𝐎𝐜𝐡𝐨

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El pequeño niño cada vez que se encerraba en su habitación, a escondidas de sus padres, aprovechaba para terminar el dibujo que llevaba preparando desde hace días.  Era algo simple, lo había visto por internet, pero le gustaba y sabía que a su madre le iba a encantar.

O al menos era lo que esperaba.

Cuando el día de la madres llegó, el niño sintió pánico. Su dibujo no estaba listo.

Por más esfuerzos, no creía que lo acabaría ese mismo día. Era una hoja grande y le costaba pintar todo con sus acuarelas. Se asustó mucho e intentó terminarlo pero simplemente no pudo.

Saludó a su madre con un beso, la abrazó, y aunque ella no lo dijo notó en sus ojos la desilusión. Su madre sabía que faltaba el dibujo, ese que cada año le obsequiaba.

¿Jimin?

—¡Papi! ¡papi!—saltó de la cama y corrió a sus brazos, lloraba—. Mamá no me quiere más, ¡n-no me quiere más!

El hombre le acarició el cabello. Lo tomó en brazos y juntos se sentaron sobre la cama.

—Si te quiere bebé, ¿cómo no va a hacerlo?

—Pe-pero estaba triste.

—¿Le diste el dibujo?

—No lo p-pude terminar—bajó la cabeza, jugueteaba con sus manitos.

—¿Y le dijiste eso a ella?—cuestionó con una ceja alzada—. Siempre tienes que aclarar las cosas bebé, aunque eso arruine la sorpresa, para que nadie salga herido.

Suspiró, sentándose en la cama. Tenía que ir a la casa se su amigo aunque las energías en su cuerpo eran mínimas.

Quería estar con él.

»🍑«

Se despertó por los golpes en la puerta. Quien estaba del otro lado parecía necesitar que le abriera urgente, pero el no tenía intenciones de hacerlo.

Se estiró en la cama, y poco a poco se fue levantando. Se encerró en el baño e hizo con parsimonia cada cosa, y al acabar, finalmente en pijama bajó a ver quien era la persona que estaba molestando desde tan temprano.

Al abrir la puerta vio nada más y nada menos que a su mejor amigo, estaba de de brazos cruzados y en su bello rostro había una mueca.

—¿Qué  dem- ¿Te has mirado al espejo?—su expresión fue de asco—, joder Jimin. ¡Tienes más ojeras que cara, hombre!

El peli castaño se encogió de hombros.

—Además—Hoseok continuó hablando mientras Jimin entraba como Juan por su casa y él lo único que hacía era seguirlo con la vista—, ¿te drogas? Jim, tienes los ojos roj- ¡lloraste! ¿Lloraste?

Park solo se le quedó viendo a los ojos. Ese par de esferas del color de una avellana que lo llevaban a diez años atrás, cuando eran dos niños jugando a las escondidas en el patio de la cada, o aquellos tiempos donde se encerraban en la biblioteca se la escuela para saltarse clases. Esos ojos eran su cable a tierra, porque sin su mejor amigo no seguiría de pie.

¡𝐇𝐄𝐘, 𝐏𝐀𝐑𝐊 𝐉𝐈𝐌𝐈𝐍! ꒰ ᴊɪᴍsᴜ ◍ ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ ꒱ #pgp2023Where stories live. Discover now