Lluvia.

1.9K 114 15
                                    

-Perdón por el desorden-dice mientras gira el pomo de la puerta-. No puedo creer que haya vuelto-sus ojos se iluminan al decirlo y su cara se emociona en una sonrisa autentica-, de verdad, es como si fuera un sueño… he soñado esto muchas veces, ¿sabes? Pero siempre terminaba despertándome solo, en medio de la oscuridad.

-Yo también soñé este momento muchas veces-cierro la puerta detrás de mí- y esto es… no sé, surreal-le digo y es cierto-, como si…

-Fuera demasiado cierto para ser verdad-termina él por mí.

Y es cierto.

-¿Tienes frío? Quítate el abrigo, está empapado-lo toma en sus manos y se lo lleva a una habitación.

Miro el apartamento. Es… perfecto. Ni muy grande ni muy chico. La luz es ambarina y parece proyectarse a través de las paredes. En el aire descansa un ligera esencia al cuero de los sillones y a barniz de madera, el olor de todo buen apartamento de soltero.

Pero, ¿seguirá siendo soltero?

La madera del suelo me invita a quitarme las botas de tiburón y los calcetines. Los dejo a un lado de sillón y camino por el lugar. Hay cuadros representativos del Quijote en una pared mientras que en la otra se proyecta el mundo exterior. Las gotas chocan contra el cristal como una perfecta canción. Las persianas semi abiertas dejan ver más allá de la ciudad, hacia las nubes que atormentan el paisaje sin darle la paz que busca, sin dejarlo disfrutar de la quietud.

-¿Quieres algo?-escucho la voz de Zack desde la cocina.

-No, nada, estoy bien-respondo de manera cortés. Ha pasado tanto tiempo y volver a ser personas íntimas no es tan fácil.

-Vamos, ¿no tienes hambre?

-Sólo un poco, pero estoy bien.

-Pediré una pizza-su cabeza se asoma por la puerta de lo que parece la cocina-, ¿de qué te gustaría?

-¿Mexicana? ¿Con pepperoni? ¿Por favor?-digo poniéndome rojo.

¿Por qué siento vergüenza? Es Zack, por Dios.

-Perfecta elección-responde y comienza a marcar el teléfono inalámbrico-, ¿grande o familiar?

-…familiar-de verdad me muero de hambre.

-Ay, si, no tengo hambre-se burla tiernamente de mí y desaparece de nuevo en cocina. Su voz ahogada se oye pidiendo la pizza.

Continúo viendo el apartamento. Tiene un gusto modesto, pero varonil como a mí me gusta, lleno de libros, pintura oscura y muebles toscos… completamente diferente al mío. Yo no elegí la decoración de mi propia casa.

-Listo-dice Zack saliendo de la cocina y acercándose a mí, demasiado-. ¿Qué quieres hacer mientras esperamos?-siento su mano rodear mi cintura y un escalofrío recorre mi espalda. Mis ojos se abren como platos y me aparto un poco.

-Ehm, ¿por qué no me cuentas que has hecho? No he sabido nada de ti en siete años y quisera volver a estar al tanto de tu vida-digo sentándome muy derecho en el sillón de cuero negro.

Sorprendido por el repentino cambio de la atmósfera, Zack se parpadea. No parece molesto sino un poco decepcionado pero rápidamente cambia su rostro por su sonrisa característica.

-Pues dejé el rancho por un tiempo, ahora solo voy algunas veces durante poco tiempo-se avienta al sillón y se acuesta en él. Se quita los zapatos con el pie contrario cada uno empujándolos desde el talón.

-Sí, Liz me contó.

-¿Ya fuiste al rancho?

-Sí, pensé que estarías ahí y cuando me dijeron que ya no trabajas casi me da un infarto.

La Hacienda Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora