Capítulo 3

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La siguiente mañana mientras Krist estaba sentando aún en la cama, tratando de recuperar la cordura, vio a Singto arreglarse, pero él no le dijo nada.

Singto trató de no mostrar demasiado afecto, simplemente lo ayudó a levantarse de la cama y a ponerse de pie por sus aún piernas temblorosas y eso fue todo.

Krist ni siquiera podía caminar bien después de lo sucedido en la noche. Estaba totalmente dolorido y teniendo que mantener los pantalones cerrados, ya que el hombre con su drama de reputación se los rompió.

Mientras tanto Krist miró al hombre que se veía de muy buen humor.

Al salir para tomar desayuno todos los demás se burlaron y se rieron del nuevo recluso, mientras caminaba por la prisión mansa y torpemente, sus pantalones estaban rotos, manchados con su sangre y la marca de la carga de Singto. Fue tan vergonzoso y ahora que lo pensaba, todos vieron anoche como tenían sexo.

Singto fue tan teatral que convenció a muchos de haberlo violado, aunque estaba lejos de serlo, sin embargo, tenía que seguir con esta gran farsa por él y su propio bien.

En el desayuno no sabía donde sentarse y Singto le dijo en voz alta...

-Las perras se sientan allí -mientras señalaba una mesa donde se sientan las víctimas de violación habituales.

Al llegar a las mesa comenzaron a hablar...

-Bienvenido al infierno hermano -dijo uno de ellos.
-Escuché que Singto usó lubricante contigo y que te besó.

-Tuviste mucha suerte...-dijo otro.

-¿Suerte? ¿Qué carajo? Me violó -los regañó, aunque no era cierto.

A pesar del dolor, disfrutó cada minuto, si no se hubiese preparado y mentalizado, probablemente hubiera sido un infierno, pero en cambio, anoche estaba en el cielo.

-No lo entiendes, él nunca hace eso, es tan rudo cuando tiene compañeros o perras en su celda, pero incluso te ayudó a salir de la cama y nadie más se te ha acercado todavía, no te ha cambiado por otro.

Krist estaba confundido, pero luego se dio cuenta de que su peor escenario existía realmente ahora.

Había escuchado que en la cárcel las perras a menudo pasan de matón en matón sin piedad, esa era la peor posibilidad para la que se había preparado. Pero principalmente, su objetivo era disfrutar del sexo y tratar de asegurarse de que solo un hombre lo posea en el lugar, por así decirlo.

Afortunadamente, después de estar con Singto, nadie más había intentado agarrarlo y usarlo, todavía. Quizás Singto les había advertido que era suyo, una pequeña sonrisa salió de el mientras pensaba en los besos en su cuello mientras lo follaba.

Empezó a pensar en formas de consolidar ese arreglo, tendría que lidiar con eso durante seis meses, lo ideal sería que lo usara un solo hombre.

Después del desayuno, Krist caminó cautelosamente hacia Singto en el patio de la prisión, estaba rodeado por un grupo de matones que al parecer eran sus sirvientes y él era el jefe allí.

-Oye, mira, es la perra de Singto ¿Disfrutaste anoche? Podía escuchar a como te retorcidas mariquita -Uno de los miembros de su pandilla le dijo entre risas.

Krist lo ignoró y habló directamente con Singto. -Necesito hablar contigo, en privado.

-El grupo se carcajeó
Singto no les dijo nada y se levantó. -Bien, vamos.

Caminaron hasta una parte apartada de la prisión, Krist decidió que tomaría la iniciativa y aseguraría su protección. Nunca había sido gay antes, pero decidió que tendría que hacer su mejor interpretación por el bien de vida y agujero ahí en la prisión, dependía de ello.

Cuando estuvieron detrás de una pared, Krist lo empujó contra ella, Singto era un hombre grande y fuerte, no sintió la necesidad de ser amenazado o tomar represalias, simplemente le sonrió de manera seductora.

-Me gustaría hacer un trato contigo - comenzó hablando.

-¿Un trato? Te escucho.

- Lo que me hiciste anoche, fue increíble. -Dijo susurrándole al oído. -Sé cómo es aquí en la cárcel, pero no soy la puta de nadie, entiendo tu farsa y aprecio al caballero que llevas dentro.

-¿Qué estas sugiriendo? - interrumpió.

-Sshh- lo calló mientras colocaba su dedo en los labios de Singto - al hombre le intrigaba lo que diría a continuación.

Se acercó a él para que sintiera su respiración mientras hablaba. -Si me presentas como una perra aquí para que todos me agarren y si tú usas a otros aquí, nunca cooperaré contigo y lucharé contra ti como pueda.

-No he escuchado un buen trato hasta ahora- interrumpió de nuevo.

-Sshh, déjame terminar -respondió -Pero, si eres diferente, iré tras de ti. Si eres un caballero, límpiate, báñate bien, sé educado y amable conmigo y protégeme de todos los demás, sé leal solo a mí y yo te daré todo lo que pueda.

Y con eso, frotó suavemente su entrepierna.

-Mantén esto limpio, lubrícalo bien, úsalo solo en mi, trátame bien y te daré lo que quieras -y de buena gana le dio un beso en los labios.

Luego Singto lo agarró de los brazos -Demuéstralo, demuestra lo que puedes ofrecer. -Krist se arrodilló, lo miró y le sonrió, luego hizo su mejor actuación, no era gay, pensó, solo necesitaba servirle y conseguir su lealtad, para facilitar sus 6 meses e intentó ser lo más convincente posible.

Le bajó la cremallera, le bajó los pantalones y comenzó a acariciar su miembro, estaba suave, pero era grueso de todos modos, lo soportó y lo manejó a pesar de que era un poco repugnante para él. Lo acarició y besó su cabeza. Su compañero de celda gimió con brusquedad, lo miró y le dijo en voz baja...

-Sé solo mío Sing y luego puso la verga en su boca, comenzó a chupar obediente y devotamente, para su sorpresa, no fue tan malo, de hecho, empezó a tener un sabor bastante bueno, aunque prefería a una mujer y no un pene, este era largo y gordo, con venas protuberantes, chupó y chupó y pasó a masturbarlo.

El líquido preseminal fue mucho más de lo que había sido en la noche cuando eyaculó, aún así lo lamió todo, Krist tuvo que mostrar afecto y se animó a tragarlo, cada segundo.

Ese hombre se volvía más tierno y gentil, comenzó a acariciar el cabello de Krist, tocaba su cara mientras el más bajo le daba una mamada. Él le masajeaba la cabeza y el cuello suavemente, teniendo cuidado de no agarrarlo duro y follarle la boca. No, él se convirtió en un caballero y Krist comenzó a apreciarlo más por saberse comportar.

Krist pudo ver que estaba en su límite, Singto comenzó a empujarlo ya que no quería obligarlo a tragar su semen, pero en ese momento Krist comenzó a anhelarlo y a anticiparlo, su pene tenía buen sabor, él no podía creerlo, talvez podría ser adicto a una bestia tan sudorosa, lo tomó en su boca tanto como pudo, pero se tornó muy grande incluso para su boca.

Lo acarició y lo masturbó hasta que se corrió.  Singto rugió una vez más, un sonido familiar para el resto de la prisión, se corrió en su boca, Krist bebió su semilla, parecía un corderito hambriento amamantándose y lo engulló.

A medida que se hizo más pequeño, chupó más, envolvió sus brazos alrededor de su trasero y lo chupó hasta que su monstruosa carne se volvió pequeña y flácida.

Lo dejó para que se recuperara, se limpió los labios y se alejó con aire de suficiencia, en parte feliz porque confiaba en que su plan funcionaría y en parte porque a una parte de él le gustó un poco.

😉

𝐓𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐑𝐞𝐣𝐚𝐬 𝚂𝙺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora