Pergamino 25

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Pov. Kikyo

Toco la puerta por milésima vez, han pasado cuatro días en los que Seijun no sale. Le he dado su espacio pero me preocupa el silencio.

— No me iré hasta que abras la puerta, sabes que soy muy terca.

Amenazo al mismo tiempo que cruzo mis brazos, Ryūnosuke se mueve un poco, como si sintiera mi preocupación y el ambiente tan tenso que lo rodea.

— Tranquilo, esto tiene solución...

Lo acaricio mientras recargo mi peso de un pie al otro. Tal vez no fue buena idea pararse y no traer una silla.

Antes de que le grite a Jun por ayuda la puerta se abre de par en par. Los mellizos son bastante meticulosos con todo, eso incluye el aspecto. Sin embargo, Seijun tiene el pelo enredado, grasoso y los ojos hinchados.

— Hija...

— Pasa.

No espera respuesta y va por otro pañuelo de su escritorio, regadas por el piso hay multitud de fotografías, entre ellas una en la que estoy con su mamá, en la época que participamos en los exámenes chunin.

— Sakura e Itachi me dijeron lo que pasó.

— Mi papá ni siquiera podía creérselo, Usami no parecía sorprendido y veo que tú tampoco.

— Me di cuenta del elemento madera el día que interrumpí el entrenamiento de Sasuke.

Tomo asiento a la primera oportunidad, Seijun se agacha sujetando la fotografía de antes.

— Es ella ¿verdad? Supongo que mi hermano estaba al tanto de que Misaki Senju es nuestra madre.

— Sí, se lo dije en cuanto volvió de Amegakure.

— Ah...

La voz se le rompe y agacha la cabeza, Ryūnosuke vuelve a moverse y tengo que cambiar de posición para estar cómoda, se mueve mucho para sólo estar en la semana 23.

— Lamento mucho tener que haberlo escondido, pensé que los protegía.

— Yo no te culpo mamá, no podría...— hipa— Pero, de un momento a otro toda mi vida cambió, incluso mi identidad.

— Tal vez no pueda entender muy bien por lo que estás pasando, pero quiero que sepas que nosotros te apoyaremos en todo Seijun, por favor no te cierres y pide ayuda si lo necesitas.

Se recarga en mi regazo con la fotografía aún en la mano, acaricio su cabello igual que mi papá lo hacia conmigo cuando necesitaba consuelo.

— Siempre pensé que mis ojos castaños los había sacado de la abuela Juri, ya veo que no es así.

— Los de mi mamá eran castaño oscuro, los suyos son más bien cobrizos.

Recuerdo que los de ella me llamaron la atención precisamente porque bajo alguna intensidad de luz aparecían destellos rojos.

— Háblame de ella, por favor...

— ¿Por dónde quieres que empiece?

— Por esta foto.

— Oh acabábamos de pasar a la última etapa de los exámenes chunin, ese día salimos a recorrer un carnaval que se había instalado por motivo del aniversario de fundación....

El final del caminoWhere stories live. Discover now