Boca de dragón

XI. Morax (parte 2)

En cuanto fueron tragados por aquella fuerza insólita el camino tras ellos quedó bloqueado por unos sellos nuevos completamente distintos a los que Zhongli había colocado otrora y quizá el antiguo arconte se hubiera preocupado por ello de no ser por el ser que se encontraba en el centro de la gigantesca caverna a la que habían ido a parar, rodeado por una barrera que el mismo había puesto para evitar una destrucción mayor de la que ya se produjo en su momento, mucho tiempo atrás. Sintió un tirón en su pecho, un dolor conocido que le dejó por un momento sin respiración mientras sus ojos se abrían ligeramente por la sorpresa. Emociones que había empezado a conocer demasiado bien se atoraron en su garganta en una sensación de asfixia.

La persona que allí había encerrado...

Esta persona había sido en el pasado realmente importante para Zhongli.

Un buen amigo.

Por fin era capaz de recordarlo.

No era que lo hubiese olvidado. No a él, nunca a él. Nunca olvidaría todo lo que sucedió entonces. Había estado confundido, sin embargo, por los continuos cambios en la geografía de la zona. Ahora que lo tenía delante, todos aquellos recuerdos dormidos eran claros como el cristal.

Azhdaha.

Su apariencia, sin embargo, no era la que Zhongli recordaba. Dentro de los pilares que retenían al dragón se encontraba una pequeña niña. Su cabello azul brillante ondeaba con el aliento cálido que salía de las entrañas de la tierra. Las pequeñas enredaderas que se adivinaban en los costados de su boca arañaban su cuerpo allá dónde la piel se mostraba como arterias verdes que erosionaban su piel, venas rojas se dibujaban en la esclerótica de sus ojos marrones y Zhongli pensó, con pesar en su corazón, que si aquello fuera una pesadilla no distaría de las muchas que había estado teniendo últimamente.

A su izquierda, Ganyu y Xiao empezaron a incorporarse de su propia caída, detrás de él, Paimon volaba alrededor de Lumine, intentando quitar de su cabello dorado los restos de gravilla que habían quedado adheridos tras el golpe.

-¡Morax! -la pequeña habló con una voz profunda, grave. El crujido de las raíces de su boca casi hizo que el aludido diera un inconsciente paso hacia atrás-. Después de mil años, ¿quién iba a decirnos que volveríamos a vernos bajo estas circunstancias?

-Azhdaha, ¿cuál es el significado de esto? -preguntó Zhongli en vez de seguirle el juego. En algún momento, Ganyu y Xiao se habían movido a la vez para colocarse frente a él, una reminiscencia de un pasado que parecía demasiado presente. Lumine finalmente se había colocado a su lado, con Paimon flotando a su alrededor mientras miraba frenéticamente a todas partes, probablemente buscando una salida por la cual huir.

Zhongli sabía que no tenían escapatoria.

-¿No te olvidas de saludar a otros? -Xiao espetó, buscando que el dragón desviara su atención de Zhongli.

-¡Por supuesto! ¡Xiao! ¡Ganyu! ¡Como era de esperar los perros siempre siguen a su dueño! -espetó Azhdaha.

-¿A quiénes estás llamando perros? -Ganyu preguntó con el arco en sus manos, lista para tensarlo en cualquier momento.

-¡Tienes razón! ¿Qué es más bajo que un perro? ¡Después de todo vuestro amo es el perro así que vuestra denominación debería estar por debajo! -las palabras fueron dichas en ese cuerpo infantil con el desprecio reverberando en ellas. Un crujido resonó frente al antiguo arconte y no pudo evitar preguntarse cuál de los dos adeptus frente a él se había sentido más insultado por ellas.

Probablemente ambos.

Zhongli sintió el conflicto nacer nuevamente en él. Por un lado, era obvio que Azhdaha no había cambiado (¿cómo iba a hacerlo?). Hacía mucho tiempo que el corazón del dragón se había transformado. La luz que había iluminado sus ojos y su ser se había hundido en una oscuridad de la que el antiguo arconte no podía sacarlo. No antes, mucho menos ahora. La mente de Azhdaha se había erosionado con el tiempo hasta quedar reducida a una vorágine de maldad que había ido perdiendo poco a poco la razón y ese era el motivo por el cual no le había quedado más remedio que sellarlo.