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Hyejoon solía decir que ella tenía un tipo ideal para enamorarse de alguien.
Un chico lindo, amable, cariñoso, inteligente y que no fuese molesto. No obstante, terminaba enamorándose de las personas incorrectas.
Siempre.
Sintiendo aún esa mirada tan escalofriante, no se atrevía a voltear sabiendo que se encontraría con aquellos ojos oscuros e inexpresivos. Tragó saliva cuando la profesora anunció que debía ir a dirección un momento y que la clase debía continuar con los ejercicios que había escrito en el pizarrón.
Repetía en su mente una y otra vez «no se vaya, no se vaya». Dando por hecho que Yoon Gwi Nam iba a hacerle algo.
Cuando la profesora se fue, se dispuso a ignorar todo a su alrededor y comenzó a hacer su tarea, cosa que se vio interrumpida cuando aquel chico le brindó un ligero golpecito en la cabeza.
—Oye.
Siguió fingiendo que no lo escuchaba y continuó escribiendo.
Nuevamente volvió a golpearle.
—¿Eres sorda?
Soltó un suspiro por lo bajo y por fin giró a verle.
—¿Qué?
—¿Siempre respondes así? —alzó una ceja y escaneó el rostro de Hyejoon con una ligera sonrisa. —Bonita y malhumorada.
El último comentario la hizo ponerse nerviosa y se regañó mentalmente por reaccionar así.
—¿Vas a juzgarme o me dirás qué quieres? —siseó.
Al menos, podía actuar bien para que no se viera tan fácilmente cómo se moría de miedo. No era su culpa, sabía bien todo sobre Gwi Nam y los otros dos matones.
Siempre rogaba que ellos no se fijaran en ella y la comenzaran a molestar.
—No me agrada cómo me hablas —el rostro serio de Gwi Nam la hizo pensar que tal vez lo que tanto pidió que no pasara, sí pasaría. —, ¿por qué no te largaste de este lugar? Te dije que lo hicieras.
—Lo siento, no puedo ver bien desde atrás. —balbuceó echando a perder su buena actuación.
—No me interesa, estaba divirtiéndome con Eunji. —bramó.
—¿Te diviertes molestando a alguien que no te hace nada? —aquello salió por sí solo y casi se daba una bofetada.
—Sí me hace algo, me molesta su presencia, ¿a ti no? —Gwi Nam puso una expresión de inocencia que la hizo irritar.
—No, la presencia que me molesta es la tuya.
Cuando el chico iba a decir algo viéndola enojado, la campana sonó y Hyejoon agradeció a todos los dioses que existían porque sin importarle sus cosas, solo salió corriendo del salón para salvar su vida.
