CAPÍTULO 17

8.3K 884 310
                                    

MARATÓN 3/5

SILVERViernes, 1 de octubre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SILVER
Viernes, 1 de octubre

Yong e interceptó antes de que pudiera entrar a los vestidores de chica a cambiarme para gimnasia y me llevó casi a rastras hasta el cuarto del conserje. Allí nos esperaba ya Hugo, con la espalda en el closet de enceres y cruzado de brazos y piernas.

—¿Qué hiciste, Silver?

—¿No fue suficiente con Mina?

Tragué en seco, no podía decirles lo que estaba pasando en realidad, pero si no hablaba con la verdad terminaría perdiendo la confianza que ellos dos habían depositado en mí y terminaría arruinando el buen humor que habíamos construido en la semana en casa.

No tuve elección.

—No fui yo —confesé y creé distancia para ver sus reacciones cuando les contara la verdad, o, al menos, una parte de ella; habían secretos que ni siquiera ellos podían saber—. No tengo el teléfono duplicado. Alguien lo tomó de mi casillero el día que apuñalaron a Mina.

Yong contrajo el entrecejo.

—Dijiste que había aparecido —atacó.

—Mentí. No quería preocuparlos y pensé que podía resolver las cosas por mis medios.

—Entonces, ¿tú no marcaste a Ana García y a Mina? —inquirió el moreno.

—No, fui yo.

—No te estás dando a entender, plateada.

Sentí la opresión del nudo que había comenzado a formarse en mi garganta. Exhalé.

—Usé mi propio teléfono para marcar a Ana y Mina, pero no a Laia. A ver, la chica me cae como una patada en el estómago, pero sigue siendo nuestra amiga. No le haría eso a ella.

Silencio.

—¿Sabes quién puede tenerlo? —preguntó Hugo, escaneándome con la expresión severa.

—No, no lo sé. —Me apoyé de la pared contraria a la de ellos y suspiré—. Lo siento mucho.

Otra vez, hubo silencio.

—En ese teléfono hay suficiente material para acabar con los González, quien quiera que lo tenga usará lo que hay ahí en contra de nosotros. —Dedujo Yong, tocándose el labio inferior mientras pensaba—. Esto no pinta nada bien. Los tres sabemos lo que les pasa a los «P», hoy fue Laia, pero ¿qué pasa si mañana es alguno de nosotros? Tenemos que hacer algo.

La campana sonó, anunciando el inicio del próximo tiempo.

—Luego podemos pensar qué vamos a hacer, ¿eh, chicos?, ahora tenemos deportes. —Hugo abrió la puerta para que saliéramos—. Actuemos como si nada estuviera pasando, ¿de acuerdo? Ya veremos qué hacer.

P de PERDEDORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora