Adeline Weasley「Draco Malfoy」

🐍Leo Snape🐍

—¿Eres hijo... del profesor Snape? —pregunto con incredulidad.

Y era obvio. Aquel chico no compartía ningún rasgo físico con su profesor de pociones, era simple porque Leo era tractivo y su profesor no.

El solo rio ante la incredulidad de la pelirroja.

—¿Tan increíble es? —una pequeña sonrisa adornada su rostro.

Por un momento Adeline pensó que tal vez lo estaba ofendiendo de alguna manera y se sintió avergonzada, apenas lo conocía como para decir algo como eso.

—Lo siento si fui grosera, yo no...

—Está bien, no te preocupes. —la interrumpió. —No eres la única que le cuesta creer que mi padre es el Profesor Snape.

Ya no sabía que más decir, se había quedado sin palabras y ante el silencio que los rodeo empezó a sentirse incomoda, aún estaban en el piso del patio y Leo estaba invadiendo solo un poco su espacio personal. El frio comenzaba a afectarle.

—En verdad lo siento... —nuevamente se estaba disculpando. —No tenías por qué presenciar eso.

La mirada del chico estaba repleta de curiosidad. Adeline por su parte solo podía sentir vergüenza porque alguien más la había visto mientras gritaba como loca y lloraba. No era una buena primera impresión.

—¿En verdad te estas disculpando? —pregunto incrédulo frunciendo levemente su frente.

—Si... —susurro dudosa.

—No tienes por qué, no hiciste nada malo. —en la forma en que lo dijo fue tan simple que generó cierto alivio en Adeline —Bueno... quizás golpear unos indefensos arbustos sea lo único malo que hiciste.

Instintivamente Adeline miro los arbustos, sus ramas se habían quebrado y unas cuantas hojas estaba tiradas en el piso. Si les había dado una buena golpiza y por la vergüenza de eso su rostro se tornó rosado.
La pequeña carcajada de Snape hizo que apartará la mirada de los arbustos y regresara hacia el chico, se estaba riendo de su vergüenza.

—Tienes razón. —se rio al igual que el chico.

Su cuerpo comenzaba a sentir el frío del invierno, llevaba solo su pequeño suéter y por todos los sentimientos que había tenido no se percató del frío que hacía. Se abrazó a si misma tratando de darse algo de calor cosa que no pasó desapercibida para Leo.

—En verdad lamento que hayas presenciado todo eso, no suelo... Hacer tales berrinches.

—No creo que fuera un berrinche. —se levantó mientras decía aquello. Sacudió la tierra de sus pantalones—Fue algo así como un momento de desahogo.

Le tendió su mano para ayudarla a levantarse y ella gustosa acepto su ayuda. Cuando se levantó sintió un pequeño dolor en sus rodillas confirmando que si se había raspado.

—Sería mejor ir adentro, —Leo hablaba mientras se quitaba el abrigo que traía. —Te estás congelando.

Coloco el abrigo sobre los hombros de la pelirroja. Enseguida sintió como el calor la envolvió y también como la fragancia del pelinegro llegaba a su nariz. Iba a protestar para que no lo hiciera, pero tenía razón, se estaba congelando.

—Gracias. —susurro. No sabía que más decir.

No hicieron falta más palabras para comenzar a caminar uno al lado del otro directo a su sala común. No sabía con exactitud qué hora era, pero estaba segura de que ya había terminado la cena y que todos ya deberían de estar en sus dormitorios, solo esperaba que no fue tan tarde como para un castigo. Los pasillos estaban desiertos e iban en total silencio hasta que el chico decidió ponerle fin.