Capítulo 5

754 119 55
                                    

A pesar del trágico, solitario y triste pasado del rey Yoongi de Joseon, y más allá de todo su desprecio por los demás, existía una persona que tenía todo su respeto. La señora Ra, una mujer de avanzada edad que trabajaba para el monarca dentro del palacio, era la única persona en quien él sabía que podía confiar. Cuando a él lo habían aislado de su familia, ella lo había criado y cuidado como si fuera su propio hijo, aunque no estaba siempre presente, pues también debía cuidar al otro niño, el hijo menor del rey.

Yoongi todavía recordaba haber llorado en su regazo por las noches, debido a que se sentía menospreciado por su familia. También recordaba haber sido cuidado por ella cuando enfermaba o no se sentía bien, y era ella la única que estaba enterada de los verdaderos sentimientos del joven, incluso aquellos que lo habían llevado a obrar de una forma tan fría y violenta.

Hacía años —incluso antes de que Yoongi asumiera su puesto en el trono— que la mujer no tenía una charla con él. Ella difería mucho de su forma de pensar y actuar, pero jamás había dicho algo al respecto, más allá del hecho de que él fuera el rey y que ella no debiera influir en sus tomas de decisiones. La señora sabía que llegaría el día exacto en el que aquella buena charla ocurriría. Ese día, de hecho, llegó cuando ella menos lo esperaba.

Era ya de noche. La señora Ra salió de la cocina, en donde había estado trabajando, y caminó por los pasillos del palacio para ir a su habitación. De pronto, detuvo sus pasos. Tras haber visto por una de las ventanas que daba al jardín, pudo ver al rey. Este se encontraba sentado en una banca, justo junto a un pequeño lago, y debajo de un árbol. Tenía consigo una lámpara que le ayudaba a ver en la oscuridad. Intrigada, la mujer salió y caminó por el jardín hasta haber llegado frente a él. Lo saludó con una reverencia, y se sentó a su lado. El joven no dijo palabra alguna.


—Ya es muy tarde, su majestad. ¿No quiere ir a dormir?

—No puedo.

—¿Hay algo que le esté molestando?


Silencio. La mujer presionó sus labios, y puso una mano sobre uno de sus hombros. Yoongi suspiró.


—Cuando era un niño —empezó a contar—, siempre que se sentía triste, corría hacia mí para que pudiera animarlo. Yo lo escuchaba y le aconsejaba, y eso hacía que se sintiera mejor. Sé que ha pasado un tiempo, sin embargo, todavía me tiene aquí con usted. Recuerde que no está solo.


Yoongi sonrió tan, tan mínimamente, que, de haberlo visto la señora, no lo habría notado.


—Cuando era un niño, no tenía que lidiar con tantas cosas. Mi vida siempre fue dura, pero ahora siento que se acabará en cualquier momento.

—¿Es por las amenazas de la gente del pueblo?

—Aun si logro atrapar más personas, eso no las detendrá de querer matarme. Hubo algo que hizo que todo se saliera de control, y fue mi culpa, ¿no es así?

—No soy quién para echar culpas, su alteza.

—Usted no debe temer. No le haré nada por decir la verdad.

—Bueno... creo que ese es el problema. Desde siempre, durante cada mandato de cada rey que hemos tenido, todos ellos castigaron solo a aquellos que habían cometido crímenes graves o traiciones imperdonables. No obstante, usted sembró el miedo entre la gente, hizo que todos le obedecieran debido al temor que sentían, porque no querían ser ejecutados. 

Lazos del destino [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora