Capítulo 4

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Mi alarma sonó junto con la de Carmen. Estiré el brazo hasta mi mesa de noche y apagué la mía.

Me despavilé y me senté en la cama.

Aún su alarma seguía sonando, así que, me levanté y fui hasta su lado para apagarla. Los sonidos de esas cosas me ponían demasiado nerviosa.

Carmen no se movía, estaba perfectamente sumida en su sueño. No sabía si sacudirla o no, aún no creía que hubiera suficiente confianza como para hacer tal cosa.

Mi intento de decisión, fue interrumpido por un rápido golpe en la puerta.

-¡Vamos, vamos!- escuché un grito detrás de la puerta, reconocí la voz de Shelby- ¡La belleza solo madruga, mientras antes esté levantada, más linda me verán pintada!- rimó la chica sin ningún sentido según yo mientras oía que se alejaba.

Carmen finalmente abrió los ojos, y se sobresaltó bastante al verme parada justo al lado de su cama.

-¡Mierda, Maggie!- exclamó sentándose.

-Perdóname- dije como si hubiera robado lo más preciado que ella tenía- Es que... tu alarma sonó y no te despertabas, así que, la apagué.

-Descuida- respondió casi riendo y parándose.

Ambas salimos de la habitación, aún en pijama, y fuimos hasta la cocina/comedor para hacernos el desayuno.

Las Kappa, como me dijo Shelby ayer, no desayunaban ni cenaban en la cafetería. No me explicó porque, solo aclaró que solo almorzaríamos.

Incomodidad no era suficiente palabra y sentimiento para describir lo que me pasaba en ese momento. Mi idea era, primero cambiarme y después venir, pero tampoco quería estar sola por aquí, así que, solo seguí a mi compañera de cuarto que se mandó a afuera sin ninguna vergüenza.

Mi pijama era corto y sentía que cada vez se hacía más ridículo con cada paso que daba. Todas eran chicas con cuerpos envidiables, claro está.

Pero ser flaca no es sinónimo de sexy. Mi "soy flaca" era sinónimo de "escuálida sin querer presumir nada, ya que no lo hay".

Todas estaban en pijamas, pero, podía considerarse lencería, algo que, si yo lo compraba, probablemente, mi mamá me hubiera hecho pedirle perdón a Dios y a todos los santos y vírgenes en este cielo. Sumado a que, obvio, iría al infierno por provocar mi sexualidad.

"Una chica no puede regalarse, esas cosas sirven para regalarse", decía mi mamá siempre que miraba comerciales o películas.

Entré a la cocina, me serví café que ya estaba hecho e intenté buscar... algo para comer. No encontraba nada. Waffles, no. Pan para tostadas, no. Galletas, no.

Estuve tanto abriendo alacenas que, algunas chicas, empezaron a mirarme raro, hasta que terminé sola en la cocina.

-¿Qué pasa, linda?- preguntó Shelby detrás de mí y volteé cerrando uno de los muebles.

-¿Hay algo para comer?

-Por supuesto- respondió obvia, pero "amable"- En la mesa ya están las galletas de arroz con mermelada de frambuesa.

¿Hay algo que no sea rosa? Y... ¿Galletas de arroz?

-Las Kappa no comen carbohidratos, a menos que algún chico nos rompa el corazon- agregó- Eso significa: cinco chocolates, medio balde de palomitas de maíz y helado... bajo en grasa.

Asentí sin discutir y me fui a sentar a la mesa junto a Carmen.

Genial, no solo seré escuálida, sino, que voy a directamente desaparecer.

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Cuando Carmen y yo terminamos de desayunar, fuimos hasta la habitación otra vez para cambiarnos y empezar el primer día.

Yo, por mi parte, me fui al baño. Mientras, Carmen, se cambiaba en la habitación.

Una vez, terminado, abrí la puerta lentamente hasta que ví a mi compañera lista armando su mochila. Así que, salí completamente.

-¿Qué tienes ahora?- me preguntó.

La peor y más inservible materia en astronomía y en la vida de todo el mundo en general.

-Filosofía con la profesora Amstrong- contesté mirando mi horario en el escritorio.

Antes de que Carmen agregara algo, golpearon la puerta.

-Pasa- dijo segura ella ¿Esperaba a alguien?

La puerta se abrió y me dejó ver a... ¿Bryan?

-¡Hey, Max!- exclamó con una sonrisa sorprendido de verme ahí.

Quise decir que aún no eran las 9AM y no podía estar aquí porque es un chico. Pero él era mi amigo, sus palabras. Los amigos se apoyan, ¿no?

-Hola- saludé imitando su gesto.

-¿Se conocen?- preguntó confundida Carmen.

-Si, le di el tour ayer- respondió él- ¿Quieres que te acompañe?- siguió en dirección a ella.

-Claro- mi compañera se acercó a él y le dió un beso en la mejilla.

¿Ya tiene novio? ¿Hace cuánto se conocen? ¿Mi amigo y mi compañera de cuarto?

Era una persona muy curiosa y me sorprendía que justo las dos personas que conozco estén en algo.

-¿Max?

-Si, gracias- respondí.

Bueno Maggie, a que el mundo sea tuyo. A eso viniste, ¿no? Aunque, primero debes entenderlo, ¿cuánto llevará eso?

Las hermanas Omega 💌 La aventura de crecerWhere stories live. Discover now