Capítulo 1

5.8K 346 59
                                    

El abogado de Krist Perawat hizo todo lo que estaba en sus manos por hacer, pero no resultó su defensa, a pesar de que él acusado tenía una coartada y no habían grandes pruebas, pero todo giraba hacia él, aún así tuvo la gran suerte de que él juez fuera amigo de la familia. Horas después Krist estaba siendo, fichado y más tarde sería encarcelado.
 
—Será solo medio año, lo lograré valdrá la pena
—pensó.
 
Habían hecho un registro buscado el dinero malversado, pero no lo encontraron ya que estaba en un lugar seguro. Krist sería rico a la hora de salir de la cárcel. Hasta ese momento no había escuchado que fuera despedido de la firma de abogados, tampoco sabía lo que le deparaba el futuro, él era joven, de muy buen aspecto, podía trabajar por cuenta propia y con el dinero robado podía hacer más.
 
Krist estaba mirando su reflejo, veía a un hombre esbelto, no tan musculoso, se veía delicado, era demasiado bonito, algunas de sus amigas le decían que era mucho más que una mujer, esa era su condición, además él sabía que era deseado por ambos géneros, había recibido propuestas que había rechazado por que no se sentía preparado para una relación en el momento, pero podía admitir que habían  hombres demasiado guapos para sus ojos.
 
Su único problema ahora era, cuidarse y sobrevivir esos meses tras las rejas.
Krist no era ingenuo para nada, sabía lo que les pasaba a los chicos lindos con apariencia tierna como él, realmente no quería que lo violaran, no quería pasar por tal sufrimiento, pero también sabía que recibiría avances de algunos de los reclusos. En ese momento su abogado ideó una estrategia, aunque Krist ya lo había pensado, sabía que eventualmente lo culparían e iría a prisión, así que se preparó con anticipación para que su estadía fuera lo más placentera posible, no quería que lo ultrajaran, así que Arthit se preparó para poder disfrutarlo si así podía decirse. No es una violación si lo disfrutaba, desde ese era su pensar.
 
Había estado con pocas mujeres, pero nunca con un hombre, tenía miedo de las consecuencias para él, aunque también tenía curiosidad, había sido recto hasta ahora, no era lo mismo un cuerpo suave con olor bonito, a un hombre que lo más probable es que fuera como una alfombra peluda, talvez viejo y apestoso a rancio. Krist ni siquiera lo había pensado, pero lo que le esperaba cuando saliera de prisión lo había hecho pensar de manera diferente. Es asombroso cómo el dinero puede hacer pensar a una persona.
 
Su principal preocupación era que no quería que lo violaran. Si iba a estar con un hombre, debía disfrutarlo, entonces, para su estadía en la cárcel decidió preparar su trasero, desde entonces se acostaba en su cama, desnudo, tocando su delgado cuerpo y su trasero todas las noches. Empezó con un dedo y una vez que se acostumbró, probó dos y tres, mientras se tocaba y se acariciaba. Eventualmente comenzó a disfrutarlo, pensando en algún hombre guapo dentro de él. Se compró un consolador de buen tamaño y se lo empujaba cada noche, para Krist fue un sentimiento y una sensación hermosa y placentera.
 
Pero no podía pensar demasiado y tan profundamente en esos pensamientos pecaminosos, porque entonces ahí se detenía. Finalmente llegó el día en que lo arrestaron, ahora estaría tras las rejas, su primer día en prisión. Tenía que pasar primero de 24 a 48 horas en el Departamento de Ingresos dónde daría su información, tendría algunas entrevistas con trabajadores sociales, psicólogos y le harían pruebas médicas, entre otras. Su abogado ya tenía una orden firmada, un permiso para que pudiera estar la primera semana en el área médica debido a la condición que padecía desde su adolescencia, pero esta era controlada con medicamentos cada cierto tiempo, no era algo de riesgo.

Pasados los días, la primera tarde en las instalaciones, estaba rodeado de hombres.    

—Dios, parecen unos gánsters tan sucios, es mucho peor que en las películas —solo lo pensó nunca se atrevería a decir algo así en voz alta.
 
Mientras los guardias lo escoltaban a través de la prisión hasta su celda, los prisioneros se arremolinaban en sus celdas para verlo pasar mientras le gritaban…
 
—¡Carne fresca!
—¡Ven conmigo hermosa!
—¡Te follaré bien, nena!
—¡Abre las piernas para ver tu flor!  

Escuchó todo tipo de cosas que le gritaban y tembló de miedo, se preocupó bastante, pero trató de no demostrarlo. 
 
El hombre con el que iba a compartir su celda según había escuchado era aparentemente un secuestrador convicto, violador y acusado de múltiples cargos de agresión, era un líder temido en la prisión y todos esperaban su regreso del confinamiento en solitario. Era de noche y los guardias le mostraron su celda, le entregaron su uniforme, un mameluco anaranjado, artículos para higiene, una sábana y una manta para el frío y un libro que había llevado.

—Se te entregarán otros uniformes, pero ya tendrás que esperar a mañana, también tendrás acceso a la lavandería cuando sea necesario.
 
—De acuerdo  —contestó Krist. 
 
Tenía la esperanza de dormir bien, pero luego llegó Él, escoltado por cuatro guardias. 
 
—Bienvenido de nuevo, Prachaya, compórtate esta vez, a menos que quieras volver rápido. Te presento a tu nuevo compañero de celda, Krist Perawat. No queremos peleas esta noche, ni ninguna otra o los dos serán llevados a confinamiento, traten de llevarse bien ya que pasaran bastante tiempo en esta celda  —advirtió el guardia.
 
—Mi cama es la de arriba
— dijo Singto con bastante desdén. 
 
Los guardias se fueron y la luz se apagó. Krist prendió una pequeña lámpara, se sentó en el borde de su cama y trató de leer su libro, de repente Singto saltó al piso, se puso brutalmente frente su cara, parado entre sus piernas mientras arreglaba su litera. Él hombre quitaba el polvo de las sábanas y las almohadas. Con la cara fuera de su vista, su entrepierna se marcaba debajo de su uniforme. Se veía sexy, pero a Krist le preocupaba el hombre fuera demasiado grande para él.  
 
Mientras sacudía el polvo, Singto comenzó a hablar...

—Estoy seguro de que has oído hablar mucho de mí.
 
—No mucho, respondió Krist
 
—No todo lo que escuches es verdad —Krist se preguntó a que se refería, pero tenía miedo de hacer alguna pregunta.

Singto se desabrochó su ropa frente a él y se fue a orinar en el sanitario de su celda. Su polla estaba fuera de la vista, pero proyectaba una gran sombra en la pared mientras se levantaba y hacía pipí. 
 
—Nos conoceremos muy bien  —le dijo su voz era ronca y varonil.
 
Krist lo miró a través de su flequillo, él era grande y ancho, con grandes músculos duros, brazos gruesos y bestiales, pudo ver sus abdominales bien definidos debajo de una camiseta que llevaba puesta. Su pecho era poco velludo nada en exceso, lo miró hasta su cintura, él estaba empapado de sudor, desprendiendo un hedor viril brutal, como un obrero de la construcción después de un duro día de trabajo bajo el sol. No sabía qué sentir, pero su mirada lo excitó, era muy guapo, aunque estaba sucio, maloliente y solo pudo lavarse un poco en el lavabo.

Al salir con chicas en alguna ocasión, se había acostumbrado a su dulce aroma, su perfume rosado. Pero ahora estaba abrumado por el hedor varonil de este hombre. Comenzó a inhalarlo tanto como pudo para acostumbrarse así que respiró hondo.
 
El hecho de que fuera tan temido en la cárcel también lo preocupó mucho y se hacía preguntas como: ¿Y si me golpea? ¿Y si es rudo conmigo y me deja mal?

Solo pensaba que quizás eso no era tan fácil, ni tan agradable como había imaginado y se preocupó aún más, sus nervios salieron a flote de momento entró en pánico.  
 
Krist comenzó a sollozar y Singto lo escuchó, se subió la cremallera de su pantalón y sin volverse a lavar las manos se agachó para mirarlo, pero antes de que pudiera decir nada, Krist soltó unas palabras
 
—Por favor, sé un caballero.

Por favor si ven errores pueden marcarlos

Gracias por leer ❤️

𝐓𝐫𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐑𝐞𝐣𝐚𝐬 𝚂𝙺Kde žijí příběhy. Začni objevovat