Madres alzando a sus hijos para correr, familias separadas, cuerpos alcanzados por el fuego cruzado. Es una pesadilla.

En una calle nos encontramos con el nuevo equipo 7 luchando con su sensei para proteger a las personas que salen de un complejo de apartamentos.

— Tenemos que llevárnoslos.

— Encárgate que lleguen a salvo, debo activar los sellos y acomodar el primer vagón.

Ambas asentimos en un silencioso acuerdo y separamos nuestros caminos.

— Huracán de la hoja.

Konohamaru vuelve a respirar y se levanta del suelo.

— ¿Sakura?— se fija en mi pelo largo— Perdón me confundí.

— Descuida, ¿ustedes qué hacen aquí? Deberían de ir con los demás.

— Nosotros queremos defender y ayudar.

— No es el momento.

Más jonin siguen juntándose ¿de dónde sacó tantos seguidores Kara?.

— Vendrán conmigo, quieran o no.

— Chicos hagan caso.

— Pero Konohamaru-sensei...

— ¡Es una orden!

Su sensei jadea agotado por la batalla.

— Su misión es ayudar a Lady Hokage y obedecer lo que ella les ordene ¿entendido?

Los tres asienten, Boruto y Sarada apretando los puños.

— A la estación de tren rápido.

Arrastro a los tres mientras que Konohamaru se queda peleando, al voltear por él sólo me sonríe y levanta el pulgar.

— Konohamaru-sensei...

— Vamos.

Los empujo y salimos corriendo de ahí, ayudando a las personas que nos topamos en el camino. La estación de tren ahora tiene una cúpula morada a su alrededor y a cientos de personas agolpadas, pidiendo ser salvadas.

Al fondo, en las puertas y controlando el acceso veo que Kikyo y Temari están evacuando a los niños primero. Tomo a los tres de las manos y me dirijo con ella.

— ¡Kikyo!

Voltea sujetando a un niño en brazos y pasándoselo a Shizune.

— Los trajiste.

— Por favor, deja que ellos pasen.

— ¡No! Nosotros podemos ayudar, además ya hay una barrera y...

— ¡Boruto!— entre la multitud Hinata aparece, abrazando a su hijo entre lágrimas— ¡Que bueno que estás bien!

— Hima ven...

Kikyo alza a la niña y la sube de inmediato al vagón.

— Boruto, sube, su misión será ayudar a Shizune con los niños que aborden este vagón ¿entendido?

El rubio parece reticente hasta que ve la cara de su hermana, llorando y con el rostro cubierto de polvo, como el de la mayoría aquí.

— Sí tía Kikyo.

Los tres por fin suben al tren, otra gran explosión hace temblar la tierra ocasionando que las personas quieran pasar a la fuerza.

— ¡Suficiente! — Kikyo deja salir varios huesos del suelo, bloqueando las entradas— Todos podrán subir, pero si no llevan un orden les juro que soy capaz de dejarlos aquí y largarme ya mismo.

El final del caminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora