Capitulo 10

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Narrador Omnipresente

Fuera de los edificios, Baek corría. Su corazón iba al mismo ritmo que sus pisadas. A lo lejos, un lobo aullaba. El sonido era apenas un susurro bajo la espesura de la noche. Habia mucho ruido a su alrededor, el movimiento de una revolución frenética y furiosa oscurecía cualquier otro sonido. Incluso el de sus pisadas firmes sobre las construcciones que rodeaban las primeras líneas de montaje.

No conocía los caminos, no se habia dado tiempo de hacerlo. Su hermana sí, ella le habia dibujado el largo mapa en el brazo derecho, con tintas de colores brillantes para que fuesen visibles. Las formas creaban un triangulo que daba a una bifurcación. Debía elegir el lado de la izquierda y seguir, al menos por unos cien metros.

Todo eso sin que lo vieran.

Era pan comido. Baek era ligero como una pluma, con pies rápidos, estructura delgada y extremidades ligeras. Tenia una capacidad imposible para camuflarse en grandes grupos, y, aunque odiaba tener trabajo en exceso, estaba acostumbrado a los encargos laboriosos.

En especial aquellos que le salvarían la vida.

La cúspide de una gran construcción a medias llegaba a su fin. Sujetando los tirantes de la mochila con una mano, dio un salto y se sujetó con la otra a una de las vigas metálicas. Subió tantos pisos como pudo, escalando.

«Tendrás que ir muy rápido durante los 50 metros que rodean la bifurcación. Esta rodeada por Corretz y Exterminadores de nivel alto. Es una de las salidas mas concurridas, no permiten que nadie pase. Solo ve tan alto como puedas, y...»

Y esperó. Ojos bien abiertos, mirada centrada, dedos sobre la viga sintiendo cada vibración del acero contra sus nervios y articulaciones. Desde ahí arriba, cada exterminador era un punto, una hormiga inservible. Los Corretz, que no solían usar el uniforme, si eran mas avivados. Rodeaban los limites del campo de concentración en líneas ondulantes para patrullar. Una mujer de pelo rojo caminaba entre los pasajes de la bifurcación, y todos le abrían paso como si fuese una diosa.

Para Baek, solo parecía una extraña mujer con demasiado pelo. Sin embargo, al verla, supo que su oportunidad se acercaba.

«Los jueves, la Corretz de rango mas alto acude al centro de mando para dar un informe, siempre viene acompañada. Aprovéchalo, Baek. ¡Y no olvides amarrar bien la mochila!»

Baek bajo un poco la pañoleta negra que usaba para cubrir su boca. Sus ojos rasgados y oscuros brillaron a la expectativa. La mujer de pelo rojo seguía caminando. Y sus acompañantes le seguían los pasos. Aprovéchalo, Baek.

Tomo vuelo, y dio un salto. Se le rasgo un lado de la chaqueta, y parte de la piel. Aun así, consiguió mantener el equilibrio. La herida se cerraría, y la chaqueta estaba en un estado pésimo y asqueroso. Ninguna de las dos cosas importaba en realidad.

Lycans III: ApoteosisOnde as histórias ganham vida. Descobre agora