34: En sus brazos.

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Felices 100k lecturass.

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Los labios de sky estaban sobre los suyos, sintió repudio de ella misma en ese momento. La saliva de él en su cuello la hacía sentir impotente, quería empujarlo en ese momento, alejarle de ella, eliminarlo de la faz.

—Ónix, creí que me harías luchar mucho. Pero no fue difícil. —Aquellas palabras se referían a ella como una fácil, como una puta, cosa que no era. Aquel hombre no lo sabía, pero ella deseaba cortarle la cabeza.

En un rápido movimiento él quedó bajo ella, y esta con ropa interior se balanceó sobre él. Las manos de ella abrazaron el cuello de él, apretándolo con rabia y enojo, mientras ese masoquista hijo de puta sonreía.

—¿Te gusta que te apriete, amorcito? —Los ojos de ella estaban fijos en los suyos, los labios de Sky rápidamente se entreabrieron dando a ver que ya no podía respirar por la nariz, él la miró, pero ya no había placer en sus ojos.

—¡Sky tenemos que...! —La voz de Percy llenó los oídos de ambos, las manos de ella se retiraron lentamente de su cuello, fue un momento incomodo, pero solo para la persona que llego, dado que Ónix se levantó prácticamente presumiendo su buen cuerpo, su ropa interior color rojo vino hizo que un ligero sonrojo se posara en sus mejillas. Su mirada se apartó en muestra de respeto, pero era evidente que ya había visto mucho.

El cuerpo de ella fue cubierto por una de las sabanas y vio a sus pies su ropa, las dejó ahí, porque ese sería el único recuerdo que podría tener él de ella, se iría esa misma noche de aquel lugar.

Su cuerpo se dirigió hasta donde era su supuesta habitación. Había durado en ese lugar alrededor de tres meses y sentía que su mundo se iría a la mierda si duraba un poco más ahí, fue hasta el baño donde su cuerpo fue lavado, quería pensar que esa agua era bendita, quería deshacer los besos de Sky que los sentía como una maldita maldición, sus manos pasaban por su cuerpo y sus uñas rasgaban su piel dejando en ella marcas rojas.

Deseaba sangrar, ver su dolor físico, deseaba sentir un dolor externo más allá del que había en su alma. No sabía cuánto arrepentimiento tenia, pero si sabía que lo hacía, sus ojos picaban, sentía que las lágrimas que salían no eran suficientes, dado que ella era la única culpable, fue ella, solo ella y por ella.

—¿Por qué vivir es tan difícil? —Se preguntó a ella misma, pero todo ser que respiraba lo sabía. Unos pueden vivir su vida cómodos y hacer que alguien más se preocupe por ella.

Su corazón latió fuerte de repente, el pesaba. Un sonido fuera de la habitación la alarmó, rápidamente salió de la ducha tomando una toalla envolvió su cuerpo.

—¿Quién anda ahí? —Preguntó al salir de la habitación, al hacerlo vio a quien no esperaba ver en aquel lugar.

—Vaya, veo que las marcas que produce el amor no solo son internas.

—¿Qué es lo que quieres, Rea? ¿tirar tu veneno? ¿no tienes que irte a lanzar sobre Percy? —Sus palabras habían ocasionado que el cuerpo de la mencionada fuese rápidamente hasta el de ella.

—Creo que has olvidado que eres una omega, aquí y donde sea.

—Me he vuelto fiel creyente de que quien quiere ser como tú te va a pisotear todo el tiempo, ¿Qué pasa Rea? ¿quieres volver a ser la protegida de Sky y follar con él? O mucho mejor... ¿cogerte a Sky y Percy juntos? ¡dime! Cumpliré tu deseo, alfa. —Aquellas palabras venían con burla y con una pizca de sarcasmo.

Ónix podía estar cayéndose a pedazos, pero nunca lo haría notar.

—Pero tú eres quien lo hace, querida. Eres la zorra del lugar, no eres más que una niña vulgar que busca que todos los ojos se... —El sonido de la mano derecha sobre la mejilla de Rea hizo eco en la habitación, aquella bofetada había reflejado todo lo que tenía contenido dentro de ella, su mano volvió a impactar sobre ella.

—Tú pequeña... —La mano de Rea fue hasta el pelo de Ónix jalando este, pero la chica se mantenía en silencio, si le dolía no lo demostraría.

—Basta las dos. Parecen niñas pequeñas encaprichadas con un juguete. —La voz de Percy se escuchó de repente haciendo alertar a la omega. —Suelta su pelo, Rea. Ahora. —Esta obedeció de inmediato, haciendo que Ónix se alejara de ella arreglando su pelo corto.

—Estoy desnuda, salgan. —Pidió, pero las personas que estaban en su habitación se negaría, no lo habían hecho, pero era evidente.

—Nadie quiere ver nada de ahí. —Soltó de mala gana Rea.

—Lo mismo digo. —Respondió señalándola Ónix.

—Esto será rápido. —Su voz se oyó, Percy podía ser muy imponente cuando se lo proponía. —Planeamos hacer una rebelión, algunos de los ancianos y brujos más fuertes han decidido que ya no más. —Sus ojos parecían querer brillar tan fuerte como la luz de una estrella a las doce, sus manos se aferraron a su toalla como si se tratara de una mentira que podía hacer feliz a cualquiera.

—Me estás mintiendo. Lo sé. —Ónix vio cuando los grandes ojos de Rea se pusieron en blanco.

—Que toda tu vida y lo que estás viviendo ahora con tus supuestos poderes sea una mentira, no implica que nosotros seremos parte de eso. —Las palabras de Rea fueron frías y directas, no planeaba ser dulce.

—¿Cuándo? —Se acercó a Percy tomándolo del brazo, sus ojos chocaron, ella suplicaba por ayuda, lo hacía como si su vida dependiera de eso y es que... sí. Su vida dependía de eso.

—En un mes. —Quiso gritar, eso era demasiado. Demasiado.

—No, por favor, te lo suplico, sácame de aquí hoy, ahora, te lo pido. —Sus rodillas se doblaron frente a Percy, no podía creerlo, ella estaba de rodillas... frente a alguien. —Te juro que te ayudare, por ella.

Los ojos de ambos se cruzaron, se había creado una promesa entre dos personas que amaban.

Hades caminaba, con tres personas tras él, pero sentía algo en su interior, como si su vida... como si su vida había tomado sentido en ese momento. Las cuatro personas se detuvieron abruptamente frente a una luz, el cuerpo de Ónix estaba ahí, pero ya no había alas... solo estaba siendo ella. Una omega.

El cuerpo de Hades corrió hasta donde estaba ella, su amada... la tenia de vuelta y no dejaría que nadie se la llevara, muriera quien muriera.


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ins: cafre.writer.


Gracias por leer. <3

La Mate de Hades. [+16]Where stories live. Discover now