26- El terremoto de Cipango

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Los disparos inundaron la paz de la aldea, Dafne desenfundó su espada de hielo peleando con varios de los soldados que invadieron el lugar, cada que una bala o un arma de los militares hacía contacto con la espada estas quedan congeladas. Alexey sujetó a uno lanzándolo con fuerza a una casa a través de una ventana.

—¿Jack y Ceres? ¿dónde se metieron? — cuestionó el chico serpiente.

—Ceres debe estar ocultándose de las balas, y Jack igual porque es de día — explicó Dafne lanzando una onda de aire congelante.

Todo lo que había a su paso quedó cubierto por una gruesísima capa de hielo, Alexey no daba crédito a lo que sus ojos veían, de pronto un soldado intentó golpearlo con una bayoneta en el rostro. Él se dio la vuelta abriendo su boca de donde salió una generosa cantidad de veneno y ácido, lentamente fue consumido hasta solo quedar su esqueleto.

Mientras tanto, Ceres y Jack estaban acorralados entre la pared de un edificio y varios hombres armados que se iban acercando más y más sin dejarles un mínimo espacio para escapar. El miedo poco a poco se fue arraigando en la mente de Ceres que ocultándose en el pecho de su vampiro. Como odiaba Jack sentirse débil por la acción del sol.

—Tengo miedo — musitó Ceres a punto de llorar.

—Lo sé 

—Hazte a un lado, imbécil, nos vamos a divertir mucho con tu mujer — se mofó uno de los soldados arrastrando a Ceres.

—¡Ya suéltenme! — exclamó Ceres extendiendo su mano pero con gran fuerza empujó al soldado tirándolo al suelo —¡estoy harta de ser débil! 

En ese momento sus ojos se volvieron morados, sus colmillos iban aumentando su tamaño, eso sólo quería decir una sola cosa, la dulce Ceres se había marchado y su bestia interior ha tomado el control del cuerpo de la chica. A toda velocidad atacó a los militares causándoles un gran daño, la sangre que de sus cuerpos brotó acrecentó la sed de Jack que los remató bebiéndose hasta la última gota que contenía cada cuerpo.

—Siento como el poder recorre mi cuerpo — exclamó un delirante Jack yendo a toda velocidad contra otro escuadrón, ni siquiera las balas le hacían daño.

(...)

Sobre el campanario de la iglesia, Ivanna apuntaba y disparaba con su rifle pero ella se dio cuenta de algo. La campana comenzó a balancearse de un lugar a otro, las cuerdas de electricidad igualmente y, de pronto, una fortísima sacudida hizo estremecer toda la aldea. Ella observó como las pequeñas casas comenzaban a desmoronarse y los soldados dejaban a su suerte a los inocentes habitantes.

Pronto el campanario le cayó encima por la acción del terremoto y después la iglesia quedó hecha escombros, la desesperación era lo que reinaba en todo el lugar. 

La gente se tiraba al suelo para poder amortiguar el impacto de las sacudidas, Dafne y Alexey soportaban mientras tanto el peso de un muro que estaba por caerles encima a dos niños. La híbrida sudaba y el chico serpiente mostraba signos de dolor pero eso no los detendría.

—Tengo que disolverla — dijo Alexey.

—Espera, esto es una zona costera y es muy posible que haya un tsunami — exclamó Dafne angustiada y luego miró a los niños —, váyanse a un sitio alto. ¡Ya, ya, ya! 

Ambos infantes asintieron corriendo a la colina más cercana de la aldea, mientras que de los escombros Ivanna salía chorreando sangre, con un brazo roto y apoyándose con la culata del rifle para poder andar. Su vista estaba nublado y su cabello pegado al rostro, sentía que iba a desfallecer pero debía salvar a todos los que pudiera.

—Si el señor Alexey tiene una herida grande en su cuerpo y él entra en contacto con el agua morirá.

Dafne y Alexey dejaron de cargar la pared que se cayó desmoronándose al hacer contacto con el suelo, ya después de que las sacudidas cesaron Dafne miró al mar y su comportamiento, este empezaba a retirarse lentamente hasta dejar el lecho poco profundo al descubierto. Luego vio sobre un acantilado a Jack cargando a Ceres de forma nupcial mirando con desdén y desconsuelo la destrucción que había traído el terremoto.

—Se acerca un tsunami — dijo la híbrida e instantes después una enorme ola de unos veinte metros de altitud empezó a aproximarse sin darles tiempo a salir de allí.

Dafne cerró sus ojos recibiendo todo el impacto de la ola que arrasó con la aldea, Alexey como pudo se sujetó de ella quien le correspondió sosteniéndole con fuerza para que no se separaran el uno del otro, alternaban entre superficie y las profundidades de esa enorme marejada que azotaba la costa.

—Dafne — habló Alexey —, escúchame con atención no creo que me quede demasiado tiempo, te aprecio mucho y espero que seas muy feliz, cuida a Ivanna por mí.

—¡No, tú vas a vivir! ¡Alexey! ¡Alexey! — le llamaba Dafne pero era en vano

La voz del alguacil de sangre ácida se apagó y su cuerpo se hundió, con lágrimas en sus ojos la híbrida del mar y la luna se sumergió transformada en una sirena y tomó el cuerpo de aquel chic entre sus brazos, pasó su mano por su rostro y juntó sus labios con los de él. Así pudo sentir a su loba Aysel brincar de emoción, mientras besaba a Alexey y el agua salada los arropaba.

Nadó hacia la superficie cargando a Alexey a cuestas, con la mirada buscó un lugar ideal para dejarle allí pero él violentamente abrió los ojos y sus escamas ya no tenían un tono verde amarillo sino que ahora eran grisáceas como las de una serpiente de mar, abrió su boca recibiendo una gran bocanada de aire, luego tosió y botó bastante agua. Él notó que debajo de la superficie una cola de sirena apartaba el agua para moverse.

—¿Dafne? — musitó él.

—Alexey... — ella se giró y lo abrazó, ambos se separaron —, Tenía miedo de perderte.

—Gracias a ti pude sobrevivir — mencionó Alexey con calma —y van dos veces que me salvas la vida — añadió con una sonrisa.

—Es lo que un alfa hace por su manada ¿no?

Alexey amplió su sonrisa y guió a Dafne hasta la orilla en dónde podrían estar seguros pero alguien les faltaba por encontrar: Ivanna. Ella fue quién llevó la peor parte pues le cayó el campanario de la iglesia encima. 

—Yo iré por Ivanna — anunció la híbrida.

—Miren allá — señaló Ceres a la misma chica con la que la loba hablaba.

Esa muchacha no se dio por vencida y trajo a Ivanna en una canoa desde donde la encontró desmayada, sin embargo tenía una varilla de metal incrustada en su abdomen y parecía estar como si nada. Sin duda era una chica bastante peculiar y extraña, la más extraña que habían visto.

—Santa rabia, me imagino que ha de doler que te claven una cosa de metal en el cuerpo — murmuró Jack sorprendido.

En ese momento varios zepelines y aviones se fueron acercando a Cipango, ni Dafne, ni Ceres, ni Jack, ni Pancracio sabían lo que eran esa máquinas voladoras pero Alexey e Ivanna sí que lo sabían, ahora que esa región estaba débil cualquier otra nación podía invadirla y volverla parte de su territorio.


Alfa y Omega: La Dama del Mar (en pausa)Where stories live. Discover now