Pergamino 17

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Pov. Natalia

Un cosquilleo en mi nariz es lo que me despierta del buen sueño que estaba teniendo. Estornudo y con pereza froto mis ojos para aguantar la luz que se cuela por la ventana.

La ardilla me da la espalda mientras pasea su cola por mi rostro y come algunas semillas sin ningún rastro de remordimiento. Antes de que pueda agarrarla salta de la cama y llega al buro.

— Me haré una cartera contigo, ¿no sabes lo sagrado que es el sueño para mí?

Vuelve a escapar de mi agarre, al no medir mi fuerza tiro todo lo que se encuentraba en el mueble. Cierro los ojos rogando no haber despertado a Neji, pero cuando volteo la cama está vacía.

Me levanto bruscamente al darme cuenta lo iluminada que está la habitación, busco el reloj y casi me da algo cuando veo que ya es medio día.

— Ay no...

Corro a vestirme bajo la atenta mirada de la ardilla que parece divertirse por mi desesperación. Mañana es la conmemoración de los caídos en la Cuarta Guerra, suele celebrarse en Octubre pero la Aldea tuvo que reconstruir varios lugares después de la invasión de los Otsutsuki.

Debo preparar arreglos florales, comida y recepción de beneficiencia para las familias más afectadas. Y para todo voy tarde.

— Recuerdame comprarte un costal de bellotas ¿es lo que les gusta a las ardillas no?.

Salgo corriendo casi pasando por alto a Takumi y Hikari, él ha estado entrenandola en su taijutsu. Ambos niegan divertidos al verme apurada.

— ¿No deberías descansar más? Hace apenas tres semanas que saliste del hospital.

— Ya estoy bien mamá, me siento mejor que nunca.

Hikari levanta su brazo con una sonrisa de oreja a oreja.

— Aun así yo creo...

— Yo creo que deberías irte mamá, vas espantosamente retrasada con los preparativos de la cena. Yo cuidaré de mi hermana no te preocupes.

— Sí haré eso, gracias Takumi.

Corro atropellando a toda la gente a mi paso, se supone que debía de ir por Usami y Seijun a las nueve, recoger las flores a las diez y a medio día empezar con la decoración del lugar.

M A L D I T A  S E A.

                               💧

¿Sasuke no podía encontrar un lugar más cerca para entrenar? Están en un campo a las afueras de la Aldea. Usami y Seijun están luchando entre sí, probando las habilidades de cada uno.

Mi hija levanta una gran barrera de tierra, me paro en seco al sentir una anomalía en la base. No puede ser, maldito infierno, no puede ser posible.

— Llegas tarde.

Sasuke me reprende con la mirada, a Dios gracias que mi llegada sirvió para distraerlo, con esos ojos suyos se hubiera dado cuenta y me habría matado sin contemplación.

— Tuve algunos contratiempos, no volverá a suceder.

— No me importa quedarmelos unos días más.

— Sólo fue una vez Sasuke, tampoco quieras sacar ventaja del asunto.

Los mellizos se acercan cautelosos por si tienen que evitar una pelea entre nosotros.

— Yo no soy el que quiere sacar ventaja de todo.

Ambos apretamos los puños y de reojo veo que Usami protege a su hermana con su cuerpo. Respiro profundamente tratando de calmarme.

El final del caminoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora