Valerius

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- Mildred recoge sus jeans y se los pone, y de reojo ve como William se apresura a ponerse su playera. Cuando terminan William la ayuda a fin de salir por el balcón intactos, quedaron empapados, enseguida corrieron hasta el carro de William, ahí ya más tranquilamente Mildred le contó lo que ocurría con el rey Valerius, y su presentimiento de que una tormenta como esa significaba que ya estaba en Santa Cecilia.

- Tranquila todo estará bien.

Y eso esperaba realmente Mildred, los parabrisas luchaban sin cesar, cuando llegaron a la casa de la señora Lula miraron que la luz estaba prendida, ella ya se encontraba afuera como esperándolos, ellos caminaron directamente hasta  ella, entonces pudieron percatarse de que traía algo en las manos, algo que no podían reconocer.

Mildred dijo al momento:

- ¿Es el rey Valerius?

- Si, y debemos tranquilizarlo antes de que ocurra algo malo - dijo Lula.

- ¿Qué debemos hacer?

- Ten.

Le entregó un objeto dorado de apariencia descocida, como hecho de madera, pero también parecía ser flexible, y tenía grabados algunos jeroglíficos desconocidos.

- Si tú vas y le entregas este gladio el tendrá la certeza de que estamos haciendo algo por ayudar a su reino, pero sólo entrégaselo si crees que es necesario.

Mildred lo tomó observándolo con cuidado.

- ¿Entrégalo si es necesario? ¿Eso quiere decir si el rey Valerius explota en furia?

La señora Lula asintió, realmente Mildred esperaba que eso no pasara.

-Tienes que darte prisa no queremos que nadie los vea, no queremos que el reino de Valerius sea descubierto. 

Entonces las mejillas de William se pusieron rojas, la señora Lula se dio cuenta de eso, así que para tranquilizarlo le hizo saber que no había problema de que él estuviera ahí, aunque eso lo tranquilizó poquito, el rubor de sus mejillas seguía intenso.

- Antes de que te vayas Mildred, por favor sígueme.

Y la siguieron caminando uno de tras del otro, entraron a la casa dejando agua por todo el piso, Mildred pensaba que si eso pasara en su casa su madre estaría enojadísima, pues la pondría a limpiar hasta que quedara brillante y seco. Entonces la señora Lula tomó el cuadro de la mujer y lo volteó para luego deslizar su dedo, como la primera vez, sacó un puñado de perlas, William no dejó de mirar sorprendido la acción, ya en las manos de Mildred quien pronto las guardó en una pequeña bolsa y se la amarró a la cintura.

- Ahora si es el momento de que se vayan.

Cuando llegaron al río, impresionados vieron la fuerza que llevaba, estaba llegando hasta su capacidad límite, si seguía así se empezaría a desbordar, era increíble lo rápido que estaba creciendo, jamás habían visto algo así. Mildred tomó el gladio y perlas, aparto las perlas en un solo departamento de su bolso, no quería perderlas y tampoco equivocarse , salió de la camioneta y detrás de ella William.

- Aquí estaré - dijo William apenas audible.

Mildred lo mira por un segundo, entra al río, en esta ocasión le es más fácil acoplarse a la temperatura del agua, empieza a ver plantas acuáticas desconocidas que parecen tener vida, hay peces que nunca había visto, le llama mucho la atención uno que se desprende de su aleta caudal para alimentar a sus peces y enseguida vuelve a tener su aleta, todo se ilumina por peces brillantes de varios colores como si fueran luces neón, entonces ve a un hombre muy grande de ojos enormes, pies de un azul cielo, pecho dorado con cabellera larga y oscura, le hace relucir una especie de corona formada por perlas y rubís: es Valerius, un hombre que parecetener un gran sentido de la moda, además viste con capa de seda. Algo que jamás hubiera imaginado Mildred pero que le parece simpático.

- Hola - dijo tímidamente Mildred.

- ¿Tú fuiste la que envió el mensaje?

- Sí. Espero que tenga paciencia.

- Los humanos no la tienen.

- Debo decirle que estoy aquí a su disposición para que su reino no corra peligro.

El rey Valerius la mira incrédulamente con desconfianza, da una vuelta alrededor de ella sin quitarle la mirada de encima, en eso los caballitos de mar que venían formándole una escolta comienzan a alejarse hasta perderse de vista, Mildred sólo piensa en que no quiere usar el gladio, espera que el hecho de estar ahí sea suficiente.

- Tienes muchas posibilidades si vienes y eres entrenada por Jim.

- Habla de vivir en el río - dijo Mildred.

- No, nosotros no vivimos en este río, sería una locura.

Mildred se siente un poco apenada por no estar informada, hubiera deseado a ver tenido más información por parte de la señora Lula.

- Te hablo de que vivas en mi palacio ubicado en el océano, podrías conocer más sirenas y estarías en contacto con mis hijas.

Mildred no estaba preparada para escuchar eso ni siquiera le había pasado por la cabeza, la señora Lula nunca había mencionado esa posibilidad. De pronto recordó que William la esperaba afuera del río, así que dijo:

- Yo no podría dejar Santa Cecilia.

- Si ocurre algo impredecible tendrás que hacerlo.

- ¿Algo impredecible?

- Habló de que no logres la tarea que te encomendaré... Realmente te necesitamos.

De pronto se escuchó como que alguien venía, los ojos de Valeruis se enfocaron hacia el lugar del sonido, Mildred hizo lo mismo, eran los caballitos demar que ya venían como por él, pero esta vez traían con ellos un libro enorme en forma de estrella en un bolso pequeño de tela de color café amarrado curiosamente como por un listón, le entregaron el libro a Mildred, cuando lo tomó en sus manos el bolso se acopló con el libro, eso la tomó por sorpresa, pero con todo y eso el libro apenas cabía en sus manos, era demasiado grande y un poco pesado.
Pero estaba deseosa de saber que contenía y que significa eso de realizar una tarea para el señor Valerius.


Saludos
Espero que estén bien, quisiera también saber que les está pareciendo la historia...

Xoxox

MildredWo Geschichten leben. Entdecke jetzt