, la última vez que la había visto tan de cerca fue cuando se encontraba tirada en el patio de la escuela con Rita, cuando descubrió que robaron una perla.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - Mildred le pregunta con desdén.

- Sabía que estarías aquí.

Mildred siente como de repente se queda sin saber que decirle a Karen, cuando anteriormente le solía decir cualquier cosa, siempre creía que ella no la criticaría ni mucho menos, siempre se sentía en confianza, y ahora eso había desaparecido.

- Mildred antes no me has dejado explicarte lo qué pasó.

- ¿De qué tu hablabas a mis espaldas? Eso lo tengo claro.

- Quisiera defenderme pero sé que no lograré nada ahora, el tiempo es valioso.

- Mildred mira como William se levanta de la silla de dónde se encontraba, pero Mildred le hace una señal para que se quede ahí, no se encuentra perfecta estando en esa situación, tiene las emociones descontroladas, como en aquella ocasión cuando Daniela soltó la bomba para destruida, o, al menos fue cuando la dinamita había destruido a Mildred dejándola sin su mejor amiga.

- ¿Por qué lo hiciste? - le dice con lágrimas en los ojos.

- Jamás creí que fueras tan de mente abierta - le dice Karen saliéndose completamente del tema.

- ¿De qué hablas? - pregunta Mildred frunciendo el ceño y levantando una mano.

A Karen se le dibuja una sonrisa de satisfacción en la cara, quizá esas eran las palabras que esperaba escuchar de Mildred.

- A caso, ¿no sabes qué relación tienen William y Linda?

- No... No creas que me vas a envenenar la cabeza hablando mal de ellos.

- Piensa así, eso es lo más cómodo.

- Con ellos no me equivoque como contigo.

Entonces Mildred la ve como por última vez, si vendas en los ojos, entonces la pequeña castaña de ojos enormes ya no estaba para Mildred, ahora es todo diferente, se da la media vuelta dejándola detrás, aquella persona ya era desconocida para ella, luego camina hasta llegar a la mesa donde se encuentra William que aún permanece de pie, le ayuda asentarse acomodándole la silla, Mildred se muestra tan agradecida porque esta vez la dejó sola solucionar la situación con Karen, eso era algo que ella necesitaba.

Mildred toma una copa vacía, se sirve un poco de vino que hay sobre la mesa, le toma un poco, cuando el sabor amargo llegó a su paladar para recorrer su garganta hace un gesto, William lo nota y sonríe ligeramente formando hoyuelos en sus cachetes, sabe que ella no está acostumbrada a beber, pero también sabe que le haría muy bien gustar un poco de vino, pues cree que eso le bajaría un poco la tensión.

- Sabes, se siente amargo - dijo Mildred.

De inmediato prosigue:

- Es increíble que Karen quiera seguir jodiendo... Y ahora no conforme quiere involucrar a Linda.

- Seguro que usará cualquier excusa para seguir perturbándote, puedes esperar cualquier cosa de ella -le dice William en forma de advertencia.

Mildred vuelve a tomar de la copa, empieza a escuchar más la música, revisa alrededor para ver si se encuentra cerca Karen, pero al parecer ya se había ido del lugar, a la que si vio fue a Linda quien se encuentra bailando con el arreglista, eran una buena pareja de baile coordinada por el ritmo, Mildred no los imaginaba juntos pero realmente se miraban bien. El alcohol en la fiesta desaparecía y aparecía como arte de magia, pasado el tiempo Mildred tomó tanto que se empezó a sentir mareada, sabía que era el momento de irse de ahí antes de que comenzara a perder más el control de ella misma y terminara botada por cualquier mesa.

- Tengo que irme - dijo Mildred con una mano en la cabeza.

- Bueno yo te llevo - le propuso William.

- No tú quédate a disfrutar de la fiesta.

- Tú no estás en condiciones de irte sola.

Mildred ya estaba acostumbrada a que William la protegiera, sabía que era mejor no llevarle la contraria, era como perder el tiempo, así que mejor se dispuso a salir sola a una terraza del salón, creía que el aire afuera le haría bien, después se lleva las dos manos a la cabeza, como sintiéndose mal, saca el teléfono y le marca a Linda, de inmediato ella contesta, por unos segundos Linda no dice nada, Mildred se la imagina alejándose del arreglista para poder escuchar bien, le toma por sorpresa, la llamada la pone nerviosa, porque Mildred le repite un par deveces:

- Tú y William ya se van a su casa.

Linda se carcajea y mira un poco desconcertada a William, quien se encontraba con la mirada al frente, pero el último comentario la dejo aún más confundida.

-Sabes a lo que me refiero.

Para entonces Linda colgó sin antes echarse una carcajada de complicidad. William la voltea a ver.

- ¿Qué te dijo?

- Al parecer piensa que tenemos tú y yo una casa juntos.

Cuando Williams escucha eso de inmediato se pone nervioso.

Para entonces Mildred ya había entrado y desde lejos percibe un cierto nerviosismo de William, era evidente que no sabía disimular, de hecho se puso tan nervioso que se delataba solo. Se acerca más Mildred y le dice:

- ¡Dímelo en la cara!

William la mira soltando un suspiro profundo como para confesarlo todo:

- ¡No quería que aún supieras!

- ¿Qué? ¿No podías decírmelo? - dijo Mildred desecha, hueca, sin alma.

- Comprare una casa, de hecho mañana cierro contrato y de ahí quedaría esperar a que me la entreguen para remodelarla.

Ahora Mildred no entendía nada, pero sintió que su alma le regresaba nuevamente, entonces seguía mirándolo, sus ojos heridos se movían de un lado a otro, intentaban saber si lo que decía era verdad.

- Siempre regresare aquí.

- ¿Qué quieres decir?

-Contigo, aquí encontré mi hogar, ¡tú eres mi hogar!

MildredWhere stories live. Discover now