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Después de la muerte de mi madre, y el abandono por mis tres y únicos seres queridos. Abandoné Londres, me mudé a Chicago con el fin de olvidarme de todo, olvidarme de esas tres personitas y seguir adelante. Cuando digo olvidar no me refiero a mi madre, siento que eso es algo que jamás se olvidará porque es mi madre.

Una chica de 16 años, desorientada y con poca salud mental. Decidió buscar ayuda profesional, el psicólogo me ayudó, me hizo ver y entender cosas de las que yo simplemente no buscaba alguna salida o explicación. Fue toda una lucha, pero agradezco que todo esté solucionado.

Bueno... no tanto, aún no entiendo los repentinos recuerdos de mi madre en situaciones como la reunión de hace unos días, o cuando estaba por hablar con ese tal... ¿George?, o siendo más específicos: como ahora.

Volviendo a la realidad me encuentro dándole una bofetada a mi hermano.

Mein Scorts, pelinegro, delgado, ojos grises, pómulos marcados, estúpido, idiota, imbe.... Ok ok tengo que calmarme, el es el hermanito de en medio. Dirijo mi mano a donde se encuentra Seth Scorts y le doy una bofetada que hace que mi mano me arda, Seth es el hermano mayor, pelinegro, ni muy gordo ni muy delgado, el sacó los peculiares ojos de Mamá, uno es azul y el otro está mezclado con verde y café. Ah y también es un estúpido y todo lo que anteriormente dije.

— ¿Dónde putas estaban? ¡Son unos idiotas mal hermanos y mal nacidos!— Les reclame, ellos dieron un brinco.

—Cap, deja que te ex...— comenzó Mein.

— ¡Cállate!— lo corté soltando un sollozo— ¡¿Después de tres asquerosos años sin saber de ustedes te atreves a mandarme un mensaje pidiendo dinero?! ¡¿Me estás jodiendo?!

Sin darme cuenta; de mis ojos brotan lágrimas. Lágrimas que no se sin son de enojo, de tristeza o de alegría al saber que ellos están bien pero... simplemente no lo sé. Azul me mira confundida.

—¿Nena, estas bien?— pregunta con preocupación, mira a mis hermanos con tanta repulsión. Asiento y quitó las lágrimas que habían caído con los pulgares.

—Son... son de mis hermanos, de los que te hablé— digo finalmente, Azul les dedica una mirada asesina, sin saber que hacer o decir asiente con la cabeza. Seth carraspeó.

—Deberían irse, ella no los quiere ver.

—Cuando ella lo diga, nos iremos.

—¡¿Acaso no entiendes?! ¡Ella no...!

—Está bien, Azul. Que digan lo que me quieran decir, da igual— la interrumpo—. Solo... ¿podrías dejarnos solos...?

Dudando entre sí quedarse o no, asiento y se fue para el otro lado. Donde mis compañeros de trabajo nos veían como si se tratase de algún tipo de circo.

Seth intentó acercarse a abrazarme pero yo lo detengo.

— No, ¿Les cortaron las manos o que? Pudieron haberme mandado una carta, ¡UNA-JODIDA-CARTA!

Seth se pasó las manos por pelo, Mein suspiró

— Lo sé y lo sentimos solo deja que te lo expliquemos, en verdad lo siento Cap— frunció los labios—, Si, somos unos idiotas, mal nacidos y mal hermanos por no informarte, solo déjanos hablar ¿Si?.

Lo dice muy tranquilo, como si no me hubiera abandonado por tres años. Me dejo sola, con doscientos dólares y una maleta. Después de pensarlo un momento, yo asiento y les digo que me sigan a los cuartos del bar.

— Ejem, tú se lo explicarás o...—Susurró Mein a Seth

—Yo lo haré, tú eres muy estúpido —Lo corto.

— ¿Y bien?

Seth cerro los ojos por un momento.

— Después... de lo sucedido con Jessica, Mein y yo terminamos la universidad y nos graduamos, entonces decidimos tomar caminos diferentes, yo me fui a Italia a trabajar con una editorial, Mein... bueno el solo se fue—Hizo una pequeña pausa y se sentó en la sofá donde Mein estaba—. Durante un año trabajé en esa editorial, pero poco después la cerraron por problemas de dinero, así que en Enero del 2016 me mudé a New York y casualmente Mein ahí estaba, me mude a su piso con el. En todo ese año nos divertimos y nos olvidamos de todo, de Leonardo, de Jessica, de ti...— su mirada se perdió antes de continuary en abril del 2017 nos mudados aquí, a Chicago.

Espera...

¿Qué?

— ¿Están aquí hace ya cuatro meses?—cuestioné molesta, ¡Cuatros meses!

— Si... lo siento, aún no termino. Todo iba bien— Se froto la cara con su manos, se le veía nervioso—. Hasta que fui a una biblioteca y... vi a mi hermana menor, te juro que cuando te vi me quedé en shock, solo me quedé mirándote, cambiaste bastante. Lo sorprendente fue que no tuve ningún recuerdo de Jessica, hasta que llegue a casa y el tarado de Mein me lo recordó, por cuatro meses estuvimos practicando e intentando hablarte pero... no queríamos hacerte enojar, así que hace dos días te marcamos, no contestaste, te mandamos mensajes y tampoco contestaste. Y ahora.... aquí estamos.

Procesando...

Así estoy ahora, no sé qué decir, por una parte debería estar feliz por saber que están aquí sanos y salvos y la otra parte los quiere golpear por haberse ido.

Hoy no estoy para enojarme.

Perfectamente imperfectos ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz