CAPÍTULO 24

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SILVER Martes, 5 de octubre de 2021

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SILVER
Martes, 5 de octubre de 2021

—No puedo creerlo... —emitió Olivia antes de darle un largo sorbo a su capuchino.

Estábamos en D'Cynamon, una de las tres cafeterías de la ciudad que pertenecían a la familia López. Todo el instituto se había reunido allí —o al menos una buena parte—, después de que Nelson fuera llevado a la Estación de Policía y el director Rivero nos despachara.

Era temprano y casi nadie tenía deseos de regresar a casa.

—¿Por qué lo habrá hecho? —preguntó Sofía, trazando los bordes de la taza con su dedo índice—. O sea, tiene que haber tenido una razón, ¿no?

—Es un maldito psicópata, ¿quieres otra más? —contestó Guillermo y en su voz había más que resentimiento, estaba feliz y no se molestaba en ocultarlo—. Ojalá y se pudra en la cárcel.

Me mordí la lengua, controlando el impulso de salir en defensa de Nelson. Era obvio que aquello era una jugarreta del verdadero culpable y que él no tenía nada que ver, pero había un confesión de por medio y yo no tenía ninguna prueba de su inocencia.

—¿Pero matar a su propia hermana? —rebatió Olivia.

—No sé por qué lo dudas —espetó Guillermo, dedicándole una mirada irascible.

Rodé los ojos, se estaba haciendo bastante difícil mantener la boca cerrada.

Olivia se mordió el labio inferior y sonrió, como si quisiera restarle importancia al hecho de que su novio acababa de hablarle en un tono nada agradable. Acercó la taza de café a sus labios.

Yong, que había salido unos minutos a fumar, regresó a la mesa y ocupó el lugar vacío junto a Sofía. Ella acomodó su cabello en uno de sus hombros para despejar su cuello, y se volvió a él. Me giré, lo que menos necesitaba era ver cómo coqueteaban y se comían con los ojos. Quizás el beso en el HotTrack Club había sido una de las argucias del asesino, pero Yong no podía ocultar su fascinación; la deseaba y era consciente de que no tenía que esforzarse mucho para que ella cayera. Aún así, amaba hacerse el desinteresado sin corazón.

—¿Dónde está Hugo? —le pregunté a mi hermano, ellos habían salido juntos del café.

—De camino a casa, supongo —contestó, vertiendo una cantidad descomunal de azúcar en su expresso. Apartó el pelo que le caía en los ojos con un movimiento de la cabeza—. Dicen que mañana tampoco habrá clases.

No necesitaba darme detalles para saber que Hugo y él habían discutido.

La expresión decepcionada de Hugo regresó a mí, acompañada de la opresión en el pecho.

—Nos vendría genial, colega —concedió Guillermo, pasando el brazo por encima de los hombros de Olivia. La chica se tensó y pegó un pequeño brinquito de susto que se obligó a disimular. Nadie lo notó, solo yo que estaba concentrada en ellos.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora