12. Supresores

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Día 12~

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Gun había regresado con su madre y todo iba bastante bien. Off y él todavía se extrañaban mucho cuando no estaban juntos, pero ya no era tan extremo como en los primeros días después de sus marcas.

Su mamá se emocionó mucho el día que Gun regresó a casa y le mostró su marca, incluso estuvo a punto de llorar.

Pero ahora tenía otro problema.

Iba a tener que separarse de Off durante tres días, pues tenía que ir a visitar a su abuela a otra ciudad. El alfa se había ofrecido a acompañarlo, pero Gun tuvo que negarse. Su abuela era alguien bastante especial. Para aceptar a un alfa u omega como parte de la familia, ella exigía que hubiera cachorros. Y aunque Gun y su madre sabían que Off ya era familia, pues era el alfa de Gun, su abuela no lo aceptaría tan fácilmente hasta que no tuvieran cachorros.

-          ¿Llevas a mini-Off contigo? –el mayor preguntó.
-          Sí, está en mi mochila –Gun le respondió–. ¿Y tú tienes a mini-Gun?
-          Sí –Off hizo un puchero.
-          Lo siento… ya te expliqué cómo es mi abuela –Gun se sentía triste por tener que dejar a Off, pero no podía hacer nada más.
-          Está bien… espero que el próximo año pueda ir con ustedes –el alfa lo abrazó por la cintura y lo acercó a su cuerpo.
-          ¿Qué estás insinuando? –Gun rio.
-          Exactamente lo que estás pensando bebé.
-          Hmmm –fingió considerarlo, pero su mamá los interrumpió.
-          Chicos, lamento tener que ser quien los separe, pero ya llevan 10 minutos despidiéndose y se nos hace tarde Gunnie.

Gun hizo un puchero, que Off aprovechó para besar, y por fin se alejaron para que Gun subiera al taxi con su madre.

Tenían que ir hasta la terminal para tomar un autobús que los llevara a la ciudad en donde vivía su abuela. Después de casi 20 minutos de viaje, finalmente llegaron a la terminal de autobuses. Compraron sus pasajes y esperaron alrededor de 15 minutos para poder abordar. Una vez arriba del transporte se acomodaron lo mejor posible en sus asientos, pues el trayecto era de aproximadamente dos horas.

-          Gunnie –su madre le habló–, ¿ya tomaste tus supresores de aroma?
-          Oh, es cierto, lo había olvidado… gracias mamá.

Gun buscó entre sus cosas y sacó una pequeña cajita con las tabletas que debía tomar. Hacía ya un tiempo que no tomaba esos supresores, y en realidad no tenía muchas ganas de empezar a hacerlo de nuevo. Recordaba muy bien la primera vez que los tomó, y no había sido agradable. Le habían provocado efectos secundarios como náuseas, mareos, dolor de cabeza e incluso subió un poco de peso. Pero no tenía otra opción.

-          Gun… –su mamá volvió a llamarlo– sé que no quieres hacerlo… pero es por tu propia seguridad. Me gustaría poder evitar que pasaras por esto, pero ya nos alejamos un año de tu abuela por aquel incidente… solo serán unos días y después regresaremos a casa, y podrás ver a Off de nuevo.
-          Lo sé mamá, no te preocupes. Pero, ¿él también cumplirá su parte del trato?
-          Yo espero que sí lo haga cariño.

Gun suspiró.

También recordaba a la perfección lo que había sucedido hace dos años en casa de su abuela.

Por su simple naturaleza, los omegas a veces no eran tratados de la mejor manera por los alfas. Algunos incluso pensaban que un omega podía ser tratado como un juguete o solo para reproducirse, pues “para eso estaban hechos”. Y ellos, como omegas, no tenían muchas opciones. Podían aceptarlo o rebelarse y luchar, pero por lo general la segunda opción no terminaba con un final feliz.
Claro que no todos los alfas eran iguales. En el transcurso de su corta vida, Gun había conocido todo tipo de alfas. Los que eran amables con todo el mundo, y también los que siempre intentaban propasarse. Sin embargo, Gun jamás imaginó que alguien de su propia familia podría llegar a actuar de esa manera con él.
Aquel día se les había hecho tarde para tomar el taxi que los llevaría a la terminal, por lo que Gun ni siquiera desayunó, y salió lo más rápido que pudo de casa. Cuando ya estaban en el autobús camino a la ciudad de la abuela fue cuando se dio cuenta de que no llevaba sus supresores de aroma. El problema era que esas tabletas costaban bastante dinero, y no podían darse el lujo de comprar más en ese momento. Por lo tanto, Gun tuvo que aguantar miradas indeseadas de alfas desconocidos durante todo el camino. Pensó que estaría seguro apenas llegara a casa de su abuela, pero tampoco fue así. Se encontró con un primo lejano al que apenas conocía, y el chico era un alfa. Lo primero que hizo fue decirle que su aroma era exquisito, y después no dejó de mandarle indirectas a Gun, a pesar de que se suponía que eran familia. Ese día por la noche, Gun tuvo que correr hacia el cuarto de su madre y pedirle que lo dejara dormir con ella, pues su supuesto primo había intentado besarlo a la fuerza, con la excusa de que su aroma era demasiado bueno para poder aguantarlo. Él se había defendido, sin saber que eso le traería consecuencias. Al día siguiente, toda la casa era un alboroto, pues el chico alfa había dicho que Gun había malinterpretado las cosas y lo había lastimado sin razón.
Después de eso, ni él ni su madre visitaron a la abuela al año siguiente.
Pero ahora estaban en camino otra vez, y aunque Gun podía tomar sus supresores en esa ocasión, su “primo” ya sabía que él era un omega, por lo que podría intentar aprovecharse de nuevo. Y tristemente, una marca no iba a detener a ningún alfa. Eso solo podía hacerlo otro alfa. Pero Gun no tenía a su alfa a su lado, así que no sabía qué esperar. Aquel chico había prometido no acercársele, solo por eso Gun había aceptado ir.
Suspiró una vez más y finalmente se tomó una tableta. Luego sacó de su mochila el peluche de lobo negro, “mini-Off”, y lo abrazó, acomodándose en su asiento y cerrando los ojos para intentar dormir.
 

Despertó cuando su madre le habló, pues ya tenían que bajar del autobús. Al parecer había dormido las dos horas seguidas.

Bajaron con sus cosas y tuvieron que tomar otro taxi hasta la casa de la abuela. Cuando llegaron, ella los saludó muy animadamente y abrazó a Gun durante un minuto entero.

Saludaron a sus otros familiares y luego fueron a su habitación. Gun no quería compartir cuarto con nadie más que no fuera su mamá, y afortunadamente su abuela lo había entendido.

Después de socializar un poco, Gun tuvo que subir al cuarto a descansar, pues sentía que toda su energía había desaparecido.

Es por los supresores de aroma, ¿recuerdas? Su lobo le habló. La primera vez pasó lo mismo.

No puede ser. Eso pasa por haber dejado de tomarlos por tanto tiempo. Unos cuantos días de descanso no causaban nada, pero ahora ya pasaron varios meses…

¿Preferirías haber seguido tomándolos y que ahora nuestro alfa no esté con nosotros?

Gun se quejó en voz alta y hundió su cara en la almohada.

No…

Entonces habrá que aguantar los efectos de esas tabletas.

No podía hacer nada más que darle la razón a su lobo, como siempre, así que se acomodó mejor en la cama, abrazando a su peluche mini-Off.
 

Al despertar por tercera ocasión en el día, Gun se dio cuenta de que ya era de noche. Se levantó,  salió de la habitación y siguió el aroma a flor de naranjo de su mamá. La encontró platicando con otras personas, y para su mala suerte, aquel chico alfa estaba ahí también.

Se acercó a su madre y se sentó al lado de ella. No creía que su primo se atreviera a hacer algo estúpido enfrente de todos, así que ese lugar parecía ser seguro.

Durante la siguiente hora tuvo que aguantar un fuerte dolor de cabeza, causado seguramente por los supresores, pero era cierto que prefería eso a tener que lidiar con un alfa.
Todos cenaron juntos y después de lo que para Gun se sintió como una eternidad, finalmente cada quien se fue a su habitación para dormir.

-          ¿Estás muy cansado cariño? Te ves algo incómodo –su madre le preguntó una vez que estuvieron solos en el cuarto–. No pasó nada con ese chico, ¿cierto?
-          No –Gun respondió, metiéndose en la cama–, ni siquiera me ha dirigido la mirada.
-          Eso es bueno. Esperemos que todo siga igual hasta que nos vayamos.
-          Ojalá. Aunque yo quisiera quedarme aquí todo el día, recordaba que los supresores me hicieron sentir mal la primera vez, pero es mucho peor de lo que creía.
-          Ohh mi pobre cachorrito –la mujer se acostó en el otro lado de la cama–. ¿Te sientes muy mal? –Gun asintió con la cabeza– Solo dos días más… luego podrás volver a los brazos de Off y podrán poner en acción el plan para que el próximo año él pueda venir con nosotros.
-          ¡Mamá! –sintió que iba a morir de la vergüenza, pero ella solo comenzó a reír.
-          ¿Qué pasa? Yo estaré más que feliz de ver a los cachorros de mi hermoso cachorrito.

Gun gimió quejándose y se tapó con la cobija hasta la cabeza. Lo único que quería en ese momento era descansar, y tal vez dormir 48 horas seguidas.
 

Los siguientes dos días pasaron tranquilamente, para el alivio de Gun. Su primo no se le acercó en ningún momento, y aunque todavía le dolía la cabeza y por ratos se mareaba, ya se sentía un poco mejor. Lo único extraño era que a veces le llegaba una sensación de preocupación que no sabía de dónde venía.

Debe ser nuestro alfa.

¿Le habrá pasado algo? ¿Por qué tendría que sentirse preocupado? Ahora yo me sentiré preocupado y la sensación se va a duplicar.

Tal vez solo está preocupado por nosotros.

Esperaba que realmente fuera eso. Todavía tenía que esperar varias horas más para poder ver a Off de nuevo.

OffGun: Avena y Lavanda | #Omegacember2021Where stories live. Discover now