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Emoción;
Sentimiento muy intenso de alegría o tristeza producido por un hecho, una idea, un recuerdo, etc.

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—¿Una fiesta? —la mujer preguntó confundida sin levantar la mirada de su escritorio, el cual se encontraba desordenado; una máquina de coser, varias telas esparcidas a lo largo, algunos cuadernos, notas y fotos pegadas en la pared—. No creo que tenga tiempo, sabes que últimamente estoy muy ocupada.

—Lo sé, lo sé —el rubio la miró con una sonrisa—. Por eso mismo quiero que vayas, podrás tomar un descanso.

La fémina se quedó callada por unos segundos, pensando.

—¿...Qué tipo de fiesta será? —preguntó, sacando una sonrisa de victoria en el contrario.

—¡Me alegra que preguntes! Según los correos que intercambié con la coordinadora... —la mujer escuchaba atentamente mientras escribía algo en una de sus libretas—. Es una fiesta de caridad, organizada por la RFA, al parecer una organización muy importante... aunque nunca la había escuchado antes —ella abrió los ojos de sorpresa en cuanto escuchó aquel nombre, sabía perfectamente de quiénes se trataban. O más bien, conocía a uno de sus miembros.

—Ya veo —respondió, mientras colocaba la tela en la máquina y comenzaba a coser con tranquilidad. Ninguno de los dos dijo nada, el sonido de aquella máquina era lo único que se escuchaba.

El rubio trataba de encontrar algo que decir; quería romper el hielo que se había creado en tan poco tiempo. ¿Pero por qué no aceptaba de una vez? La fiesta sería algo muy elegante, no entendía porque no sentía aquella emoción que pensaba que tendría.

—Bien. Iré —dijo después de terminar de coser, pero sin mirar a su amigo—. Pero es muy probable que no pueda quedarme toda la fiesta-

—¡Asombroso! —la interrumpió, ella volteó a verlo, podía notar la emoción en sus ojos—. Sé que no somos pareja, ¿pero que te parece tener atuendos combinados? ¡O tal vez podría usar aquel traje que me diste de cumpleaños! Nunca lo he usado y sería genial si...

Paró de hablar al escuchar la risa tranquila que salía de su amiga, al instante comenzó a reír también. Tal vez no tenía una razón para hacerlo, pero no pudo evitarlo.

—Aún faltan algunos días, ¿no? Podemos discutir ese tema después —dijo volviendo su vista a su libreta, haciendo de nuevo anotaciones—. Por ahora, quiero avanzar con este traje, no podré concentrarme en otras cosas si no lo acabo.

—Pero tu cliente no vendrá por él hasta en una semana más, ¿por qué te apresuras tanto?

—No lo conoces, suele pedir este tipo de cosas antes.

—Bien, bien. Tú ganas —se rindió, tomando sus cosas dispuesto a despedirse—. Me iré ahora, puedes seguir viendo tus musicales de Zen sin pena~ —se burló, su cara se tornó roja casi al instante—. Mañana vendré y hablaremos sobre nuestros atuendos, ¡quieras o no! ¡Chao!

Y sin más salió de la habitación, dejándola complemente avergonzada por aquella declaración, que si bien no era mentira, no pensaba que sabría su pequeño secreto.

Suspiró calmándose, para después levantarse de donde estaba y tomar el control remoto, encendiendo la tele para retomar el musical que estaba viendo antes de que él llegara.

Sonrió con nostalgia al ver al peliblanco en su pantalla. Recordaba las veces en las que se encontraba tras bambalinas y el chico le lanzaba miradas cómplices.

Ah, como lo extrañaba.

Pero ahora él era exitoso, no tan reconocido, pero tenía fama. Y ella también la tenía, era una gran diseñadora de modas. Había cumplido su sueño, pero había costado un gran precio.

Se culpa a sí misma cada vez que lo ve en la televisión. Se retracta de haberse ido sin decirle nada. Quería disculparse, y podría hacerlo yendo a uno de sus musicales —pues ya había vuelto a la ciudad—, pero siempre se acobardaba en el último momento.

Sabía que él era parte de la RFA. Cualquier fan sabría eso de él. Pensar que estaría presente en esa fiesta la asustaba, su corazón iba a mil y podía sentir aquella emoción que ya no recordaba.

Era esa emoción que sentía al estar al lado de Zen.

𝐄𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐞𝐧; ZenWhere stories live. Discover now