Capítulo 28: Es mi única nieta

97 6 0
                                    

Llegó el momento de despedirse de los familiares, las chicas no dejaban de llorar, cosa que Paula no hacía porque no quería que su abuela se fuera con el recuerdo de su nieta llorando.

La morena se encontraba despidiéndose de su hermano y su abuela, no quería despedirse de ellos y menos de la anciana, pues de lo mayor que era no sabía si volvería a verla.

- Sabes que puedes llorar ¿no, bonita?- preguntó la mujer acariciando la mano de su nieta.

- No hace falta llorar, no quiero que esto sea un momento triste- dijo Paula con una sonrisa poco convencible.

- Claro que hace falta llorar, si te desahogas con todo llorando- comentó Edward poniendo un brazo en el hombro de su hermana, a lo que su abuela y la morena respondieron dándole un pisotón con el bastón y un codazo respectivamente- Cuánto cariño por vuestra parte.


Paula rodó los ojos y se dirigió a su abuela ignorando a su hermano.


- Quiero que me escribas todas las semanas y me cuentes que tal están todos y como te vas encontrando tú- dijo la chica.

- Pero si desde que estás aquí te escribo siempre- comentó la anciana.

Y era cierto, desde que Paula se fue a vivir con Edward le fue mucho más fácil contactar con su familia materna porque no estaba bajo el techo de su padre, ya que le impedía ponerse en contacto con alguno de ellos.


Edward las dejó un momento a solas para que pudieran despedirse en condiciones.

- Te prometo que en cuanto pueda pagarme un avión iré a verte- dijo la chica abrazando suavemente a su abuela.

- No creo que te haga falta pagarlo- dijo su abuela perspicaz, a lo que Paula se quedó mirando extrañada.- Está claro que le gustas a ese chico, no veo nada malo en que te conviertas en princesa, entonces no tendrás que pagar nada. Pero prométeme que nos invitarás a todos a la boda.- terminó diciendo la anciana en un tono bastante alto, pues estaba un poco sorda

- ¡Abuela!- susurró Paula con vergüenza.

- No hay de qué avergonzarse, como he dicho ese chico no tardará en decirte lo que siente- la anciana se quedó mirándole un momento- ¿Y tú, qué sientes por él?

- Pues... No lo sé- dijo Paula con timidez, no es que quisiera hablar de este tema con su abuela.

- No seas tonta, si yo no digo nada- dijo la anciana quitándole importancia al asunto.

- Si te lo cuento ya no sería un secreto, además no eres la mejor para guardar un secreto- dijo Paula riéndose un poco de su abuela, pero era cierto, su abuela le ganaba en curiosa y cotilla.

- Paula Grant, no te atrevas a reírte de tu abuela- dijo un poco molesta la anciana, pero se le pasó en cuanto su nieta le dio un abrazo.

- También me gusta, pero no estoy segura de que sienta lo mismo, aquí hay chicas mucho mejores que yo- comentó la morena insegura.

- Cuando empieces a verte como te vemos los demás, te darás cuenta de lo equivocada que estás- dijo su abuela acariciando el rostro de su querida nieta- Primero tienes que aprender a quererte bien, porque así estarás preparada para quererle de una forma incondicional.


Paula no pudo evitarlo y empezó a sollozar. A su abuela le dolía mucho verla así, era su única nieta, la única que hubiera podido malcriar si hubiera estado cerca de ella, era la única que le recordaba a su querida hija Elena. Pero lo más importante, su nieta había perdido su amor propio por comentarios ofensivos de su padre, y ella no iba a dejarlo así, quería que su nieta volviera a ser feliz y sabía que con ese chico lo era, aunque primero debería aprender a valorarse más.

Si te lo contara ya no sería un secreto (La Selección)Where stories live. Discover now