La sombra de sus actos

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-¡¿Cómo osas a hablar así de ella maldito?!¡¿Quién te crees que eres eh?!.-Dijo y apretó aún más el cuello de aquel hombre el cual ya se estaba quedando sin respiración, aquel pastelero luchó por liberarse sin éxito, el castaño siguió ahorcándole hasta que el pobre pastelero perdió la vida en sus manos.-Bueno.-Dijo Lawrence soltando el cuello de aquel hombre ya sin vida.-Al menos hoy no os vais a quedar con hambre mis estimados amigos.-Sonrió para después llevarse el cadaver de aquel hombre envuelto en una bolsa de basura, las voces en la cabeza de Lawrence parecían callar cuando este les hacía ofrendas de carne humana, ingiriendo el mismo de esta propia carne. Pasó por delante de la casa de su ahora querida rubia mientras apreciaba como esta estaba por despertarse..-Luces muy bien por las mañanas mi querida dama.-Susurró sonriendo Lawrence. Aunque su sonrisa duraría poco, ya que al cuarto de su Rubia entró un hombre de negros cabellos y ojos grisáceos, y con semblante algo cansado, dejó una taza de café y un bollito de chocolate en la mesita del cuarto de la chica y le dió un pequeño beso en la frente para después salir del cuarto. Lawrence al ver tal escena apretó los puños y sonrió.-Bueno, bueno, ¿Qué tenemos aquí?.-Sonrió mientras observaba como aquel pelinegro se encontraba ahora en el salón de la casa revisando una y otra vez una libreta con lo que parecían ser apuntes.-Así que tú eres el detective, investigador o lo que diablos seas.-Rió Lawrence.-Será divertido ver quien gana en este juego, pero te advierto siempre gano.