jeffrey dean morgan
summary: en el hospital solo permiten visitas que sean directamente familiares, así que finges ser la esposa del hombre que evitó que te atropellaran y fue atropellado en tu lugar.
Si tuvieras que pensar en algún sitio que te hiciera sentir incómoda, probablemente serían los hospitales. No era la infraestructura en sí, el ambiente era el culpable. La sensación de estar en un lugar repleto de esperanza y dolor simplemente te carcomía la cabeza. El estar en la sala de espera, impaciente por el estado del chico que no había dudado en sacarte del camino y recibir el impacto de un coche en tu lugar, te hacía sentir culpable. No parabas de pensar que estabas en el lado incorrecto del hospital. Él no merecía haber sido operado de urgencia, en su lugar, debiste haber sido tú, y es por eso que te habías quedado allí, esperando a que algún médico te informara sobre el hombre desconocido.
La mujer de uniforme azul que habló contigo cuando llegaste, apareció frente a ti nuevamente. No eras profesional leyendo el lenguaje corporal, pero el que una de sus manos estuviese en su bolsillo y la otra presionara su bolígrafo sin parar, no te dio una buena espina.
—¿La operación salió bien? —preguntaste tras ponerte de pie.
—El paciente está estable —explicó —. Lo que sucede es que no puedo darle más detalles. Hay una nueva política en el hospital: solo familiares directos pueden recibir información. Y a menos que pueda demostrar que es algo del paciente...
—¡Soy su prometida! —la sortija en tu mano brilló durante un instante —. ¿Cómo está él? ¿Puedo verlo?
Si alguien se atrevía a preguntarte por qué habías mentido sobre ser la prometida de ese pobre hombre, no sabrías cómo responder. Tu pecho ardía de la vergüenza. Eras una mujer casada, fingiendo ser la pareja de otro hombre, solo para entrar a su jodida habitación de hospital. No estabas muy segura de hablarle sobre aquel desliz a tu verdadera pareja.
La doctora te explicó sobre el estado del paciente mientras te llevaba a la habitación. Te entregó unos formularios en donde debías escribir tu nombre en el proceso. No comprendiste del todo lo que ella te dijo sobre la operación, pero básicamente él tendría que estar durante unos cuantas semanas allí, esperando a su recuperación completa. Al parecer, lo habían inducido al coma y estaban esperando a que reaccionara en las siguientes horas.
Cerró la puerta detrás de ti cuando entraste a la habitación. Estabas allí, a solas junto al hombre que había salvado tu vida. Sus ojos estaban cerrados y las partes visibles de su cuerpo estaban repletas de cables. No podías creer que a eso los médicos lo llamaban 'estar estable'. Te sentaste en el sofá junto a la camilla y recargaste tu frente contra tus rodillas. No querías volver a abrir los ojos y ver lo que habías provocado por ser despistada.
—En verdad lo siento —dijiste sin mirarlo —. Sé que se supone que no deben de haber personas caminando por la carretera, no era mi intención. Debí haber sido yo la del accidente, pero claro que tú, un hombre que no conozco de nada, se iba a interponer contra el coche de un alcohólico solo para evitar mi muerte —levantaste tu mirada para mirarlo, casi como para exigirle una respuesta, pero él no iba a despertar mágicamente. Una ficha en la camilla llamó tu atención, en el inicio estaba escrito el nombre del paciente —. "Jeff". Es un lindo nombre. No conozco a otro Jeff. Eres el único, así que no tienes permitido morir. No puedes hacerlo, ¿entendido? Voy a quedarme aquí hasta que despiertes.
El sonido que emite el monitor de signos vitales fue tu única respuesta. Te acomodaste en el sofá y lo viste respirar artificialmente hasta que caíste dormida debido al cansancio.
