Capítulo 44

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Era ya la segunda noche desde que los tres jóvenes habían salido de la casa secreta del palacio. Afortunadamente, aunque fuera ese un crudo invierno, no había nevado y el frío era un poco más soportable. Para descansar antes de seguir su camino, Taehyung había hallado un pequeño reparo en una cueva que estaba casi oculta del ojo humano, junto a las montañas que, para llegar a su primer destino, deberían rodear. Allí dentro, el joven encendió una fogata y se sentó junto a ella con Yoongi, el rey y sus caballos. 

Apenas hubieron llegado al refugio, tras haberse alimentado, los muchachos se prepararon para dormir. Taehyung cayó rendido apenas se recostó en el suelo. Yoongi lo intentó, mas le era un poco difícil conciliar el sueño bajo tales condiciones —frío extremo y nada más que el suelo bajo su espalda—. Estuvo a punto de dar un par de vueltas más para acomodarse y, cuando abrió los ojos, vio al rey; este estaba sentado junto al fuego, mientras miraba las llamas con atención. Curioso, el joven se incorporó y se sentó junto a él.


—¿No puedes dormir, Min?

—No, su alteza. El frío es insoportable, y me duele la espalda.

—Si te acercas un poco más al fuego, estarás mejor.


Ante la invitación del monarca, Yoongi se acercó unos centímetros más a la fogata, y calentó en ella sus manos al extenderlas hacia adelante.


—¿Usted tampoco puede dormir?

—No, no puedo. Hay muchas cosas que me inquietan, Min. Es la primera vez que salgo de la casa y, al hacerlo, me voy con dos extraños cuyas intenciones desconozco.

—Nosotros le dijimos nuestras intenciones.

—Sí, pero no comprendes la situación. Desde que nací, he aprendido que no debo confiar en nadie. Incluso aquellas personas que juraban ser de extrema confianza me apuñalaron por la espalda, ¿por qué deberían ser ustedes la excepción?

—No sabría decirle cómo. Me temo que solo debe confiar en nuestra palabra. 

—Eso ya lo hice. Si es verdad o no, lo descubriré en el camino. Y si descubro que son impostores, supongo que no tendré la oportunidad de hacer algo, pues ya se habrían deshecho de mí. Estoy desarmado, sin guardias y con un tipo que es idéntico a mí y que podría hacerse pasar por el rey sin problema alguno. Además, la gente todavía no me conoce, y no notaría la diferencia. Es la oportunidad perfecta.

—Lo sería para un traidor, su majestad. Nosotros tenemos intenciones nobles, no se preocupe por ello.

—¿Y qué hay de lo demás?

—¿Qué cosa?

—Mi madre.


Yoongi miró al rey, mientras que este abrazaba sus rodillas y mantenía su mirada fija en el suelo. Se veía preocupado, y no parecía haberse dado cuenta de ello. Si lo hubiera hecho, creyó el policía, no se habría dejado a sí mismo verse tan sumido en sus propias preocupaciones, tan débil frente a los intensos sentimientos que atacaban su corazón desde la llegada de sus dos compañeros de viaje.


—¿Qué sucede con ella?

—Sé la historia, y sé ahora, gracias a su carta, que por poco la asesinaron. ¿Qué pasa si no está con vida? Si ustedes me están llevando a ella, ¿significa que saben que está bien?

—No lo llevaríamos si no fuera así.

—De todos modos, no creo que me reconozca, o que quiera verme. Si yo fuese ella, no querría ver al hombre por quien fue golpeada hasta el cansancio, por quien fue encerrada y por quien tuvo que ocultarse. 

Lazos del destino [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora