26

2.8K 155 21
                                    


La última palabra que quería escuchar fue la de «hay que salir a correr»

Hoy en la mañana George me manipuló para que saliera a correr con el. Al principio yo me negué totalmente, y fue ahí cuando me manipuló, dijo que me compraría una rebanada de pastel de limón si salía a correr con el. Y obviamente que acepté, pude haber dicho no; sin embargo, me estaba muriendo por un pastel de limón, así que ya no habría vuelta atrás.

Él iba mucho más adelante que yo ¿cómo puede correr tan rápido sin cansarse en cuestión de segundos? Apenas llevábamos dos cuadras y yo no podía más. La pastelería estaría más adelante.

Sin poder seguir más, me detuve, apoyé mis manos encima de mis rodillas, traté de tomar aire. George llegó hasta a mi con una amplia sonrisa en el rostro.

—¡Ya no puedo más!— exclamé agitada.

—Pero claro que si, solo faltan tres cuadras más.

Una hora después estaba sentada en una de las bancas públicas. Definitivamente estaba muriendo, George se encontraba frente a mi de pie, su respiración también agitada. Quite el sudor de mi frente y tomé un enorme trago de agua, gemí al sentir un dolor en mis piernas inmenso.

«esto me pasa por no salir a correr» pensé.

—Me gusta verte sudar— entrecerré los ojos, el me guiñó un ojo.

—Ajá, ¿y mi pastel?

Dio un gran suspiro, se acercó a mi y me tomó del cuello para después plantarme un beso en los labios.

—Ahora vuelvo, ¿solo el pastel?

Asentí.

Mientras se alejaba pude observar cómo las mujeres se le quedaban viendo con la boca abierta, y hacían unas caras muy Graciosas. No las culpo, George es demasiado atractivo y... tentador.

Reí al ver que casi caía porque se tropezó con una piedra.

Sentí una punzada en mi cien, solté un jadeo u de inmediato pose mi mano en ella. Cerré los ojos para hacer que se pasará, solo que...

—Buen día, amiga.

Si un respingo al escuchar esa voz, esa voz maldita y arrogante. Era la última persona que quería ver y escuchar esta mañana. Voltee para ver a la pelirroja de ojos grises que pensé por un tiempo que era mi mejor amiga.

Samantha.

—Hola— respondí, secamente y sin importancia.

Sonrió, no creí verla sonreír después de lo que George me había contado, al parecer había hecho que el departamento de Samantha quedara hecho un lío. Al principio lo culpe y le dije por que había hecho lo que hizo. Después me relaje un poco.

Hoy lucia normal, como si en su departamento no hubiesen "asaltado".

Llevaba un vestido flojo vainilla, unas zapatillas altas doradas y su cabello pelirrojo estaba suelto. Caía a los lados de sus hombros.

—Al final si te lo tiraste— ¿qué? Mis cejas se hundieron—, hablo de George, he... escuchado que están saliendo. Creo que debería advertirle de ti.

—No te molestes, el sabe como soy.

Eso era verdad, George me conocía más que yo misma.

—Claro, ¿sabes...?

—No me interesa saber que piensa Samantha, por favor te pido que ahorres tu discurso— la corté.

Me puse de pie con tal de irme; sin embargo, ella habló.

Perfectamente imperfectos ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt