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CAPÍTULO TRECE

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CAPÍTULO TRECE

Dios ya no la ayudaba, es más, parecía burlarse de ella desde los cielos. Su pulso tembló cuando fue dada vuelta, y el cuchillo que antes lavaba, ahora era apuntado contra su cuello por la sádica mirada de su raptor. Le exigía hablar o en cambio, bueno… moriría, o sentiría mucho dolor. Una lágrima deslizó por su mejilla.

—¿De qué hablas? No te entiendo. —el dudar de sus ojos que viajan a cualquier parte de la habitación lo hace evidente, ella está asustada porque miente con descaro.

—Habla, o lo lamentarás. —amenazó, acercándose cada vez más la filosa punta a su yugular— Honestamente, no me molestaría verte con una cicatriz en la garganta, tal vez por lo menos dejarías de hacer tantas preguntas estúpidas si te corto las cuerdas vocales, ¿no crees? —ella negó, afligida— ¡Habla de una puta vez!

—L-Lo guarde... en el baño, en el cajón donde se encuentran mis cosas. —el cuchillo cayó al suelo en lo que se daba la vuelta, como flash caminó al baño del segundo piso, no era nada gentil abriendo el segundo cajón del estante, con fuerza revolvió entre los productos femeninos hasta encontrar lo que buscaba. Ella había sido astuta, pero no tanto. Cuando volvió a estar frente a frente, analizó su rostro pálido que suda en el suelo, jamás la había visto tan perdida, estaba asustada de lo que él se convirtió.

Esbozando una sonrisa ladina, le mostró el aparato móvil. Con burla lo balanceo frente a su rostro antes de estrellarlo con toda su energía contra la pared de a un costado, el teléfono se destrozó, ya no podía ser usado.

La castaña lloró viendo su última oportunidad irse.

—Ve a tu habitación. —le ordenó después aquello. Las venas saltaban de sus brazos tensos.

—Lo siento, lo siento… —suplicó.

—¡Vete ahora, Hae-e! ¡O te juro que no respondo!

Su amenaza la tomó en serio. Rápidamente sube las escaleras ansiosa y cierra la puerta detrás de sí, sobre el neceser observa las pastillas que le hacía tomar, las miró por un largo tiempo pero no tuvo la intención de meterse alguna a la boca. Su memoria a largo plazo volvería, de una buena o mala manera, terminaría sabiendo quien es ese sujeto que como un maníaco la mantiene cautiva en esa cabaña llamada Rose's Hause. Se sienta en la cama con sus manos temblando, el teléfono que rompió, el cuchillo que coloco en su cuello y la manera en que sus ojos la oerdorabsn, le indica que es capaz de hasta lo peor para tenerla a su lado. ¿Cómo puede pedir honestidad? Si es él quien la engaña.

JungKook exhala, a veces le hace salir de sus casillas, mucho más en esa última semana que pasó, sus memorias iban volviendo de a poco, lo comprobó cuando cuestionó sobre su última pelea, si… aquella vez que todo comenzó. Prometió nunca decirlo a nadie, sería estúpido admitirlo, pero tiene miedo, teme de su improvisado plan, de ser hallado y que Hae-e no consiga entenderlo, después de todo, lo que hace es para protegerla de los hombres que desean dañarla.

Ya la hirieron una vez, no dejará que otro desgraciado la manche. 

 

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