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Abrió los ojos. Su cara estaba pegada al teclado del ordenador, su mano seguía encima del ratón y el brillo de la pantalla era demasiado molesta, la habitación, completamente oscura, lo hacía sentir algo vacío.

Daikyun, persona de nombre raro, treinta y tantos años, no tiene la mejor complexión, tal vez había subido un poco de peso, su cabello estaba desordenado, era de un rojizo oscuro, tenía unas ojeras terribles debajo de sus verdes ojos. Estaba desempleado.

Hace unos años, cuando era alguien en la vida, sufrió la peor estafa que podría ocurrir, no solo terminó con su trayectoria, sino que derrumbó sus tranquilos alrededores, se quedó sin nada.

Todo lo que hacía era jugar hasta quedar dormido y así sucesivamente, te sorprenderá escuchar esto, pero su cama estaba bien limpia y ordenada, sus estanterías de la misma forma, incluso el piso rechinaba en la oscuridad.

Aún le quedaba algo. Su esposo... Eran de la misma edad, estuvo ahí incluso cuando él se volvió en un adicto a los juegos de ordenador. Hoy, algo en la vida de Daikyun va a cambiar.

Un estruendo grande se escuchó en medio de la noche, Daikyun abrió los ojos de nuevo, movió un poco su ordenador, pero los servidores parecían nunca cargar, la luz acababa de irse, pero él no se daba cuenta, presionó varias veces el botón de recarga, pero no dio resultado.

Espero, espero tanto, que se quedó sin batería, el ordenador se apagó frente a sus narices y la habitación quedó completamente a oscuras, pensó unos momentos, y se quedó en la silla, tal vez dormiría un rato o algo así

La puerta de la habitación se abrió, y como si fuera el propio sol entró su esposo, tenía una linterna en la mano.

— Dai ¿Estás bien? — Preguntó él amablemente. — Un rayo parece haber caído en un poste de luz por aquí cerca, me asusto un poco y creo que la luz se fue completamente en todas partes — Lo miro de reojo, estuvo parado unos instantes en la puerta antes de irse de la habitación. Como su rostro se encontraba cubierto de cabello, que apenas dejaba entrar la luz de la lámpara, no lo vio al rostro, no sabía qué expresión tenía en ese momento.

Daikyun no hizo nada al respecto, al no responder solo siguió mirando al ordenador apagado, es como si estuviera procesando las cosas.

Algo decaído, su esposo, salió de la casa, llevaba casi tres años cuidándolo, ya no podía recordar cuándo fue la última vez que lo vio sonreír, antes era tan diferente, ahora no es más que un recuerdo, había una leve lluvia afuera, vio un vecino asomarse a través de su ventana.

Eso iba para largo, entró de nuevo a casa, bastante oscura y fría, era peor gracias a los truenos que recientemente habían cesado. Esperaba que la comida aguantara hasta que la luz volviera, su teléfono tenía la suficiente batería como para sobrevivir hasta sonar la alarma, no tenía auto y estaba seguro de que la estación de autobuses estará llena.

Él era un encargado de departamento escolar, en un colegio privado, divagaba entre encargarse del papeleo en las oficinas y en ocasiones ser profesor. Con pesadez, se fue a su propia habitación, porque ya no dormía con su esposo, dejándose caer en la cama, dormiría lo que pudiera y se iría a trabajar, al volver le prepararía la comida a su esposo, haría sus encargos y otra vez a dormir.

Esa era su rutina. Mientras tanto Daikyun se dedicó a mirar esa pantalla en negro, cerro los ojos y en lo que aparento ser un simple parpadeo, que realmente fue una larga siesta, estaba tronando de nuevo, eso retrasaría que la luz volviera.

Por primera vez en años, se levantó de su silla inconscientemente, se estiró un poco, y miró a través de la ventana, podía ver oscuridad total. La puerta del cuarto se abrió, y por ella entró su esposo, cuya mano temblaba un poco.

Días Pasivos | OmegaverseWhere stories live. Discover now