— Espero que sus misiones sean un éxito, de verdad lo deseo...

Voltea a ver a Kakashi por última vez antes de salir.

                                          🍥

— ¿De verdad crees que sepan cómo entrar al País del Fuego?

Ursa sigue con la mirada a Makyō, que juega con Ryū.

— Claro que sí, Kakashi es más astuto de lo que crees. Además, si él dice que sabe algo créeme que es así.

— Quiera Kami que lo logren.

Mi hija se queda mirando al horizonte. Ha crecido bastante, no sólo físicamente.

— Cuando regresemos iré a comer mucho ramen de Ichiraku y visitaré al tío Sasuke hasta el cansancio.

— Yo le compraré un plan vacacional a Obito-sama por asumir mi puesto durante cuatro años, después organizaré un gran festival con la gente del País del Fuego.

— El festival del retorno — decimos al unísono.

Reímos como siempre que hablamos de nuestros planes para cuando regresemos a nuestro mundo.

— Ahí viene Sumire— Ursa ajusta su mochila pero se detiene con una mueca — ¿Qué hace él aquí?

Sigo su mirada hasta Kawaki, también trae su equipaje y charla con Sumire. Una de las pocas personas de Konohagakure que no lo culpa por lo que sucedió.

— Lamento llegar tarde Hokage-sama, pero estaba esperando al miembro faltante de nuestro equipo.

— ¿Mamá?

Me encojo de hombros ante la mirada atónita de Ursa.

— El equipo necesita de alguien con bastante fuerza física.

— Sólo mantente lejos de mí — le gruñe a Kawaki.

El chico chasquea la lengua y desvía la mirada.

— Muy bien, pongámonos en marcha.

Suspiro por el ambiente tan tenso que probablemente nos seguirá durante todo el camino.

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— Siendo sincero con usted, no esperaba que el equipo de desarrollo tecnológico estaría compuesto por dos jovencitas.

El técnico coloca una taza de té enfrente de mi sin despegar la mirada de Ursa y Sumire.

— Ellas dos fueron aprendices del Equipo de Herramientas Científicas del País del Fuego.

— Oh... Bueno eso aclara todo.

Se queda a mi lado pero no vuelve a hablar.

A diferencia de los otros países, Amegakure no cuenta con fūinjutsu que la proteja. Aún así se ha mantenido en pie y ha sido el refugio para los que llegan de los países pequeños.

Y no es porque carezca de interés para Kara, todo el mundo sabe que si no han atacado esta aldea ha sido porque el dios y el ángel de la lluvia son sus protectores.

El papel comienza a arremolinarse hasta tomar la forma de una joven. Sus ojos ámbar estudian a mi equipo antes de si quiera completar su forma.

— Hokage-sama le traigo información que tal vez le interese.

— Dime Miyana.

— Hemos detectado extraños cultos en la Aldea de la Hierba, alaban a un hombre que creen su salvador y que según nuestros informes tiene la cara marcada con el número tres.

El final del caminoWhere stories live. Discover now