33: Todo es una mentira.

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Se amaban tanto que se hacían daño.

Eso era lo que pasaba con Hades y Ónix, ambos estaban tan hundidos en su mierda, Ónix había cumplido diecisiete y a la vez dieciocho. Había empezado a crecer, a madurar, a ver la vida de forma diferente y de colores oscuros que nunca quiso ver. La Omega había empezado a usar sus poderes, a volar más allá de las nubes que quienes no se atreven y no pueden miran.

A veces sentía libertad en su alma, y otras se sentía encerrada en un caparazón que quemaba a quien lo tocaba.

Y Percy frente a ella era evidencia de ello, ellos se habían vuelto acercar después de mucho tiempo, o mas bien una semana; Sky había salido y todos aprovechaban esos momentos, ella ya estaba a la par con ellos y sabía, también sentía el miedo que habían vivido.

—¿Por qué hasta ahora...? —Preguntó ella.

—Ónix, siento decirte que no eres la primera; no sé porqué debía haber un trato especial contigo. —Aquellas palabras hicieron que un cosquilleo en su garganta surgieran.

—¿Y que se supone que pasará conmigo, Percy? —Él negó, se negaba —¡Oye! Yo soy Ónix, maldita sea, soy una rebelde y mi mejor amiga es una perra empoderada, ¿¡Crees que me doblegare ante un hijo de puta!?

Aquello hizo que Percy sonriera, a pesar de eso ella sabía que estaba nervioso. Su pierna derecha no paraba de moverse y evidenciaba que seguía nervioso y asustado.

—¿Cómo conociste a Liz?

—Yo no la conocí, Percy lo hizo. A través de mi poder... Él —Sus ojos la miraron con pena a ella. Esta simplemente no entendía que estaba pasando.

—¡Dime ya!

—Sky se disfrazaba de mi —Los ojos de Ónix parecían quererse salir de sus órbitas —Estuve pocas veces contigo, cuando... Cuando Rea te atacó yo estaba, y era el verdadero. Quien nos regañó era Sky, es complicado, lo sé, lo hace tan bien... Él soy yo, yo soy parte de él, ha pasado tanto tiempo sucediendo que ya me he acostumbrado.

—Espera, tú... —Había enojo en su mirada, rabia comprimida, ¡Estaba furiosa! —Me estás diciendo que con quién casi follo era... ¿¡Sky!?

El cuerpo de ella se levantó, sus pies se movieron con rapidez, ella no entendía absolutamente nada; Percy debía estar mintiendo. —¿Quien me asegura que tú no eres Sky disfrazado en el cuerpo de Percy?

El mencionado asintió y también se levantó poniéndose frente a ella.

—Es bueno que no confíes en mí, Ónix, confía solo en tus alas; son tus únicas amigas.

—No sé si ellas son reales... —Ambos ojos se encontraron, ahora Ónix lo sabía. Percy era una víctima como ella.

—No lo son... Cuando vueles nunca lo hagas confiada.

—Carajo, ¿Me estás diciendo que no soy una híbrida?  —Y aquello no la hacía sentir triste, al contrario. Sentía una liberación dado que se sentía que su alma estaba comprometida con Sky.

—No, no lo eres... Esto es un hechizo, eres la quinta. De alguna u otra forma, él siempre hace que piensen que es a causa de él cuando no es así. —Él levantó sus manos. —Es a causa de esto.

—Desaste de él —Se acercó desesperada. —Te lo pido, yo no puedo. Tú sí, eres fuerte... Tienes más en tus manos que unas simples alas y un rayo.  —Pero Percy negaba eufórico.

—Sus alas... Sus alas son ella.

—¿Cómo? ¿Literalmente? No entiendo, Percy, ¿Que no me estás diciendo? —Ella no pudo contener y se acercó a él, de forma tan imprudente que los ojos de él miraban encima del escote de ella haciendo que sus ojos dieran un festín.

Él se alejó con un ligero sonrojo, ella confundida se acercó nuevamente, pero él la detuvo. —Solo quédate ahí —Pero no era de mala forma, él estaba avergonzado.

—Necesito que hables. Quiero saber.

—Las hadas son seres egoístas, Ónix. Hace mucho tiempo se descubrió que las alas de las halas eran el alma de un ser vivo que fue puro, la pureza de su alma y la resistencia, junto a la convicción de la verdad eran tan fuertes como para volar. Entre cien hadas, hay doscientos inocentes, y entre las alas de Percy está mi Atenea, la verdadera.

—Pero y la Atenea que...

—Ella es una mentira.

En ese lugar parecía ser todo una vil mentira.

Mientras Ónix escuchaba verdades, Hades caminaba, impartía camino a un lugar desconocido con el fin de recuperar a la mujer que necesitaba y amaba, ella. No importaba lo que podía pasar, a su lado Liz, Eda y Zeus iban dispuestos a todo.

Sabía que llevar a Eda no era una buena opción, pero ella se negaba a quedarse, por lo que la manada quedó a cargo de los guerreros lobo más fuertes, Eda estaba comprometida a pedir perdón por las confusiones, aunque eso claro, no le correspondía.

—¿Y a dónde iremos? —Curiosó Liz. Hades aún tenía que contener la ganas de ir tras su cuello cuando hablaba.

—Iremos a dónde lo viste por primera vez, allí podemos preguntar por él, por lo qué, toma el frente. —La declaración de Hades hizo que Liz tragara en seco.

Ella atada a la mano de su alfa caminó al frente y los dirigió hasta donde había visto a Percy la primera vez, bueno, al que había simulado ser Percy. Mientras lo hacía pensaba en que tal vez Ónix no deseaba ser sacada de aquel lugar, ella creía que su mejor estaba siendo feliz en aquel lugar, pero ya había pasado mucho tiempo, meses en los que ella no estaba y Hades deseaba matarla.

—¿Cómo te sientes con esto? —Su alfa preguntó a su lado chocando dulcemente con ella, una sonrisa adornó sus labios.

—Estoy bien. Estoy asustada, pero sé que si él le hace algo nuevamente a ella no la mandaré lejos, lo haré con él. —Ambos entendieron perfectamente la referencia por lo que sonrieron.

—Puedo escucharte Omega. —La voz de alfa hizo que ella por poco bajara su cabeza, pero al contrario de eso volteó a él con su mirada penetrante.

—Sé que lo haces alfa Hades.



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A Liz no se le habla, se le reza.
Gracias por leer ❤️

La Mate de Hades. [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora