Parte sin título 6

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Madre

Sé que han pasado algunos meses de la última comunicación, pero no ha sido mi voluntad. 

Ahora estoy en el puerto de Iguazú, me alojo en el barrio de Samaritana, el capitán ha enfermado y no planeo cambiar de flota, me han tratado bien y voy a corresponder. Trabajo en la carga de barcos para vivir, es un trabajo duro pero al menos me deja para lo más elemental; ya no soy un muchacho flaco y desgarbado, o al menos así me veo ahora.

Madre, a finales de junio me pasó algo; era ya de amanecida y desde el puerto se podía avistar una breve colina con un apretado poblado de árboles, estábamos esperando las órdenes de partir cuando quise explorar en la colina si había entre los arbustos alguno frutal, no hallé nada, pero allá en la cima estaba un hombre colgando. Al primer golpe de la vista sentí que mi corazón se aceleraba y con algún horror quise irme de ahí, pero tuve la necesidad de auxiliar cuando oí que el hombre balbuceaba. Subí pues hasta donde estaba suspendido por los aires, era un hombre modesto, seguramente del puerto, ebrio y sudoroso; había pasado la noche colgado y ahora, horas después de sueño, quería bajarse y regresar donde su mujer, lo ayudé como pude a bajar, estaba atado de la cintura y no del cuello; resulta que deseaba, en el efecto del alcohol, suicidarse. Subió emborrachado hasta donde ahora estaba colgado, llevaba entonces su cuerda, trepó y ató la cuerda, la anudó a su cuello y se tiró, pero sintió los tirones y el rigor de la muerte, y en medio de su desesperación logró bajar el nudo a la cintura para estar más confortable. No murió, desde luego, sólo subió a dormir la resaca, pero me confesó sinceramente que su intención sí era matarse.

Te envío un abrazo y todo mi amor.

Libro del naveganteWhere stories live. Discover now