Capitulo 18

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Omnisciente

A Kate le escocían los dedos. Era una molestia constante, como un hormigueo punzante. Lo tenia desde que era niña, y con el tiempo habia aprendido a ignorarlo. Pero cuando ciertas cosas sucedían a su alrededor, el hormigueo le impedía hacer ciertas cosas.

Esta vez, no podía levantar a Dalton.

Frustrada, se inclino para sentarse frente a él. Dalton balbuceaba palabras incoherentes, aferrado al ornitorrinco azul con su mano izquierda, y estirando la derecha hacia ella. Sus deditos abrían y cerraban, una seña silenciosa que pedía su atención.

—Dame un momento. —pidió ella, en un susurro. Durante un tiempo, habia hecho terapias para tratar de disminuir la molestia, pero no habia funcionado. Sobre el suelo, viendo a su pequeño hijo con los ojos llorosos y las manos arriba, tuvo que recurrir a esas viejas técnicas. Tal vez funcionarían. —Lo lamento, Dalton, lo lamento. Espera, no llores. Por favor. No quiero que tu papa se estrese aún más de lo que ya está. Ayúdame un poco, bebe.

Pero Dalton no entendía. Tampoco lo entendería hasta dentro de, tal vez, unos diez largos años. A esa edad era cuando las cosas tomaban forma y los problemas comenzaban a ser notorios. Las preocupaciones mas pesadas y la realidad comenzaban a ser insoportable. A veces, Kate fantaseaba con la idea de que su pequeño Dalton siempre seria un bebe. Nunca tendría que enfrentar su apellido, o sus antepasados, o inclusive a su inestable madre.

Respiro profundo, en un intento de calma. Muy dentro, sabia que lo que causaba la molestia era su propia mente. El estrés, las preocupaciones, los pensamientos peligrosos. Su familia siempre habia sido frágil, más frágil de lo que todo el mundo creía. Todos sus niños eran fuertes y estaban dispuestos contra todo, pero no tenían la experiencia suficiente. Ella, mas que nadie, lo sabía.

No era culpa de ellos, por su puesto. Si Kate comparaba su asquerosa vida pasada con la de ellos, era obvio que jamás habrían experimentado lo que era la verdadera vida sobrenatural. Y ella odiaba hacer eso, compararlo solo hacia sus vidas menos graves, pero solo en comparación. Todos ellos habían sufrido mucho, y Amber... la pequeña Amber, aún más. Pero Kate quería que los problemas y las consecuencias se detuviesen allí. Que no tuviese que experimentar cosas peores.

Dio un golpe con ambas manos contra el suelo, tratando de parar el hormigueo. No iba a hacerlo, por mucho que su cuerpo se lo pidiera, ella no iba a hacerlo. El sonido del golpe hizo que Dalton hiciera un puchero, Kate inspiro con fuerza y sacudió las manos, tratando de controlarlas, reclamando su propio cuerpo. Era vergonzoso, después de tanto tiempo, seguía sin poder esconder esa parte de ella misma.

Dio otro golpe. Esta vez, Dalton rompió en llanto. —No, Dalton, —susurro ella—No llores, tranquilo, amor. No te asustes.

Su llanto, la incomodidad en las manos, el pánico de que alguien la escuchara y el peso en su mente se juntaron. Las llaves en su bolsillo se agitaron contra la tela. Kate suprimió un grito de sorpresa. No, no, no.

Lycans III: ApoteosisWhere stories live. Discover now