El Dios súper saiyajin

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Le costó bastante poder tomar un buen ritmo para contar la historia, no le ayudaba nada la mirada penetrante de Bills sobre él todo el tiempo, pero tuvo la capacidad de ignorarla para poder recordar como debía.

Fue inevitable que también comemorará, la manera en la que la había escuchado, este cuento lo llevo al pasado a cosas que no se había molestado en recordar hace años.

Tendría alrededor de cinco años, era un día, algo así como un día feriado se podía decir. El rey, que en ese tiempo aún era Vegeta II, un rey famoso por haber instaurado el trato con Cold, bueno no tenía muchas opciones si la otra era la extinsión de su raza de todos modos y aunque no quisieran admitirlo su estilo de vida había mejorado bastante o eso decía su abuelo, él ya había nacido en ese orden y su padre era joven cuando se estableció. La cuestión era que el rey había llamado a los saiyajins a reunirse a presentar sus respetos por el nacimiento de su hijo a quien había nombrado Vegeta III. Era un buen momento para que las familias se reunieran después de varios años, había varios motivos para celebrar. Su madre estaba de muy buen humor, tanto así que incluso decidio hacer una comida, reuniendo a toda la familia, un buen grupo estaban ocupados en la cocina y otro buen grupo había salido de caza, porque incluso el racionamiento había sido levantado por ese día, honestamente los saiyajins tenían bastante tendencia a exagerar con la comida.

La mayoría de sus primos habían encontrado en que distraerse, pero él estaba más interesado en ver qué podía cachar de la cocina, así que al final termino sacado de la misma, agarrado de la cola por su abuelo.

- ¡Sueltame! - exigía pataleando, sabiendo de antemano que no serviría para nada.

- Deja de tratar de robar en la cocina - le dijo el anciano sin miramientos.

De un brusco movimiento lo sentó en frente de su butaca favorita al lado del fuego a pesar de que esté no estaba prendido por la hora.

Lo miro con expresión furibunda pero no atino a reclamarle nada por dos simples razones, una, al final y al cabo era su abuelo y dos, para llegar a la edad de su abuelo siendo un saiyajin, debías ser un guerrero bastante hábil. Su abuelo era un guerrero de elite y había peleado al lado del mismísimo rey.

- ¿Qué tal si te cuento algo para que te distraigas? - le propuso de repente.

Aparentemente estaba de buen humor, en otro momento se hubiera ganado un buen coscorron, así que decidió tomar su oportunidad.

- Está bien - acepto, relajando su semblante.

- Bien - comento con una media sonrisa - esta es una historia bastante antigua, mucho más que la del legendario súper saiyajin, su origen proviene de nuestro planeta de origen, Sadala.

Eso fue bastante para que le diera su absoluta atención, el abuelo de su abuelo había vivido todavía en Sadala y aunque era joven cuando se fueron, había traído el recuerdo del planeta vividamente con él.

- Está historia se la contó el abuelo de mi abuelo y él me la contó a mí, así que supongo que es mi turno de pasarla, espero que la recuerdes con claridad Nappa - le recomendó con voz seria.

A lo que él respondió con una efusiva afirmación de su cabeza.

- Bien - retomo el hombre, ahora más complacido - Sabes bien muchacho que los saiyajins somos algo salvajes, difíciles de controlar cuando nuestra ira nos ciega, debemos admitirlo Nappa, es necesario para saber cómo controlarlo.

A regañadientes volvió a afirmar con la cabeza dándole la razón.

- Por muchos años me cuestione como nuestra raza había prevalecido antes, sin la influencia de los sufuruch o incluso la de Cold, que aunque no me agrade admitirlo fue necesaria para que aprendamos a frenarnos a nosotros mismos.

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