22- Sangre azul

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Alexey observó un extraño patrón de comportamiento de unos de los aldeanos, con su aguda visión notó que ellos tenían la mirada perdida y actuaban extraño. Se acercó a un cobertizo donde guardaban las herramientas y sin que nadie notara su  presencia se metió en él sorprendiéndose con un hallazgo asombroso: un jarro de veneno y objetos de plata con una insignia de un pentagrama.

—Los chicos están en peligro — murmuró en voz baja.

De repente la puerta se abrió y varios de los pueblerinos lo miraban de forma sombría intentando infundir miedo en el alguacil mas eso no era posible, los miró con calma analizando cada uno de los movimientos de los habitantes de esa aldea de pescadores. Cada uno tenía objetos que no son propiamente armas pero aun así eran peligrosas como un azadón, martillos, palas, palos de madera con clavos y las más riesgosa, un hacha de leñador.

—Cometiste un grave error al venir aquí, imbécil — amenazó el del hacha.

Alexey sonrió levemente y nuevamente sus escamas de serpiente aparecieron bajo sus ojos que tomaron la misma apariencia que los de una serpiente. Salió del cobertizo rompiéndolo de un sólo puñetazo, las esquirlas de madera caían en la mojada tierra mientras era perseguido por los aldeanos. 

—Jack, sé que puedes escucharme — habló el chico escalando una de las cabañas y saltando para golpear al sujeto del hacha mandándolo a estrellarse violentamente contra una cabaña y así pereciendo —¡¡Colmilludo, sal de dónde quiera que estés!!

Jack apareció de repente formando una nube de vapor negro, luego de regresar a su forma humana le dio un coscorrón a su contrario. 

—¿Quieres dejar de decirme así? — cuestionó el vampiro.

—No peleemos por banalidades, debemos encargarnos de estos tipos.

—Esos tipos huelen a carne podrida — mencionó Jack.

Alexey se sorprendió por lo acabado de decir de parte de su par, era extraño que la gente de ese pueblo tuviera ese olor tan nauseabundo y desagradable. De pronto uno de los aldeanos que parecía estar siendo manipulado abre la boca y luego de la misma salen unos tentáculos con lo que parecerían ser dientes afilados en las puntas.

—Puaj ¡qué asco! — gruñó el vampiro presenciando tan aberrante suceso.

—Esto me da una mala espina — murmuró Alexey y se fue rápido a tomar el hacha del aldeano que previamente aniquiló.

El silencio terrorífico fue interrumpido por el sonido de un disparo de rifle, todos giraron a ver de dónde provino el sonido encontrándose con un hombre vestido con un chaleco café, una camisa blanca, pantalones de algodón negros, botas de cuero negro y un sombrero de ala ancha de color marrón además estaba fumando un habano lo que le daba un aire de misterio mayor.

—Alguacil, estamos a mano — dijo el misterioso hombre —ah cierto, en la costa hay unas forajidas, al parecer están preocupadas por el agua.

—Akira Barbanegra — murmuró Alexey —aún me pregunto por qué pusieron esa recompensa por tu cabeza.

—Ya se lo he dicho, alguacil — exhaló el humo del cigarro —no todo el mundo puede ser su amigo.

Sin decir nada más subió a su caballo que más parecía una máquina de vapor y se fue del pueblo dejando a Jack bastante confundido por la repentina aparición de ese sujeto misterioso. Alexey comenzó a correr junto a Jack a la playa donde estaban las chicas pero sólo encontró desolación cuando pasaron por la aldea.

(...)

Ceres apuntaba con el arco que Aylin le regaló bajo la atenta mirada de Dafne, la loba estaba completamente decidida a purificar el agua aun cuando ella no supiera hacerlo. La híbrida centró su mirada en el horizonte donde el mar y el cielo parecieran besarse, un olor desagradable inundó las fosas nasales de ambas y se miraron entre sí perplejas.

—Si crees que es correcto que lances esa flecha, hazlo — dijo Dafne con una tierna sonrisa —quiero ver tus verdaderos poderes.

—Me halaga que creas en mí, Dafne — musitó la chica.

Fue ahí donde decidió soltar la flecha que se cubrió con un resplandor magenta, al entrar en contacto con el agua un brillo del mismo color iluminó el cielo, Ceres celebró apretando con fuerza el arco y dando brinquitos pero había algo que inquietaba, decidió desenvainar su espada lista para la batalla cuando en menos de cinco segundos una bestia de colosal tamaño con unas escamas formando unos picos y unas espinas en lo que serían sus brazos.

—¿Qué es esa cosa? — gritó Ceres mirando al monstruo.

—No lo sé — respondió la híbrida

La enorme bestia atacó a las chicas lanzándolas de regreso a la aldea de un sólo golpe, el cuerpo de Ceres cayó estrepitosamente sobre Dafne que se interpuso para que su amiga licántropa no saliera malherida aunque eso le costara unas graves heridas en su cuerpo.

—Dafne, despierta por favor — Ceres la sacudía fuertemente para despertar a su amiga —No te mueras, te lo suplico, no te mueras.

Al mismo lugar llegó Akira Barbanegra, montando en su caballo de metal galopando a toda marcha mientras empuñaba su rifle, se paró sobre el lomo del caballo y saltó hacia el monstruo, cuando estaba en el aire apuntó su arma directamente al ojo derecho de la criatura y jaló el gatillo lanzando la pólvora causándole un enorme daño al monstruo que murió desangrado horas después.

Pero no todo era color de rosas y hasta esas flores tenían espinas de las que deberían cuidarse, Alexey apoyaba la cabeza de Dafne en sus piernas mientras ocultaba sus ojos bajo el sombrero  Akira le había prestado, estaba destrozado por dentro aunque no lo demostrara

—Chica... — Akira Barbanegra le puso la mano en el hombro a Ceres —, escuché un mito muy antiguo hace unos cien años.

—Espera, Barbanegra ¿qué pasó para que te volvieras inmortal? — cuestionó con frialdad Alexey.

—Les contaré si traen cerveza — mencionó el vaquero.

—¡¡No estoy para tus malditos juegos de borracho!! ¡¡Dafne podría morir en cualquier momento y tú no haces ni dices nada!! — desde la garganta de Alexey se oyó el siseo de una serpiente al mismo tiempo que unos colmillos largos aparecían por breves instantes.

"Señor Alexey... debería contarle toda su historia a los chicos"  se dijo a sí misma Ivanna mirando a su jefe pero ella sintió un extraño presentimiento al no ver a Kassia en varios días.  

Ese presentimiento era casi el mismo que el que tenía un hombre lobo cuando su Mate está en peligro y eso sólo podía significar una sola cosa; Kassia e Ivanna son Mates, pero ninguna se había dado cuenta de ello hasta ese día.

(...)

El sonido de un cubierto caer al suelo junto con el de un cristal rompiéndose hizo reaccionar de inmediato al mayordomo de Lilith, parecía que la mujer le había preocupado algo o una especie de instinto se despertó en ella; todo era muy confuso para ambos y más que la señora de la mansión no era especialmente comunicativa con los demás.

—Mi señora, ¿le sucede algo?

Lilith se enderezó y se acercó a la ventana para observar el cielo que comenzábase a teñir de gris por las nubes de tormenta que se iban acumulando en el firmamento, una discreta lágrima recorrió la mejilla de la dama sintiendo como si le hubieran arrancado algo de su pecho, un sentimiento de tristeza la invadió y en silencio comenzó a llorar.

—Ya veo... — musitó el mayordomo —debe ser que ella no se siente bien.

—Jurgen... trae la espada sagrada — ordenó Lilith.

El mayordomo sabía que el asunto se ponía serio cuando esa mujer le pedía esa mística espada que según cuentan puede evitar que alguien muera pero eran meramente rumores que cada quien se inventaba para satisfacer su curiosidad.

(...)

Deposite aquí sus más locas teorías y yo los leeré.

Alfa y Omega: La Dama del Mar (en pausa)Where stories live. Discover now