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¡Buenas! Sinceramente, muchísimas gracias por el apoyo que le están dando a este fanfic, de todo corazón se los agradezco.

— ¡Qué haces, Koko! ¡Déjalo en paz!

La voz de Inui fue capaz de sacarlo del abismo de ira en el que había caído Kokonoi cuando su mente ató cabos, uno tras otro. Ahora, aún bajo la lluvia que había comenzado a caer con mayor fuerza e ímpetu que antes, Kokonoi pudo ver lo que había sucedido en un lapso de segundos.

O mejor dicho, lo que él había hecho.

Frente a la puerta de la casa de Inui — la puerta aún entreabierta dejando ver un resquicio de luz en el interior — Kokonoi se sostuvo el puño derecho, un tanto dolorido. ¡Cuánto hacía que no pegaba semejante puñetazo! De un tiempo a esa parte sólo se había dedicado a las finanzas de la organización, para lo otro ya estaba Sanzu y no sólo lo hacía muy bien, sino que también con gusto dominado por un placer morboso que Kokonoi no podía ni quería llegar a entender jamás.

Por eso quizás también reaccionó, por el dolor de sus nudillos. Su mirada se desvió hacia Inui, el cual se había acercado a él y se encontraba ya a su lado, una mano en su hombro izquierdo y la otra sosteniendo un paraguas que Kokonoi recién acababa de notar.

Y en el suelo, el idiota de Hanagaki desparramado en un charco de agua.

¿Se había desmayado, acaso? ¿Tan inútil era?

— ¿Qué hace él aquí?

— Solo vino a charlar un par de cosas, Dios, Koko...¡no me digas que estás celoso!

¿Celoso, yo? Estás loco, ¿celoso de qué, de ti? ¿De ese inútil? Mira, ni siquiera es capaz de pararse para defenderte, Inupi, dime por favor que no es lo que estoy pensando.

— No te atrevas a decirlo porque el que va a terminar sentado en el suelo de un puñetazo vas a ser tú.

Inui quitó la mano de su hombro y lo encaró a los gritos. De hecho, ambos estaban gritando y el paraguas quedó también en el suelo, junto a Hanagaki que seguía sin reaccionar.

— Entonces, ¿qué hace este aquí, en tu casa, a esta hora? Inupi, admite que como mínimo se ve sospechoso.

— Claro que no, tú ves lo que quieres.

— ¡No, yo no quiero ver que te...!

Kokonoi cerró los labios para evitar que el final catastrófico de su acusación saliese y empeorara las cosas mucho más, sobre todo al ver la expresión de advertencia dibujada en el semblante iracundo de Inui, sus cabellos largos y lacios ahora mojados, pegados a los costados de su rostro y cuello. Kokonoi suspiró, intentando centrarse.

No, claro que no. No podía ser, Inui no tenía tan mal gusto.

Pero...¡¿por qué?!

Se estaba dando cuenta que había descargado su frustración y el temor creciente en su pecho con Inui y la cuestión no venía por ese lado; al ver a Hanagaki ahí, su mente se había trasladado tres años atrás a una velocidad de vértigo y todo lo malo que había ocurrido entonces pareció suceder de nuevo.

La muerte de Draken, la muerte de la hermana de Sanzu.

La pelea entre Mikey y Hanagaki, la desaparición misteriosa de éste último y el desequilibrio mental intenso de Mikey posterior a ello.

No, de nuevo no.

Lo de Draken y Senju había sido algo completamente inesperado, irreversible y espantoso a muchos niveles, sobre todo porque sus muertes habían afectado bastante a más de una persona, Inui incluido como el mayor damnificado. Sin embargo, lo de Hanagaki...ese tipo...

Sangre en el Paraíso [Omegaverse]Where stories live. Discover now