Día 24: Apodos cursis

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(Un par de situaciones no cursis y una MUY cursi)

Golpeó con fuerza el escritorio con las palmas de sus manos logrando hacer que todos los presentes temblaran ante el fuerte impacto y poniendo nerviosos y en tensión al grupo de hombres, incluso a aquellos que no estaban en problemas. Sus perfectos aquamarina tras sus rubias pestañas no reflejaban nada mas que una enorme furia y frustración.

— Son unos inútiles. — Aunque el tono de su voz era el mismo de siempre, la ira plasmada en sus palabras era clara para todos. — Era un trabajo que cualquier novato podría realizar, y ustedes, supuestos expertos en el área, no solo jodieron todo, sino que ahora tres de nuestros hombres murieron. —

Dos hombres de mediana edad estaban del otro lado del escritorio del Don, el miedo los consumía y las lágrimas en sus ojos luchaban por no caer por sus rostros. Hacer enojar a Don Giovanna era casi una sentencia de muerte. El resto del equipo que estaba de pie y en silencio miraban igual de aterrorizados al rubio, eran sus amigos, pero seguían siendo sus subordinados y eran más que concientes del enorme poder y fuerza que poseía Giorno.

— Bucciarati, hazme el favor de hacer el recuento de daños. — Ordenó Giorno sin siquiera voltear a verlo, sus ojos estaban ocupados en asesinar a los hombres frente a él. El Capo miró las hojas que tenía en su mano y aclaró su garganta.

— Tres bajas, costos elevados el triple considerado para recursos, costos de estructura pública dañada, perdida de alianza y escaparon cinco de nuestros objetivos principales. — Leyó sin entrar en detalles dando solo la información principal que bastaba para hacer enfurecer a su jefe.

— ¿Algo que decir en su defensa? — Preguntó el rubio recibiendo solo tartamudeos y sollozos por parte de los dos hombres. — No estoy dispuesto a tener más bajas aunque sea de inútiles como ustedes. — Un nuevo golpe al ya maltratado escritorio hizo eco en la oficina. — Estarán de baja por un mes y al regresar a sus actividades se les descontará el setenta porciento para compensar los gastos provocados por su ineptitud; además será su última oportunidad, vuelven a cometer otro error como este y serán considerados enemigos de Passione. — Los hombres volvieron a respirar ante el castigo, al menos seguirían con vida por ahora. — Largo de mi vista. — Escupió.

Los hombres salieron con las piernas temblando sabiendo que sus vidas ahora estaban en la cuerda floja, pero tener una oportunidad más de enmendar sus errores una vez volviese a sus actividades les demostraba lo benevolente que era Don Giovanna.

Todos se quedaron en silencio una vez los dos hombres cerraron la puerta detrás de ello, la tensión seguía presente en el ambiente y el aura que Giorno emanaba seguía poniendo nerviosos a su grupo de confianza y el hecho de que ahora parecía tener jaqueca por la forma en que sostenía su cabeza les hacía pensar dos veces antes de dirigirle la palabra por temor a enojarlo aún más, pese a que Giorno nunca se había enojado con ellos el miedo de sentir su ira por primera vez les helaba la sangre. El silencio fue roto cuando el sonido de una garganta aclarandose se hizo escuchar.

— Pudín. — Le llamó Mista provocando que todos volten a verlo, no solo por atreverse a hablar con este ambiente, sino por la forma en como se refirió al furioso jefe de la mafia quien le dio atención aún con esa mirada que podría matar a cualquiera. — ¿Necesitas algo para el dolor? —

— Un té y una pastilla estarían bien. — Respondió tranquilo y relajando su postura. — Por cierto, pueden volver a sus labores. — El grupo de mafiosos salió lo más rápido que pudieron evitando ver a su jefe directamente, todos excepto Mista. — Por favor, tráeme lo que mencioné. —

— A la orden, capullito de rosas. — Contestó Mista saliendo por su encargo. —

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GioMis Flufftober 2021Where stories live. Discover now