holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová ?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar
atención que el sebo de los carneros." E Isaías, al ver en visión
profética la apostasía de los judíos, se dirigió a ellos como si fuesen
gobernantes de Sodoma y Gomorra: "Príncipes de Sodoma, oíd la palabra de
Jehová; escuchad la ley de nuestro Dios, pueblo de Gomorra. ¿Para qué a
mí, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Harto estoy de
holocaustos de carneros, y de sebo de animales gruesos: no quiero sangre
de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demandó esto de
vuestras manos, cuando vinieseis a presentaros delante de mí, para
hollar mis atrios?" "Lavad, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras
obras de ante mis ojos; dejad de hacer lo malo: aprended a hacer bien;
buscad juicio, restituid al agraviado, oíd en derecho al huérfano,
amparad a la viuda."
E1 mismo que había dado estas profecías repetía ahora por última vez la
amonestación. En cumplimiento de la profecía, el pueblo había proclamado
rey de Israel a Jesús. E1 había recibido su homenaje y aceptado el
título de rey. Debía actuar como tal. Sabía que serían vanos sus
esfuerzos por reformar un sacerdocio corrompido; no obstante, su obra
debía hacerse; debía darse a un pueblo incrédulo la evidencia de su
misión divina.
De nuevo la mirada penetrante de Jesús recorrió los profanados atrios
del templo. Todos los ojos se fijaron en él. Los sacerdotes y
gobernantes, los fariseos y gentiles, miraron con asombro y temor
reverente al que estaba delante de ellos con la majestad del Rey del
cielo. La divinidad fulguraba a través de la humanidad, invistiendo
a Cristo con una dignidad y gloria que nunca antes había manifestado.
Los que estaban más cerca se alejaron de él tanto como el gentío lo
permitía. Exceptuando a unos pocos discípulos suyos, el Salvador quedó
solo. Se acalló todo sonido. El profundo silencio parecía insoportable.
Cristo habló con un poder que influyó en el pueblo como una poderosa
tempestad: "Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada, mas
vosotros cueva de ladrones la habéis hecho." Su voz repercutió por el
templo como trompeta. E1 desagrado de su rostro parecía fuego
consumidor. Ordenó con autoridad: "Quitad de aquí esto."
Tres años antes, los gobernantes del templo se habían avergonzado de su
fuga ante el mandato de Jesús. Se habían asombrado después de sus
propios temores y de su implícita obediencia a un solo hombre humilde.
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El deseado de todas las gentes
SpiritualA través de las páginas de esta obra conocerás a profundidad la vida en la tierra del Ser más maravilloso que haya podido pisar nuestro mundo. Este libro está cargado de detalles que te llevarán a vislumbrar la vida de quien es El Deseado de todas l...
CAPÍTULO 65 - Cristo Purifica de Nuevo el Templo
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