-Oh, eres un tontuelo-recarga su cabeza en el respaldo y se acerca a mí-, ¿cómo podría abandonarte? Por ti esperaría para toda la vida, hasta que las estrellas cayeran y el suelo se abriera.

Siento como su rodilla choca con la mía. La rozo ligeramente con la suya y luego la retiro.

-Entonces, ¿estarás aquí ya?

-Sí, me quedaré.

-¿En serio? ¡Eso es increíble! Puedes quedarte conmigo mientras encuentras un apartamento un una casa, aunque puedes ir también a tu rancho, pero mejor quédate aquí, por favor- escupe las palabras como una ametralladora, como un niño al que le prometen un viaje a la playa si se porta bien. No quiero sacarlo del error, sería como arrancar una rosa de raíz.

-Yo… no…

-Sí, mira este sillón se hace cama y tengo cobijas extra en mi habitación, tú te puedes quedar ahí-corre a su habitación y escucho como abre y cierra cajones-.¿Quieres una pijama?

-No…-debo complacerlo, remunerar algo de lo que él me ha dado, un poco de la felicidad que, sin escatimar, me ha proporcionado-. Bueno, sí.

-Tengo una azul, está limpia-grita desde el cuarto.

-El azul es mi color favorito.

-El mío también. ¿Sabes? Es extraño, a pesar de que siento que no ha pasado ni un día desde la última vez que nos vimos, me sorprende lo poco que nos conocemos de verdad.

-Lo que tuvimos fue una estrella fugaz: algo para apreciar en el instante, pedir un deseo y dejar que el infinito se lo lleve con la esperanza de que vuelva algún día convertido en realidad.

???

Silencio en el cuarto.

Con la pijama en las manos Zack sale muy lentamente y los ojos abiertos.

-Qué hermoso pensamiento.

-Si te soy sincero no sé de dónde salió-respondo-. Quizás tú sacas lo mejor de mí.

Se sienta a mi lado y me ve a los ojos. Su negra piel se ve tersa y suave como si no hubiesen pasado siete años, como si se hubiera detenido el tiempo entre nosotros.

-Tú sacas lo mejor de todos los que te rodean-responde y toma mi mano en las suyas.

Ojalá fuera verdad.

-¿Estás nervioso?-me pregunta.

-No, ¿por?

-Te sudan las manos, antes no te sudaban.

-Oh, no sé, creo que es el calor.

Sus ojos se entrecierran a medida que se acerca a mí. Mi paranoia encerrada mira afuera de la ventana como si esperara que alguien me estuviera vigilando todo el tiempo esperando a descubrir mi homosexualidad. En enfermizo.

El timbre suena y giro la cabeza. Los labios de Zack me besan la comisura de los labios y la barbilla.

-La pizza-digo y me levanto a abrir pero Zack se me adelanta y recibe la pizza antes que yo. 

-Eres mi invitado, tú siéntate y busca que película quieres ver.

Me regreso a la sala y me pongo en cuclillas para ver los títulos. El olor a queso derretido dirige mi mirada a la pizza y veo como Zack paga el doble del precio.

-Disculpe por molestarlo. Es peligroso andar en motocicleta con esta lluvia.

-Wow, gracias, señor-dice el repartidor y mira su propina mientras Zack cierra la puerta.

Deja la caja sobre la mesa de cristal entre el sillón y el televisor de pantalla plana. De la cocina trae platos y servilletas y una botella de vino Lambrusco.

-Leo, ¿te… te puedo pedir algo?

-Sí, lo que quieras.

-¿Podríamos hacer una ehm, pijamada? Es que, verás, siempre quise hacer una de chico como en las películas y cuando llegaste tú al rancho se me ocurrió que podríamos hacer una, ya sabes ver televisión, películas de terror, dormir hasta tarde… pero nunca pudimos por… bueno, porque yo era un trabajador y tú el hijo del patrón.

-Oh, pero dormíamos juntos-respondo recordando aquellas veces que teníamos levantarnos antes que el sol para que nadie nos descubriera.

-Sí, pero no es lo mismo. No tenemos que hacer nada si no quieres-dice y me doy cuenta que he sido más obvio de lo que me gustaría.

-Me parece una idea perfecta-digo y escojo la película de El Conjuro-- ¿Qué dices?-le extiendo la película.

-Uy, perfecta elección-afuera el gris plomizo del cielo comienza a tornarse más y más negro haciendo la velada perfecta para ver películas de miedo.

-Sólo me pondré la pijama-me cambio en el pasillo, hacerlo en el baño indicaría que algo está mal y no quiero arruinar estas dos semanas. Regreso y me siento junto a Zack que ya ha hecho del sofá una cama enorme muy cómoda. Nos servimos dos rebanadas de pizza cada uno y hablamos mientras terminan los cortos del inicio.

-¿Y qué haces en ese edificio? ¿Cuál es tu trabajo?

-Oh, es administrativo, por decirlo. Buscamos que las cosas se hagan conforme la ley lo marca. Que en el campo los trabajadores no sean explotados, que respeten los sindicatos, todo eso.

-Oh, yo podría ayudarte.

-En serio, mi papá me está enseñando todo eso. De hecho hoy fui a una dependencia…-mi dialogo fue cortado por el inicio de la película que, aun sin empezar, comenzaba a ponerme la piel de gallina-, bueno, luego te cuento.

**

-¿Zack?-digo en medio de la oscuridad. Decidimos quedarnos en el sofá cama, juntos. Trajimos unas cobijas y unas almohadas, pero el verdadero calor, el verdadero sentimiento de seguridad viene de Zack. Me acerco a él solo un poco para percibir su loción amaderada.

-¿Sí, Leo?-responde dándome la espalda.

-¿Estás despierto?

-No, ya me dormí, ¿por?

-Tengo miedo-respondo y mis manos comienzan a sudar.

-Yo te cuidaré de cualquier bruja o demonio que te quiera atacar-dice con voz heroica.

-No… no es por la película.

-¿Entonces?-su voz se torna melancólica, como la mía.

-Es difícil de decir.

La oscuridad hace que pueda hablar. Soy como un fantasma, no puedo ser yo mismo a menos que sea en la oscuridad, en secreto. No puedo ser gay abiertamente y tengo que esconderme como un monstruo, en lugares oscuros, debajo de la cama, en el clóset, dónde nadie me vea.

-¿Quieres hablar?

-No-contesto-, sólo… ¿podrías abrazarme?

Su cuerpo se voltea y me estruja con cariño sin pegarse demasiado a mí.

-Sea lo que sea, estará bien. Lo prometo-me dice.

-¿Puedo pedirte una cosa?

-La que sea.

-No vuelvas a dejarme, no te aparte de mí nunca más.

-Jamás.

Es difícil sentirse reconfortado cuando te prometen lo imposible. Cuando sabes que, por mucho que quieras detener la lluvia, esta caerá llevándose tu felicidad como hojas secas, arrastrándolas y borrándolas de la calle y todo seguirá su ritmo como si nada nunca hubiera pasado.

La Hacienda Where stories live. Discover now