5

1.3K 189 99
                                    

— Es una broma, ¿no es así?

— No. Desgraciadamente no lo es.

En el silencio sepulcral y tenso que siguió a la respuesta escueta y un tanto brusca de Sanzu, a Hanma le hubiese encantado reírse. Claro, él ya sabía el motivo por el que Sanzu había pedido aquella reunión "secreta" a último momento del día, ya entrada la noche en el departamento de Kisaki...y lo sabía de buena fuente, la misma por la que Sanzu había corroborado las cosas.

A Kokonoi iban a tener que brindarle alguna especie de tributo, si es que Hanma no lo asesinaba antes. Le había dicho que no se lo dijera a nadie más pero claro, se lo había tenido que contar a la persona más problemática y probablemente más agresiva del círculo íntimo de Mikey.

Lo cual era fascinante porque las consecuencias iban a ser directamente letales y Hanma estaba ahí en primera fila para presenciarlo.

Kisaki se quitó los lentes y bufó, presionándose los ojos. Farfulló algo que parecía un insulto y luego volvió a resoplar en una mezcla de cansancio y hastío. Hanma se deslizó sutilmente desde su lugar en el amplio sofá hasta donde se encontraba Kisaki e hizo un movimiento temerario si los había: suavemente, pasó uno de sus brazos por encima del respaldo y rodeó los hombros de Kisaki apenas tocándolo, presionándolo un poquito hacia su costado en señal de consuelo.

Que no lo rechace, que no lo rechace, que no lo haga porque...

— ¿Cuándo te enteraste?

Kisaki dejó de presionar sus ojos y sin colocarse las gafas otra vez, entrecerró los párpados para enfocar a Sanzu, sentado en el apoyabrazos del sofá que tenían frente a ellos. Para la algarabía plena de Hanma, Kisaki no sólo no lo rechazó sino que se dejó llevar por el movimiento de Hanma inclinando el torso hacia su costado, su cuerpo chocando suavemente contra el costado del Alfa.

— Hace ya unos días. Kokonoi lo vio la otra noche, pero hace rato que este idiota está dando vueltas.

— ¿Cómo?

Sanzu hizo sonar su cuello y suspiró, los ojos entrecerrados destellando odio puro. ¡Mikey era increíble, despertaba las emociones más fuertes en sus secuaces!

— Mikey no me lo ha dicho, pero...presiento que ese inútil se ha puesto en contacto con él, de una u otra manera. No sé cómo, pero lo noto distinto, algo cambió.

— Está más feliz, seguro.

¿Quién lo había mandado a abrir la boca?

Tanto Sanzu como Kisaki lo observaron con resentimiento, arrepintiéndose de inmediato de lo que había soltado. Bueno, de hecho el enojo que demostraban le daba la razón a él, desgraciadamente.

— Sí, así es.

Dios, contrólate.

Sanzu no había afirmado aquello, se lo había prácticamente gritado. Aquella pequeña bestia salvaje solía mantenerse dentro de sus cabales la mayor parte del tiempo que no tuviese algún ser vivo adelante para machacar, pero aquella noche estaba implacable; fastidiado, Hanma había notado ya su fastidio apenas había ingresado al departamento aquella noche, molestia que se estaba transformando en histeria desmedida e incontrolable.

Si no abría bien los ojos y se distraía, Hanma se veía ya con un cuchillo en el cuello en cualquier momento. La mano que descansaba sobre el respaldo se posó sobre el hombro de Kisaki y presionó despacio, su mirada ambarina y seria clavada en Sanzu.

Bueno, al menos Kisaki no lo apartó y comprendió la indirecta del peligro que podía llegar a correr si aquel idiota no se controlaba un poco más.

Sangre en el Paraíso [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora