Espía

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Han pasado algunos días desde que regrese con Douma, no he salido de la habitación, no tengo ganas de hacer las cosas, Douma se mantiene oculto y utiliza a Taromaru como su imagen pública, haciéndole creer a los humanos que él es el Rey de los Demonios, solo salgo de la habitación para ver a Michiru y ver que no le falte nada, la pobre tiene miedo de salir, está a su servicio una criada que la cuida y vigila al mismo tiempo, tengo dos damas de compañía que se acercan a mí en cuanto salgo de la habitación, nadie puede entrar aquí excepto Douma y yo, lo más cercano que se puede estar en esta habitación es una habitación más pequeña para recibir a los visitantes, en parte eso me alivia porque tengo tiempo para mi sola.

Tocan la puerta salgo al pasillo y observo que es una de mis damas, ni me molesto en recordar su nombre, tienen la cara pintada de blanco con un delineado rojo, cabello recogido en chongo y un kimono con bordados verde.

Observo el paquete y me pongo feliz, la tomo entre mis manos y entro a mis aposentos, destapo rápidamente el empaque, finalmente vuelo a tener una espada, es igual a la que tenía es de buena calidad aunque no tanto como las nichirin, me sorprendí que Douma lo permitirá, en fin esta espada será mi verdadera acompañante, salgo de mis aposentos caminando a la habitación de Michiru y mis damas de compañía me siguen, me abren la puerta.

Observo que está en el balcón desayunando acompañada de Rina la sirvienta, hace una reverencia cuando me acerco y se retira.

-Buenos días Señorita Shinobu –

-Buenos días Michiru, mira finalmente llego mi espada – se la muestro y ella sonríe.

-Qué bonito diseño, pero ¿para que la quiere?, no creo que sirva de algo –

-Tal vez ahorita no pueda ocuparla pero el futuro es incierto, uno nunca sabe, además me siento más cómoda teniendo una espada – vuelvo a guardarla en su funda.

-¿Puede contarme más de sus aventuras? – me pregunta y sonrió, le cuento acerca de mi vida.

Es una forma de distraernos entre las dos ya que las demonios son algo lejanas con nosotras, tal vez debería conseguir un amigo a Michiru, para que tenga alguien con quien jugar, después de todo sigue siendo una niña.

Después de un rato Michiru se pone a dibujar en unos papeles, ambas nos quedamos en silencio, después de platicar un rato, el aire mueve mi cabello, lo acomodo nuevamente, me percato que ha crecido bastante, debería volver a cortarlo.

Escucho una pequeña exclamación de Michiru al llevarse el viento una hoja de sus dibujos, cae cerca de la orilla.

-Tranquila aún no se cae, iré por él – observo que se acerca Rina y con mi mano le digo que se detenga, me levanto y me acerco a recogerlo, alzando la vista puedo ver algo de vapor... ¿qué será?

- Rina, ¿Qué es eso?, ¿De dónde sale ese vapor? – le pregunto, ella se acerca y mira a donde apunto.

-Son aguas termales que tiene el castillo, tenemos prohibido entrar hay, solo su alteza va para allá –

-Desgraciado, no me dijo que había fuentes termales, gracias Rina – se retira.

-Michiru no quieres darte un baño en las aguas termales, será agradable poder relajarse un rato –

-Eto... no estoy segura... - juega con sus dedos.

-No te preocupes ordenare que se retiren los demonios, aunque de hecho no pueden entrar –

-¿Y yo tengo permitido ir? –

-Mmm... no lo sé, pero no me importa iras conmigo, además Douma sigue atendiendo a sus súbditos, se va a tardar –

Solo MíaWhere stories live. Discover now