I.

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Hace mucho tiempo, los dioses habían llegado a su mundo. Descendieron en busca de emociones fuertes. Y al hacerlo tomaron una decisión: que vivirían allí con sus hijos para siempre.

Sellaron sus poderes disfrutando de la vida con todas sus dificultades e inconvenientes.

Solo podían ofrecer una cosa: Su bendición, el poder para enfrentar a los monstruos.

Extremo de la ciudad. Iglesia abandonada.

Abrió sus párpados dejando ver unos ojos rojos, parpadeando, se acostumbro a la luz de un nuevo día.

Inmediatamente el chico se dio cuenta de un peso sobre su pecho. Su diosa dormía cómodamente encima suyo.

- (Se ve muy linda)- pensó admirandola en silencio.

Los pechos de la diosa se apretaron contra su torso. Fiel a su personalidad, el chico huyo de aquella posición escapando de la situación.

Era un joven adolescente con cabello blanco. Vestía con remera larga, pantalón negro, e iba descalzo. Nada raro ya que era su pijama.

Este chico era Bell Cranel. Uno de los dos protagonistas en esta historia.

6 A.M. Lunes.

Un nuevo dia, una nueva incursión hacia el calabozo.

Bell negó con su cabeza ante aquello saliendo de su hogar, llevando ahora otra vestimenta. El dia de ayer al chico principiante no le había ido muy bien. Un minotauro lo había perseguido, y casi lo asesina de no ser por la intromisión de Aiz Wallenstein.

No fue su culpa. ¿Que hacia un minotauro en el quinto piso? Bueno, un poco tenía. Apenas llevaba dos semanas como aventurero y ya se había adentrado hasta ese nivel.

- Eina-san me animó ayer, ¡así que haré mi mejor esfuerzo!-

Con nuevos ánimos el chico partiría rumbo hacia el calabozo. Hoy tendría compañía del otro miembro de la familia. Su hermano de sangre.

- ¿Me pregunto donde estará...?-

Su hermano menor era más madrugador que el. Su cuerpo ya estaba fuera de la cama incluso antes que el Sol saliera por el horizonte.

Hablando de la estrella, los primeros rayos alumbraban el lugar mostrando a una sombra sentada en uno de los restos de la iglesia.

Una capa negra hecha jirones cubría su cuerpo dejando entrever solamente unas botas oscuras. Su cabello, rubio, era removido por la brisa. Unos ojos rojos, iguales y distintos a los de su hermano, miraban hacia el horizonte perdido en sus pensamientos.

- Naruto-

El chico detuvo sus pensamientos, y volteo a ver a su hermano mayor por solo minutos.

- Aquí estabas- exclamo Bell llegando a su lado.

El chico solo asintió con la cabeza y se levanto quedando de pie, dejando ver que le llevaba unos 20 cm de altura al peliblanco. Gracias a esto, la gente siempre pensaba que Bell era el hermano menor. ¡Pero no! No es su culpa que su hermanito se desarrollara más rápido.

Otra característica que hacia que las personas piensen eso, era la diferencia de tamaño en los músculos de cada uno. Mientras Bell era flacucho con alguno que otro músculo remarcado, el rubio poseía una ancha espalda trabajada, y unos brazos algo marcados.

- ¿Como te fue ayer?- pregunto Bell.

La familia Hestia era una familia recién empezada. En resumen, eran pobres. Hestia trabajaba en un pequeño puesto de comida para llevar algo de dinero. Su hermanito también. Trabajaba de cocinero en un local de ramen los fines de semana. Por esa misma razón no pudo acompañarlo el dia de ayer al laberinto.

Espadachín Negro.Where stories live. Discover now