Capítulo 35

6 2 0
                                    

Capítulo 35

Verlo a los ojos, escuchar su respiración, observar su sonrisa, hablar con él y tener sus brazos rodeándome me reconforta, lo encuentro tan fascinante, es como si ambos fuéramos parte de una fantasía en la cual no hay ningún impedimento para estar juntos.

Lleva dos días despierto, y no le he contado sobre la boda, nadie lo ha hecho puesto que todo aquel con el que tiene contacto, tiene prohibido revelarlo. La verdad solo saldrá de mis labios.

—¿Recuerda la primera vez que me besó?—pregunta en mi oído y rio ante el recuerdo.

Ver la muerte tan cerca le ha dado valentía para sacar a colación cosas que creía había olvidado, además, de ser más romántico.

—Solo tenía 11 años, y fue mi primer beso.

—Nunca me explicó por qué lo hizo, y tampoco se lo recordé porque me sorprendió y avergonzó.

—¿Por qué lo haces ahora?—indago—no es como si ese fuera nuestro único beso.

Se encoge de hombros y respira lentamente.

—Solo... Tengo curiosidad.

Quito sus manos que hasta el momento estaban una sobre la otra y giro para que estemos cara a cara.

Su expresión es indescifrable.

—Ferran no me explicó bien por qué la gente se besaba—explico recordando mi ignorancia—. Sólo dijo que aquellos que se querían lo hacían, más no advirtió que los niños no.

—Por eso fue directamente hacia mí.

Asiento y sonríe, inclusive se sonroja. Es tan tierno que pongo mis manos sobre sus mejillas y juego con ellas por un momento.

—Quería saber qué se sentía.

—¿Y lo hizo porque en realidad me quería?

Su mirada es inquietante y sus ojos brillan, esperando la respuesta, así que me acerco y dejo un pequeño beso sobre sus labios.

—¿Cuándo he dejado de hacerlo? Ni siquiera he parado de demostrarlo.

—Pero nunca lo dijo. —señala con la mirada baja, tomo su mentón y hago que me vea a los ojos.

Cualquiera pensaría que es tan extrovertido como se muestra ante otros.

—Tú tampoco lo hiciste.

—Estaba asustado—revela—. El regaño que mi tío nos dio al vernos hacer eso, y como me castigó después, no me permitió ser valiente y revelar mis sentimientos.

—¿Si hubiera revelado que te amaba, habrías hecho lo mismo?

—¿Por qué no lo haría?—inquiere.

—Desde el momento en que supiste que no te iban a comprometer conmigo debido al poder de tu familia, has mantenido una línea muy clara entre nosotros—le recuerdo—. Me tratas como a una amiga. Inclusive escapaste las veces que nos hemos besado.

—¿Cree que trato a mis amigas de la forma en que lo hago con usted?

—Me hablas formalmente.

—Si no lo hiciera, sería castigado.

—Es cruel saber que estos pequeños momentos solo son efímeros.

—Fugemonos. —propone tan arriesgado como nunca lo he visto. —Podemos irnos a una zona remota donde nadie nos conozca.

Lo observo asombrada ante tal demostración de osadía.

—¿Y vivir de cazar animales o elaborar prendas?

Sarka. ©Where stories live. Discover now