CAPITULO 22: Layla.

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Escucho a Byron gemir con fuerza al mismo tiempo que siento un liquido tibio sobre mis glúteos.

- ¡Dios! – dice entre jadeos e inevitablemente una sonrisa se forma en mi rostro.

Intento moverme, pero sus enormes manos sobre mi cadera lo impiden.

- Espera, debo limpiarte.

Hago lo que me pide y de inmediato procede a limpiarme con servilletas, ya que es lo único disponible en la cocina.

Cuando termina, me levanto y comienzo a vestirme, paso junto a él en dirección a mi habitación para ir a bañarme, sin embargo, Byron vuelve a detenerme, pero ahora abrazándome desde atrás.

- ¿A dónde tan rápido? – cuestiona con la barbilla sobre mi cabeza.

- Voy a bañarme. – respondo poniendo mis manos sobre las suyas para así poder liberarme de su agarre.

- Permíteme abrazarte un poco más.

- ¿Quién eres tú y que le hiciste al idiota de mi hermanastro?

- ¿Tu hermanastro es un idiota?

- Por supuesto.

- A ver, díselo en la cara. – dice mientras me hace girar para que pueda verlo.

- Eres un idiota… - hago una pausa para mirar sus ojos y después sus labios. – Y me encantas. – suelto sin pensar.

En su cara se forma una sonrisa que deja ver arrugas en sus ojos y en la comisura de sus labios.

- También me encantas, tontita. – responde acariciando mi cara.

Estoy a punto de responder, pero en este momento escuchamos el sonido de un auto estacionándose.

Mis ojos se abren como plato y como unos imanes cuando se repelen, ambos nos separamos.

Byron se queda parado y yo salgo corriendo hacia las escaleras para así escapar de los ojos de mi madre o de James.

Voy a la mitad de las escaleras cuando la puerta principal se abre y la voz de mi madre resuena por toda la casa.

- ¿Madi? – su llamado hace que detenga mi huida. - ¿Qué pasa, porque corres?

En este momento, cuando creo que nada podría empeorar la situación, el inteligente de Byron sale de la cocina, sin camisa, todo sudado y con el pantalón desarreglado. Mi madre lo ve y por arte de magia su ceño se frunce y el enojo es más que notable en su hermoso y maduro rostro.

- ¿Byron?

- Caroline.

El saluda a mi mamá con un movimiento de cabeza y con toda la tranquilidad del universo, mientras yo siento que me va a dar un infarto de los nervios y el miedo de que ella nos descubra.

Mi madre entra por completo a la casa mientras alterna su mirada entre su hijastro y su despeinada hija. Su mirada grita “ya lo se todo y les cortaré la cabeza” o al menos eso es lo que entiendo al ver sus ojos cafés.

- ¿Qué está pasando aquí?

- Nada. – responde Byron masajeando su cuello.

- ¿Entonces porque estás sin camisa? ¿Y tú porque subes las escaleras corriendo con desesperación?

- Es que…

- Algo raro está pasando entre ustedes. – me interrumpe mirándome con los ojos entrecerrados.

- Para nada, Caroline. Déjame explicarte. -pide Byron con total tranquilidad, como si ya tuviera experiencia con esto. – Fui a correr y, no se si sepas, pero me gusta correr sin camisa. En fin, cuando llegue estaba sediento, así que vine a la cocina por un poco de agua y aquí me encontré a tu hija que se fue de inmediato al solo verme, ya que no le caigo muy bien que digamos y eso bien lo sabes.

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