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CAPÍTULO SIETE

En cierto modo, JungKook se considera a sí mismo alguien tímido. Igual a un niño que se enamora por primera vez, tiembla mientras se adentra a la comodidad de las sábanas blancas; la observa apacible con ambos ojos abiertos, mantiene la mirada fija sobre él. Le sonríe, deslizando un brazo debajo de la almohada y otro quieto sobre su costado, sin tocarla. Hae-e se acercó un poco, aún sin cruzar el límite que haría al muchacho caer en una suave locura, aunque tal vez… ya había caído en ella hace mucho tiempo atrás. Se remojo los labios, viéndola respirar con tranquilidad.

—¿Estás cómoda?

—No me quejo. —sonrió— ¿Y tú?

—Es como el cielo, no desearía estar en ningún otro lugar.

Se mostró sorprendida por las palabras dichas. ¿Tanto quería volver a dormir juntos?

—Quiero saber… —murmuró— de qué forma vivo.

—Eres abogada, la mejor del país. Te gusta tomar casos riesgosos, y un noventa por ciento de las veces ganas, también… hum —pensó en que decir— sueles viajar seguido, conoces muchos países. —por lo que contaba, vive una vida buena, sin ningún tipo de necesidad. Asintiendo, pide que continúe contando sobre la boda que tuvieron— ¿Nuestra boda? Ah, ese día… fue muy hermoso y especial para nosotros.

—Dime en qué año fue.

—Hace cinco, usabas el mejor vestido diseñado a medida. Incluso, lloré de felicidad al verte.

—¿Lloraste? —con las mejillas sonrojadas río nasalmente— Eso es muy tierno. —la yema de sus dedos rozaron las mejillas del castaño, pasando por cada parte de su rostro, analizando el extraño parecido que tienen—¿Me puedes mostrar fotos?

Después de los detalles dados, había imaginado el vestido, el peinado, el salón… el día. La emoción recorrió su cuerpo, pues parecía ser muy feliz al lado del hombre que ahora duerme en su cama.

—No tengo ninguna aquí. —explicó, carraspeando— Es mejor que duermas, ya es tarde.

Su estómago se contrajo con un amargo sabor. Frunció el ceño dándole la espalda, ya no quería verlo, estaba molesta.

—No te enojes, cariño.

—Deberías mostrarme fotos de nosotros dos juntos. ¿Cómo crees que me siento estando aquí al lado de mi aparente esposo sin recordar nada de nuestra vida? Tan solo teniendo que imaginar cómo pudo haber ocurrido todo, eres cruel…

Sintió las sábanas moviéndose, y a él sentado. La tomó de la muñeca y la obligó a verlo, sin parpadear, casi sin respiración.

—No vuelvas a decir que soy cruel contigo. ¡No sabes todo lo que he hecho para cuidarte!

Atónita por cómo elevo el tono de voz, se volvió incapaz de pronunciar palabra que vaya en contra de lo dicho. Asintió muda, con el corazón latiendo afligido. Nunca le había gritado, la forma en que la miro… fue espeluznante, amenazante en todo sentido, parecía furioso, parecía odiarla. Pero, JungKook no le haría daño, él la cuida todos los días desde que despertó.

—L-Lo siento, no volveré a decir algo de ese estilo.

Suspirando, la amenazante expresión de su rostro se volvió cálida.

—Está bien, bebé. Ven aquí. —abrió sus brazos para hacer que se abalance sobre ellos.

Sin embargo, Hae-e un poco mareada y confusa dudó largos segundos en sí hacerlo, pero notando su expresión, fue tanto su miedo que lo hizo.