Capitulo 45

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No pretendo ocultar en las sobras lo que le provoca a mi corazón sentir la suave luz de un atardecer. No comprendo como algo tan sencillo provoca en mi tan desbordantes sensaciones. He de compararlo con tu mirada, con tus caricias. Tan cálidas. Tan suaves. La misma calma, la misma magia.

Siempre tuya, C.

Los designios de la vida. Tan complicados, tan peligrosos.

Camila salio de la casa de Lauren siendo pasadas las nueve de la noche. Era la segunda vez que se quedaba a cenar con ellas.

Podía sentir la tensión entre ella y Lauren. La tentación sobre ellas. Se les notaba. Seria cuestión de tiempo para que cayeran. Para Camila era tan difícil pasar a su lado sin poder tocar. Era una situación complicada, ya que ella tenia a su novio. Pero Lauren era su escape. Siempre lo fue. Siempre sintiéndola tan suya. Consideraba que tenia el derecho a ella.

La fidelidad es una decisión, pero era extraño si se sentía que a quien debía serle fiel era Lauren y no a Shawn.

Cuestión irrazonable si se tomaba en cuenta con quien si mantenía una relación seria. Y es que ese era el problema, no debía ser seria, si no sana y ella lo estaba perjudicando todo aceptándo esa verdad.

Solo seria cuestión de tiempo.

Las dos lo sabían.

Esos pensamientos se la estaban comiendo. Su mente estaba tan confundida que no presto mucha atención a lo que tenia en frente de ella.

Freno asustada al ver una figura delante de ella. ¿Que mierdas fue eso? Se preguntó viendo al frente.

- ¿Se encuentra bien? - Camila se bajo del auto siendo consiente del peligro, no le importó, casi atropella a esa mujer - Lo lamento, esta un poco oscuro y no la vi.

- Aun sigues sin hacerlo, querida. Tan parecida a ella cuando te lo propones.

Camila miró a la mujer aun mas asustada. Vamos, era la vida real. Esa mujer no se transformaría, no le saldría colmillos ni mucho menos se la comería.

- ¿Necesita ayuda? - logro preguntar.

La luz de su auto alumbraba a la mujer y vaya que era aterrador. Su cabello, un tanto blanco, su rostro demacrado y esa sonrisa cansada le erizaron la piel.

La mujer se le era conocida. La detalló más, por supuesto, en algún lado la tuvo que haber visto.

- ¿Ayuda? - pregunta la anciana sonriendo sin la más mínima gracia - ¿Que te hace creer que necesito ayuda? Tu eras la que necesitaba mi ayuda. Ella. Le mostré, le mostré creyendo que abriría los ojos, pero los cerro mas y ahora ella sufriera y yo estaré condenada. Que mujer tan terca.

- ¿Disculpe? No la estoy entendiendo - ¿Debía acercarse? No, claro que no. Debía correr a su auto y olvidar que eso había pasado.

- Por supuesto que no, Camila. Tu nunca entiendes. Pero ya lo sabes. Se que eres consiente de que algo esta pasando. Puedes sentirlo. Incluso gracias a mi, lo escuchas.

Claro, era hora de salir corriendo. De ninguna manera conocía a la mujer en cuestión y por lo que presentía, no estaba preparada para conocerla.

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