VIII. Rex Lapis (parte dos)

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Zhongli empezó a creer que su mala suerte se debía a que en alguna vida anterior había sido un bastardo sin escrúpulos. Luego se preguntó si el circulo de la reencarnación se aplicaría a los adeptus de la misma forma que a los humanos y finalmente aplastó el pensamiento en el fondo de su cabeza por considerarlo simple y llanamente inútil.

Era una persona curiosa así que probablemente el pensamiento volvería a ahondar en su cabeza en algún momento pero ahora no era el indicado.

—Hanxue asegura que la apertura llena de minerales de la montaña Aozang fue hecha por Rex Lapis —le escuchó explicar a Yixuan—. Yo digo que eso no tiene sentido, Rex Lapis era un dios, no un detector de metales, ¿por qué molestarse? Además, está muy alejada de los poblados, ¡probablemente fue hecha para proteger a algún grupo de mortales en su camino de vuelta a su hogar tras algún desastre natural como una tempestad o algo así!

—Pamplinas —cortó Hanxue—. ¡Era el arconte de la tierra, seguro que podía sentir cualquier alteración en la misma! Obviamente una caverna tan llena de minerales raros fue creada por el Rey Geo con el fin de dar a las gentes de la región más metal con el que poder trabajar. ¿Y qué si está lejos? El Rey Geo era un gran sabio, ¡sabe que el trabajo duro es lo que hace al hombre! —el ceño del hombre estaba tan fruncido que las arrugas poblaban su rostro.

—¿Y bien? ¿Cuál es su opinión? —ambos preguntaron. Zhongli trató de ignorar su creciente dolor de cabeza. En cualquier otro momento habría estado encantado de romper sus esperanzas de una manera amable.

Pero no era cualquier otro momento.

Podía sentir la mirada penetrante de Xiao taladrarle la nuca.

—Ninguno de los dos tiene razón en su suposición —el antiguo arconte habló—. Es cierto que la caverna de la montaña Aozang fue hecha por Rex Lapis pero no hubo ningún motivo noble detrás de su formación. Él simplemente estuvo peleando con algunos dioses molestos y la fuerza del impacto al arrojarlos contra la montaña acabó formando la caverna —explicó con un tono monocorde, esperaba que no se notase su tensión.

Porque estaba realmente tenso.

—Como siempre no tiene sentido alguno preguntarle al señor Zhongli —resopló Hanxue—. Siempre intenta hacer quedar a Rex Lapis como alguien tan banal.

—¡Al menos su punto de vista es más refrescante que el tuyo! —y con eso ambos se enzarzaron en una nueva discusión de la que Zhongli no quería ser participe, pero en la que se vio obligado a participar de todos modos.

—¿Creía que el señor Hanxue y el señor Yixuan solían compartir la misma apreciación por el Rey Geo? —decidió preguntar en un intento de derivar la conversación a un cauce más amable.

—¡Y lo hacemos! —exclamó Yixuan—. Simplemente nos hemos dado cuenta de que nuestros puntos de vista son un tanto distintos... en cuanto a Rex Lapis se refiere, claro.

—Así es —concordó Hanxue.

—Es bueno compartir distintos puntos de vista pero no creo que discutir airadamente sobre ellos sea lo más recomendable —después de todo, Zhongli no se habría percatado de que estaban allí en un primer lugar si estos no hubieran estado discutiendo en voz alta. Ahora, se arrepentía de no haber pasado de largo en cuanto distinguió sus voces.

En su fuero interno, maldijo a su curiosidad.

—¿Cuál es el punto de cuestionar todo eso? —después de un corto periodo de tiempo, fue la voz de Xiao la que rompió la discusión—. Si Rex Lapis deseaba crear una caverna, mutilar un acantilado o destrozar una montaña lo haría. Sus motivos solo él los sabría y a nadie le debía explicaciones sobre sus actos —el silencio que siguió a sus palabras habría rivalizado con el condensado de slime en su forma. Zhongli se llevó ambas manos al rostro en un intento de cubrir la vergüenza que las palabras de su antiguo discípulo habían despertado en él.

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