Capitulo 7

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Amber

A veces, cuando hay demasiado ruido a tu alrededor, tu mente crea un escudo para evitar que te haga daño. Busca el silencio con desesperación, añora la paz que este trae y que evita que la locura y el temor te arrastren lejos.

Llega un punto en el que no es automático, tu mente ha atravesado suficientes problemas como para desestabilizarse, y le cuesta. El escudo falla, y el sonido y las emociones te aturden. No hay silencio, hay puro caos. Y te cuesta respirar, apenas y puedes sostener el aliento por un segundo. Algo muy dentro de ti duele, no tienes idea de que es, pero está muy herido, y por la manera en la que se sobresalta, parece que nunca volverá a sanar.

Podía sentir las lágrimas, pero no me quedaba fuerza para llorar con ellas. Solo podía suspirar en una calle vacía, donde el viento agitaba la nieve, mi cabello, y la esencia de mi hermana, que ya no estaba frente a mí.

No tenía idea de cómo sentirme. Habia mucho dolor, pero, de alguna manera, también alivio. Lo intente. Al menos moriría sabiendo eso.

Alguien me agarro la mano. Un auto dio un pitido a mi derecha, y fui empujada con cuidado al otro lado de la calle. El viento se volvía más agresivo y violento contra todos aquellos en la calle. Mi rostro ardía entre lágrimas congeladas y mejillas calientes.

Apreté la mano de Cameron, y sentí como el me acomodaba el suéter con lentitud.

—Mañana amanecerá, —dijo, con firmeza—Y tendrás una nueva oportunidad para intentarlo. Los días malos no duran por siempre.

Asentí, y me lancé hacia el para abrazarlo. Me recibió con delicadeza, y me abrazo de vuelta, sin soltarme. —Siento que lo arruine, Cameron.

—¿Qué no siempre arruinamos todo lo que hacemos? Créeme, estuvo bien. Podría haber ido peor.

En eso él tenía razón. Aun en medio de un vacío, me frote la nariz. — Me siento... aliviada. ¿Crees que sea algo malo?

—Creo que has lidiado con bastante, y debe sentirse bien que tu cuerpecito por un momento tenga tranquilidad. Piénsalo; tu hermana ahora sabe sobre ti.

Pase los dedos, fríos por la brisa, sobre los suyos. El tomo mi mano, y comenzó a caminar.

Nos unimos al grupo de personas a través de la calle, sin decir una palabra. Mi mente era una nave blanca borrosa y difícil de ver, pero ya estaba acostumbrada a esa sensación de perdida, así que la degrade. Cameron, la persona que me sostenía la mano con fuerza, decía que aun tendría otra oportunidad, y él tenía razón.

—¿De dónde sacaste eso? —pregunte, curiosa, al ver como Cameron tomaba una foto de la calle. Desde donde estábamos y con su altura, hacerlo no era complicado.

—Lo compre en esa tienda. —respondió, señalando a la izquierda. Luego, sonrió. —Es fantástica.

Una cámara analógica.

Lycans III: ApoteosisWhere stories live. Discover now